Creado en: julio 1, 2021 a las 07:55 am.
A 60 años de «Palabras a los Intelectuales», una aproximación a la frase que más se cita y menos se explica
Por Antonio Ramón Barreiro Vázquez (Investigador del Instituto de Filosofía. Doctor en ciencias filosóficas, Profesor e Investigador Titular)
La intervención de Fidel en la clausura de la reunión entre representantes de la intelectualidad con la dirección del país, el 30 de junio de 1961, ha sufrido interpretaciones diversas y como norma, muchos solo repiten una cita, sin conocer, ni haber estudiado el texto de forma íntegra. En ocasiones, la frase es descrita de forma errónea, fundamentando la exclusión, la separación, el veto. En su esencia, por constituir un principio político de la Revolución y de Fidel, lo que se propone es ampliar y fortalecer la unidad.
La propia historia de la Revolución y de la política sobre la creación artística y literaria ayudan a realizar interpretaciones más apegadas al espíritu y a la letra de ese pilar imprescindible de la política cultural cubana. Acercarse al texto requiere estudiarlo, leerlo de forma directa, no a partir de resúmenes, interpretaciones y citas. Tampoco tratar de tamizarlo partiendo de posiciones previamente asumidas y preconcebidas.
Polémicas suscitadas en la década del 60 del siglo pasado[1], ayudan a constatar que, aún cuando este texto se estudie, hay quienes fundamentaron ideas que no se correspondían plenamente con el espíritu y esencia de “Palabras a los Intelectuales”. Por otra parte, lo establecido en la letra de la política es una, esta no siempre se corresponde con la que se ejecuta en la práctica y otra distinta la percibida por los implicados y la sociedad. En este proceso participan hombres y mujeres con sus particulares improntas, algunas pueden ser nefastas o afectar el desarrollo imaginado, pretendiendo conducirlo por “senderos más seguros”. La Revolución también ha bebido y debe tener siempre presente lo acaecido en el denominado “Quinquenio Gris”.[2]
Una vez interiorizado el contexto en el cual se realizó y los intereses de los participantes, hay que escudriñar, descubrir las preocupaciones a las cuales Fidel le da respuesta, así como los fundamentos aportados para componer las bases de la política cultural de la naciente Revolución. Desde entonces él proclama la construcción colectiva y los juicios y evaluaciones serán dados por las futuras generaciones, las que de forma sistemática lo han ido haciendo y desde dentro participan en su conformación y ejecución.
La libertad de la creación artística desde los cimientos mismos de la política en Revolución
En la reunión entre representantes de diferentes tendencias de la intelectualidad cubana con la dirección del país en 1961 se abordaron diversos tópicos, entre ellos se destaca el problema de la libertad de los escritores y artistas para expresarse, la libertad de la creación artística.
Estos asuntos inquietaban a una parte importante de los artistas y escritores. La filiación y el conocimiento real del marxismo – leninismo estaba focalizado. Habían transcurrido escasos dos meses desde la proclamación del carácter socialista de la Revolución cubana, ello traía aparejado muchas dudas. Muchos estaban preocupados por si la naciente Revolución tomaría partido en la vieja polémica entre el realismo y el formalismo en el arte y si Cuba iba a seguir caminos y fórmulas llevadas a cabo en otros países socialistas; como por ejemplo, la de instituir al realismo socialista como el único método de creación en el arte. Otros, al profesar determinada religión o poseer fundamentos doctrinales e ideológicos diferentes al proclamado por la Revolución, también estaban interesados en conocer si iban a tener libertad para expresar sus ideas y sentimientos.
En el transcurso de los días en la que tuvo, todos los artistas tuvieron la oportunidad de exponer libremente sus preocupaciones. Habló todo el que quiso, plantearon sus problemas, inquietudes y puntos de vistas. Fidel, en su intervención final, no limitó el análisis de la libertad de creación artística en su componente formal. Al respecto señaló que, en ese tópico todos estaban de acuerdo, en el respeto a la libertad de escoger cualquier lenguaje artístico para expresarse.
Se detuvo en el análisis de la libertad de contenido. Señaló que la preocupación no se localizaba en el artista revolucionario, pero sí en el artista honesto portador de una concepción filosófica diferente. Estos querían conocer el grado de libertad, para expresar sus sentimientos. Fidel Castro fue más allá, no sólo incluyó a los artistas revolucionarios y a los honestos, sino también a los no revolucionarios.
El máximo líder de la Revolución puntualizó:
“La Revolución solo debe renunciar a aquellos que sean incorregiblemente reaccionarios, que sean incorregiblemente contrarrevolucionarios.
“… La Revolución…debe actuar de manera que todo ese sector de los artistas y de los intelectuales que no sean genuinamente revolucionarios, encuentren que dentro de la Revolución tienen un campo para trabajar y para crear; y que su espíritu creador, aun cuando no sean escritores o artistas revolucionarios, tiene oportunidad y tiene libertad para expresarse. Es decir, dentro de la Revolución.
“Esto significa que dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, nada. Contra la Revolución nada, porque la Revolución tiene también sus derechos; y el primer derecho de la Revolución es el derecho a existir. Y frente al derecho de la Revolución de ser y de existir, nadie —por cuanto la Revolución comprende los intereses del pueblo, por cuanto la Revolución significa los intereses de la nación entera—, nadie puede alegar con razón un derecho contra ella. Creo que esto es bien claro.
“¿Cuáles son los derechos de los escritores y de los artistas, revolucionarios o no revolucionarios? Dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, ningún derecho” [3]
Esta última frase es repetida constantemente como si en ella estuviera dicho todo. Algunos desconocen el contexto y además el texto que le precede. Fidel se está dirigiendo a todo el sector de artistas e intelectuales, no solo a los genuinamente revolucionarios y a los honestos, sino también a los no revolucionarios. A todos, dentro de la Revolución se les da la oportunidad de crear con libertad para expresarse. Solo están excluidos los “incorregiblemente reaccionarios”, “incorregiblemente contrarrevolucionarios.”
El “dentro”, unos lo identifican y reducen a lo que consideran como “a favor”, en consecuencia le otorgan el beneplácito solo a expresiones que, según el que recepciona, estén en sintonía con los intereses políticos de la Revolución. Estos, como norma, asumen lo político de forma abstracta, como si este fuera el único, objeto y tema del arte, y además, capaz de abarcar todas las añoranzas del hombre, de la sociedad y de la Revolución. Esta posición dogmatiza y castra la genialidad y originalidad política, ética y estética de esta tesis cardinal de “Palabas a los Intelectuales” y fundamento de la política en torno a la creación artística y literaria en Cuba.
Otros lo amplían de tal manera, como si cualquier cosa pudiera ser creación artística y en el “dentro” “cabe todo”. Estos últimos pretenden convertir la libertad en libertinaje. En realidad no se trata, ni de la primera, ni de la segunda posición.
El “dentro” asume una concepción amplia, contraria a reducir el arte y la cultura a lo estrictamente ideológico y clasista. Tampoco reduce el contenido del arte a lo político. El hombre es una integralidad, la vida, la sociedad, la naturaleza son ricas y multifacéticas y esa diversidad es asumida como fuente del arte. Por otra parte, la política debe dar espacio y favorecer que esa amplia gama se convierta en realidad objetiva y subjetiva del arte.
La política sobre la creación artística y literaria tiene presente que el hecho artístico, si se propone interactuar con lo existente, debe de revelar la verdad de la vida social. Esa verdad incluye logros, contradicciones, deficiencias, bondades y maldades, virtudes y defectos, Contar esa realidad diversa y contradictoria, rica, es una de las vías a través de la cual el arte cumple con su función crítica, empleando las formas propias de cada expresión artística.
Ello también explica, en parte, los diálogos, coincidencias y contradicciones que inevitablemente surgen y se producen entre el arte y la política. Estas relaciones pueden hacerse tensas, controvertidas y hasta polémicas, cuando aparecen, por ejemplo, obras contentivas de formas hipercríticas del reflejo de la realidad.
Nuevamente Fidel en el 2008 nos aporta otro ingrediente y enriquece el principio expresado en 1961, esta vez apuntando a su arista moral. En Carta a los delegados del VII Congreso de la UNEAC señala:
“…todo lo que fortalezca éticamente a la revolución es bueno, todo lo que la debilite es malo” [4]
Con ello no solo insta a nuestros artistas e intelectuales a crear amparados en el principio “dentro de la Revolución”. Lo estrictamente político es desbordado y enriquecido por lo ético y la mira e indicador lo aporta la propia Revolución.
Y en esta dimensión Miguel Díaz-Canel Bermúdez subraya que:
“…Revolución es más que Estado, más que Partido, más que Gobierno, porque Revolución somos todos los que la hacemos posible en vida y en obra”[5]
El Presidente de Cubano apunta, que tanto la política, como su ejecución, en un país socialista como Cuba, no está separada, ni es elaborada y ejecutada por los que ostentan cargos en el Gobierno. El pueblo es el que ostenta el poder real, del cual dimana todo el poder del Estado. Él es, en última instancia, quien evalúa, juzga, acoge o reniega.
Como norma, en la guerra cultural, cuando aparecen obras que de forma clara defienden y están a favor de la Revolución, son acusadas de panfletarias. Otras pueden identificar errores, defectos e insuficiencias y son aplaudidas, pero si se declaran abiertamente en contra, se pronuncian por el fin de la Revolución, entonces son difundidas hasta la saciedad, tienen preferencias para la nominación y otorgamiento de determinados premios. Se promocionan como “arte”, aun cuando realmente sean pura propaganda política que emplea formas de apariencia artística.
La obra de arte y la filiación ideológica de los artistas
No toda creación artística, para alcanzar ese rango, tiene que tener un contenido político, ni se agota abordando ese tipo de temáticas. El valor de una obra de arte no se mide por el nivel de empleo de esos de argumentos, ni al asumirlos merece consideraciones y benevolencias. En este sentido Martí alerta: “… a la poesía, que es arte, no vale disculparla con que es patriótica o filosófica, sino que ha de resistir como el bronce y vibrar como la porcelana” [6] O cuando señala: “Poesía no es, de seguro, lo que ocurre con el nombre, ni el que pone en verso la política y la sociología… poesía es poesía y no olla podrida” [7]
En otro escrito agrega: “Olmedo que cantó a Bolívar mejor que Heredia no es el primer poeta americano. El primer poeta de América es Heredia. Solo él ha puestos en sus versos la sublimidad, pompa y fuego de la naturaleza. El es volcánico como sus entrañas y sereno como sus alturas” [8]
Con ello el héroe nacional no niega el valor artístico que puede tener un arte con contenido político sino, para decirlo con sus propias palabras: “No es que no haya de decirse en ella altas verdades, sino que han de decirse en otra forma” [9]
Martí también estimuló e instó a asumir la temática patriótica por el arte: “Nosotros tenemos héroes que eternizar, heroínas que enaltecer, admirables pujanzas que encomiar, tenemos agraviada a la legión gloriosa de nuestros mártires que nos pide quejosa de nosotros sus trinos y sus himnos” [10]
La obra poética y artística de José Martí cuenta con magníficos ejemplares y no se reducen a creaciones con temáticas exclusivamente patrióticas.
Es interesante constatar, que en el mismo año en que Martí reflexionaba sobre la obra de arte, su contenido y forma y las dimensiones del artista; Engels, por su parte, también lo estaba haciendo. En una carta, valorando una obra, le señala a la autora méritos, defectos y la manera de corregirlos, pero, además apunta lo siguiente: “Estoy lejos de reprocharle no haber escrito un relato puramente socialista, una “novela de tendencia”, como decimos los alemanes, en las que se glorifican las ideas políticas y sociales del autor, no pienso tal cosa. Es mejor para la obra de arte, que las opiniones políticas del autor permanezcan ocultas” [11]
La categorización de una creación como obra de arte no está íntimamente vinculada a si tiene o no contenido político, si su reflejo es similar al que nos proporciona un espejo normal o cóncavo o si cumple con su función crítica o educativa. Para alcanzar tal consideración debe de cumplir determinadas y variadas exigencias, pero dentro de estas se destaca la presencia y cumplimiento de su función estética.
Las posiciones políticas del autor no tienen porque corresponderse con las que aparecen en sus obras de arte, ni todas las creaciones de un artística alcanzan idénticos valores artísticos y, en ocasiones, no merecen ser catalogadas como obras de arte.
Todo artista, como individuo que vive en determinada sociedad es portador de una concepción del mundo, la que no se agota en lo ideológico. En la obra de arte están sus ideas y sentimientos, pero mediados por el método de creación empleado, por su talento y maestría, así como por las particularidades del tipo de arte y género en el cual él cosifica la idea inicial de la obra de arte.
Por lo general, en la obra queda plasmado incluso, en uno u otro grado, la impronta indeleble de puntos de vista sociales, políticos, clasistas, ideológicos, presentes en la conciencia y vivencias del autor. Esas experiencias y sentimientos individuales, a veces pueden ocultarse por censuras, autocensuras, fenómenos de doble moral, servilismo u otros o revelarse atendiendo a intereses ajenos al creador, presentes en todas las épocas, pero, en la actualidad, multiplicados por el poder de las industrias culturales del imperio.
Todos estos elementos influyen en el resultado final y en él podemos constatar que el contenido de la obra de arte, no es sólo ideológico, o político, ni siempre tiene que constatarse una correspondencia total y plena entre las posiciones clasistas, que asume el individuo en la sociedad, con las que él cosifica en su obra de arte. Por otra parte, una vez que ésta sale a la luz, tiene vida propia y en su recepción influyen otro grupo de factores a tener en cuenta como: tipo de espectador, experiencias vitales que ostentan, ideologías que defienden, contextos en los que se realiza la relación con esa obra de arte, etc. Todos ellos también influyen en la actividad de percepción (recreación) artística. No siempre se logra una relación de identidad e identificación de la idea inicial de la obra de arte, con la que se plasma en el resultado y con la que se obtiene con su aprehensión, rechazo o indiferencia por parte del espectador.
Esta complejidad hay que tenerla en cuenta, tanto en el diseño, como en la ejecución de la política a seguir en relación a la creación artística y literaria. Análisis sobre las relaciones entre la realidad, el artista, la obra de arte y el espectador (lector u oyente) ayudan a adentrarse en estos temas. [12] [13] Asimismo, en la relación entre la concepción del mundo del artista y la concepción del mundo cosificada en la obra de arte, no siempre existen correspondencias.[14]
Todo artista no tiene que tener una concepción del mundo totalmente elaborada y sistematizada, esta no siempre tiene que coincidir con la que le viene dada por la cuna, ni con la que intenta plasmar en su obra de arte, ni con las formas en que esta es interpretada por el público. En su obra, el artista puede, hasta sin proponérselo, exponer una concepción del mundo completamente contraria a la que defiende en su vida política. Hay casos en los que un artista, en su vida política, defiende a una clase y determinadas causas y en su obra las ataca y ensalza la posición de su contrario político. Otros asumen posiciones que se contradicen con las que ha defendido en su obra. Esta última, puede llegar a ser querida y altamente valorada, mientras que el artista que la creó ser rechazado. Otro elemento a tener en cuenta es que una misma obra de arte puede suscitar diferentes modos de percibirla.
En Cuba también hallamos ejemplos que ilustran lo complejo de la relación que se establece entre el artista, la obra y su recepción. Por ejemplo, Luis Toledo Sande, en su prólogo a “Martí, el Apóstol”, biografía escrita por Jorge Mañach, se refiere, por una parte a las múltiple impugnaciones contra el libro y señala que la crítica fundamental se dirige, ante todo, al autor y no a la obra. Por otra parte, reconoce que Mañach tiene el mérito de intentar dar a los lectores un reflejo de conjunto de la vida de Martí, con una “ostensible calidad literaria” [15]
La producción artística no puede ser vetada atendiendo al país de origen o al autor que le dio vida. Ante todo, se debe tener en cuenta la calidad estética de la obra, que incluye, no solo su contenido, sino el valor de la forma. A pesar de que la forma en el arte, como en general en cualquier fenómeno, esté condicionada y determinada, en última instancia, por el contenido y deba responder a él, esta también goza de una relativa independencia. El criticar y combatir un contenido ideológico ajeno, perjudicial y hasta enemigo, no debe conducir a desechar la obra de plano y en su totalidad arrojarla a la basura. En ella pueden haber elementos, por ejemplo formales, que ameriten ser tomados para expresar nuevos contenidos.
Cada forma, cada lenguaje artístico, tiene sus límites y potencialidades, de lo que se trata es de descubrirlos. La creación artística en Cuba evidencia cómo pueden ser asimilados lenguajes surgidos en contextos diferentes. [16] Asimismo coexistir diversidad de lenguajes y métodos de creación artística. Portocarrero con sus deidades cromatizadas de los sesenta, Mendive y sus fetiches, frente al realismo fotográfico de Tomas Sánchez. Elementos del impresionismo, del expresionismo, de tendencias conceptualistas de filiación “Patern”, derivadas de caminos trazados por el Pop, son utilizados de forma diversa en la plástica cubana. [17]
Con independencia de estos ejemplos, uno de los temas sobre los que más se ha debatido, en determinados períodos de la Revolución, gira en torno a la polémica entre el realismo y el formalismo en el arte.
“… la experiencia ha demostrado, de una parte, que en nombre del realismo llamado socialista, y con el pretexto de contribuir a fortalecer la combatividad política de los estratos menos intelectuales de la población, se ha prodigado un arte de segunda clase, un no-arte, que pretende obtener por la vía de lo social la aquiescencia que no lograría por la vía de lo artístico. Se ha hecho evidente, también, que formas no realistas de la literatura y la pintura (pues el “realismo” musical nadie ha podido explicar en qué consiste) logran transmitirnos la realidad de un modo eficaz, sin abdicar de los niveles del arte.
“Creo que nosotros hemos adoptado un camino correcto al no someternos ni a la estrechez del realismo, ni a la tiranía del mero formalismo. Las obras de arte son buenas o malas. Para que una obra de arte sea buena no necesita tener una utilidad social inmediata.” [18]
En la actualidad también hemos experimentado como determinadas composiciones, por corresponder con intereses subversivos, se presentan en formatos que dan la apariencia de arte para cumplir con funciones políticas. Coexisten creaciones de segunda clase y en consecuencia no-arte, esas producciones en las que se repiten simples, escasos e idénticos acordes, con ritmos únicos mantenidos y letras que, en el mejor de los casos, cuando no son vulgares o burdas, no tienen la cualidad de posibilitar diversas lecturas. Estos engendros ya disponen de un receptor, consumidor de cultura chatarra. Es decir ya cuentan con el sujeto creado por la guerra cultural especialmente diseñado para demandar ese tipo de producto de seudocultural.
Este escenario demanda respuestas, pero ello no implica asumir idénticos artificios, aunque hayan demostrado eficiencia. La réplica debe de realizarse con obras de elevado valor artístico y disponer, para el golpe reclamado, de la contundente fuerza de la cultura. La utilidad social y política del arte no puede ser el indicador prioritario a tener en cuenta. Y es vital mantener el ritmo en ofensiva, favoreciendo la genuina creación artística de la cual emanen auténticas obras de arte.
El desarrollo cultural, guía para instituciones y decisores
Otra arista a tener en cuenta en la ejecución de la política sobre la creación artística y literaria son las instituciones culturales. Estas existen por y para los creadores y para favorecer el desarrollo cultural del pueblo. Estas están en manos de quienes deben representar sus legítimos intereses, por lo que el espacio a conceder no es propiedad del directivo, ni este debe de constreñirse al gusto estético de los que en ella laboran. Responden por la acertada instrumentación de la política.
Los directivos deben de ser profesionales, conocedores no solo de la política, con habilidades para la gestión económica y comercial, sino ser genuinos promotores culturales, con conocimientos y amor por las manifestaciones artísticas que impulsan. Ello se debe de consumar de forma sistemática. Pero si por determinada razón se cometió el error de ceder un espacio, sin valorar integralmente todos los requisitos, la decisión de quitar, retirar, denegar la aprobación concedida, es otra decisión que tienen consecuencias políticas y exige un análisis particular y diferente. La medida a tomar para tratar de subsanar el error exige ser evaluada, también, desde el punto de vista político y determinar cuáles son las posibles consecuencias para el país y no para sí y el cargo que desempeña. En este caso, debe de valorar, de forma integral y en primera instancia, sus efectos en el público, los reales y no los imaginados, esos que de forma concreta se producen cuando interactúa con esa específica obra. Además, no es lo mismo un cuadro expuesto en una galería con marcada asistencia a en otra que no llega a alcanzar esos niveles de influencia. Una obra de teatro impresa tiene un nivel de repercusión específico, otros los que pueden derivarse en la puesta en escena en un teatro o en un espacio público, etcétera.
En el sistema de las artes, las creaciones audio – visuales son las que en la actualidad alcanzan mayor impacto e influencia. Estas se difunden en diversidad de formatos, por múltiples vías y abarcan todos los tipos de arte. Ello exige priorizar su atención.
Estos años de construcción, aplicación y ejecución de la política atesoran un cúmulo importante de experiencias. Algunas indican cuales caminos no conducen a derroteros deseados, otras explican razones por las cuales, por ejemplo, se han tenido que presentar materiales mediocres, con contenidos que invitan a edificar y soñar con un modo de vida enajenador, así como que propician la asimilación acrítica de la violencia, la discriminación o con acercamientos sexistas hacia las mujeres, etcétera. Estas producciones no solo son las traídas desde el exterior, en ocasiones se crean en Cuba. Fidel refiriéndose a determinadas películas comentó:
“…incluso, algunas de las que hacemos aquí, debido a ciertas y determinadas corrientes, no pueden ni exhibirse porque vienen a ser filmes contrarrevolucionarios…
“…Ahora, ¿usted quiere un premio? Haga una película que dañe a la Revolución y tiene el premio y la publicidad asegurados en este mundo que nos rodea. Escriba un libro sucio, repugnante, contra la revolución, y tenga la seguridad de que más tarde o más temprano le dan un premio, y, mientras le dan el premio, mucha publicidad.” [19]
No obstante estas consideraciones, se tomó la decisión de exhibirlas en cines cubanos, aportándole información al pueblo. Este tuvo la oportunidad de servir de juez, de evaluarlas y valorarlas. Como norma no llegaron a ocupar el lugar que solo se reserva para las verdaderas y valiosas creaciones, esas que hacen vibrar los corazones.
Cierto es que no eran nada constructivas, ni inspiraban al pueblo, pero tampoco ponían en peligro a la Revolución, ni mancillaban los símbolos patrios, ni irrespetaban valores sagrados de la Patria, ni afectaban el patrimonio cultural e histórico del país. Su repercusión no debilitaba elementos básicos del sistema político cubano, ni ponían en riesgo la estabilidad del poder del pueblo, ni convocaban a desordenes públicos y de desobediencia civil y en consecuencia no alteraban la Seguridad Nacional.
Ello no puede conducirnos a hacernos los de la vista gorda o mirar hacia otro lado para no tener que fundamentarle, a determinado artista, las razones por las cuales no se le concede el espacio solicitado, aún cuando su obra no atente de forma directa contra la Seguridad Nacional, ni tenga las potencialidades para generar repercusiones políticas que pongan en peligro la Revolución. Los espacios institucionales también velan por la adecuada educación estética del pueblo, para contribuir a enriquecer y elevar el gusto estético y no para reproducir deformaciones, cursilerías, banalidades, vulgaridades, chabacanerías y superficialidades. Por otra parte, se continuará insistiendo para que los artistas asuman nuevos y superiores retos, inéditos, originales y que historias anónimas, heroicas, así como las tensiones reales en las que vive y construye el pueblo sean también objeto del arte.
En un contexto de abierta lucha ideológica, cuando el campo socialista se derrumbaba, que se proclamaba el fin de la historia, la crisis del marxismo, en el que todos los recursos de subversión político ideológica y cultural del imperio se alineaban contra Cuba, ya que en la práctica la isla se convertía en el único enemigo ideológico, Fidel proclamaba lo siguiente:
“Yo me acuerdo que cuando planteé esta cuestión de buscar el máximo de espíritu crítico decíamos: son preferible los inconvenientes de los errores que se produzcan, a los inconvenientes de una situación de ausencia de crítica. Y podría decir: son preferibles los errores de tener mucha libertad, a los inconvenientes de no tener ninguna libertad. Si la Revolución no tuvo temor a nada de eso, al principio, cuando no había ni ideas socialistas en este país.” [20]
Estas ideas explican razones por las cuales se tomaron determinadas decisiones que podrían considerarse que permitieron libertades no prescritas en la política, Pero lo que también es evidencia de que en Cuba no solo hay libertad de creación artístico y literaria en la política, sino también en su ejecutoria y que la Revolución y sus líderes confían en la fortaleza de la Revolución y en el apoyo mayoritario de su pueblo.
Y la libertad de creación artística vuelve a ser ratificada en la nueva Constitución de la República de Cuba. En el Título III Fundamentos de la política educacional, científica y cultural, en su ARTÍCULO 32, inciso h. se consagra que:
“se promueve la libertad de creación artística en todas sus formas de expresión, conforme a los principios humanistas en que se sustenta la política cultural del Estado y los valores de la sociedad socialista;”.[21]
En forma de norma jurídica, la política cultural no solo establece el respeto a la libertad de creación artística, sino que además clarifica sus límites. Por ser el arte una de las esferas de la cultura, lo esencial nos lo aporta, ante todo, lo axiológico y dentro de este sistema se especifica el humanismo, no solo con el rango de valor, sino de principio moral. De esta forma lo jurídico se hace corresponder con los postulados políticos de “Palabras a los Intelectuales” e incluye los enriquecimientos aportados en su ejecutoria.
La Revolución tiene el derecho de existir y la obligación de defenderse
El gobierno revolucionario tiene objetivos, principios, prioridades, así como el deber y el derecho de opinar, valorar y de reaccionar ante cualquier hecho, intención y producción, que de una u otra forma incida en él poder que representa. Si es atacado, con intensiones de desestabilizar al país, de debilitar o destruir a la Revolución, tiene la obligación de defenderla. Es ahí donde aparece el “contra la Revolución nada”, “contra la Revolución ningún derecho”.
“Contra la Revolución nada, porque la Revolución tiene también sus derechos; y el primer derecho de la Revolución es el derecho a existir. Y frente al derecho de la Revolución de ser y de existir, nadie —por cuanto la Revolución comprende los intereses del pueblo, por cuanto la Revolución significa los intereses de la nación entera—, nadie puede alegar con razón un derecho contra ella. Creo que esto es bien claro.” [22]
El derecho que asiste a la Revolución para proceder de tal forma proviene del hecho de que ella representa los intereses de la mayoría, del pueblo y está obligada a defenderlos. Ello también está consagrado con rango de precepto jurídico:
“ARTÍCULO 13. El Estado tiene como fines esenciales los siguientes:
“a) encauzar los esfuerzos de la nación en la construcción del socialismo y fortalecer la unidad nacional;
“b) mantener y defender la independencia, la integridad y la soberanía de la patria;
“c) preservar la seguridad nacional;…”[23]
Así como cada uno de los ciudadanos tienen no solo derechos y libertades, sino también responsabilidades:
“ARTÍCULO 90. El ejercicio de los derechos y libertades previstos en esta Constitución implican responsabilidades. Son deberes de los ciudadanos cubanos,…:
“a) servir y defender la patria;
“b) cumplir la Constitución y demás normas jurídicas;
“c) respetar y proteger los símbolos patrios;…
“g) respetar los derechos ajenos y no abusar de los propios;…
“k) proteger el patrimonio cultural e histórico del país, y
“l) actuar, en sus relaciones con las personas, conforme al principio de solidaridad humana, respeto y observancia de las normas de convivencia social.” [24]
En Cuba, los artistas, intelectuales, el pueblo y el gobierno, defienden la libertad de creación artística y literaria. Se reconoce que, sin ella, no se crean las condiciones necesarias para el desarrollo, fomento y promoción del verdadero arte.
En “Palabras a los Intelectuales”, hay tanto una defensa del derecho de los artistas a expresarse libremente, como del derecho y del deber del gobierno a analizar, valorar y decidir acerca de la producción y socialización del arte.
“La Revolución quiere que los artistas pongan el máximo de esfuerzo en favor del pueblo. Quiere que pongan el máximo de esfuerzo en la obra revolucionaria. Y creemos que es una aspiración justa de la Revolución.
“¿Quiere decir que vamos a decir aquí a la gente lo que tiene que escribir? No. Que cada cual escriba lo que quiera, y si lo que escribe no sirve, allá él. Si lo que pinta no sirve, allá él. Nosotros no le prohibimos a nadie que escriba sobre el tema que prefiera. Al contrario. Y que cada cual se exprese en la forma que estime pertinente y exprese libremente la idea que desea expresar. Nosotros apreciaremos siempre su creación a través del prisma del cristal revolucionario. Ese también es un derecho del Gobierno Revolucionario, tan respetable como derecho de cada cual a expresar lo que quiera expresar.” [25]
Toda libertad está íntimamente relacionada con el conocimiento y a su vez con la concientización de la necesidad. La Revolución cubana no le dijo al pueblo cree, sino lee y le da la posibilidad a todos de expresar, con entera libertad, sus sentimientos, pensamientos e intereses.
La libertad de expresión y creación, vociferada por los medios, es una abstracción elaborada, distante a la desplegada como principio de una real y congruente política cultural. Ellos son sus más constantes violadores. Quienes son sus propietarios, qué intereses divulgan y cuáles ocultan, qué obra o artista favorecen o cuál construyen. Para alcanzar sus fines, levantan potentes “jaulas invisibles”. Posicionan las producciones de su interés en su mercado, moldean sujetos para que consuman la “oferta”. Esta puede o no tener real valor artístico, pero, con el solo hecho de posicionarla en el mercado del arte le confieren su apariencia. Manipulan no sólo las conciencias, sino hasta los bolsillos de las personas. Los dueños son los que dictan que escribir, pintar, componer, editar; así como lo que se publica y expone. Los amos son los que ponen o a sus representantes en el Estado, para, desde las posiciones del poder político disponer de él y no solo ejercerlo desde el que le conceden los poderes económico, informativo y comunicacional.
En la genuina política cultural se debe de estar tan lejos del dogmatismo, como del liberalismo, de la intolerancia, como de la complacencia. El liberalismo es peligroso y la complacencia inaceptable, pero más peligroso son la intolerancia y el dogmatismo. Estas conductas adicionan asuntos a atender y pueden debilitar el enfrentamiento a frentes de guerra cultural abiertos y en ejecución por parte del imperio contra el mundo y contra Cuba. La cultura es una peculiar arma con la cual crear condiciones para socavar y revertir procesos democráticos. Ejemplos de ello hay en diferentes confines y países. Hoy la guerra que se nos hace no es solo a pensamiento y, por demás, hasta tratan de castrarlo y desaparecerlo.
Estados Unidos hace especial esfuerzo por expandir su estilo de vida e imponer el “sueño americano” al resto del mundo. Apuestan por subvertir a la juventud, por corromperla, desmoralizarla y pervertirla. En esta estrategia emplean todo el caudal que le aportan las ciencias, tanto para el manejo de la violencia simbólica, como las más diversas técnicas para deslumbrar, persuadir, manipular el inconsciente y la conciencia, para la usurpación del imaginario colectivo, y para el logro de una nueva recolonización. Para todo ello las artes son eficaces instrumentos. “Antes que los portaaviones y los misiles, llegan los símbolos, los que venderemos como universales, glamorosos, modernos, heraldos de la eterna juventud y la felicidad ilimitada”.[26] Y con todo este complejo andamiaje tratan de alcanzar sus objetivos, sin tirar un tiro.
A ello también le adicionan la fabricación de productos específicos, que satisfagan intereses políticos. Maquinan hasta forjar nuevos gustos por productos y prácticas que, en el mejor de los casos, son portadores de escaso valor, donde priman los concomitantes con lo vulgar, lo cursi, lo chabacano, ajenos a las normas más elementales de la decencia. El desvió de la atención hacia fenómenos superfluos o el fomento de conductas violentas, de indisciplina social, tratan de ser masificadas; y con ellas, en unos casos, promover la apatía política y dejar de movilizarse por causas progresistas o cuando es necesario generar desordenes e irrespeto a la ley, contexto propicio para organizar campañas de difamación y por la creación de resortes de opinión, interna, e internacional que acepte y vea como necesaria la intromisión en asuntos internos del país e ir aportando escusas, pretextos, para poder escalar a estadios superiores de agresión.
Su contenido y vitalidad no se reduce al que aporta el arte, aunque estos tienen características muy especiales que las hacen ideales para el logro de sus objetivos. Si estas son las armas seleccionadas, no se esgrimen en primera instancia, ni ante todo, para simplemente deformar el gusto estético, este está incluido, pero lo esencial es su empleo para alcanzar objetivos políticos.
Movilizan la sensibilidad humana para que se sumen a las revueltas, por lo que exhiben hechos que les interesa hacer visible, empleando las perspectivas que más le convengan. Mientras que el real promotor no aparece en la escena y en consecuencia no es acusado.
En esta guerra, lo primero que debemos asimilar es su real dimensión, para poder diseñar las necesarias acciones de enfrentamiento, así como otras que son más genuinas y abarcadoras, esas que nos permitan alcanzar la luz a la que aspiramos, la dimensión humana superior y esa sociedad más justa y culta por la que luchan las fuerzas progresistas. El desafío es enorme, pero posible. Y con nuestros recursos, actuando con inteligencia, podemos ganar esa colosal batalla.
“Con ideas verdaderamente justas y una sólida cultura general y política, nuestro pueblo puede igualmente defender su identidad y protegerse de las seudoculturas que emanan de las sociedades de consumo deshumanizadas, egoístas e irresponsables. En esa lid también podemos vencer y venceremos.” [27]
Para enfrentar la invasión cultural del Imperio, el líder histórico de la Revolución cubana nos convocaba a organizar la “Guerra de todo el pueblo por la cultura como parte de la batalla que libra la isla en el terreno de las ideas… y a fortalecer las fuerzas culturales de la nación conformadas en un frente único” [28]
Dando continuidad a sus ideas el Presidente de la República de Cuba, el compañero Miguel Díaz-Canel Bermúdez, señaló:
“Y Fidel supo advertir el riesgo de perder nuestra mayor fortaleza: la unidad, la identidad, la cultura, con la avalancha colonizadora que avanzaba en los tiempos de la globalización, con el acceso masivo a las nuevas tecnologías, promovido por los mercaderes modernos, no para enriquecer sino para empobrecer la capacidad crítica y el pensamiento liberador.” [29]
Asimismo insistía que “No nos interesa una sociedad, como hemos visto tantas por ahí, donde las luminarias que publicitan el progreso opacan a las estrellas en el cielo. Queremos que la decencia, la belleza, el buen gusto y la cultura del detalle se instalen en nuestras ciudades y que las mejores prácticas productivas hagan florecer nuestros campos.” [30]
La defensa de la Revolución, de sus ideales, de su cultura “no se debe descuidar ni un momento, y no se trata de enfrentar únicamente al enemigo desembozado, sino también a los errores propios, incluido el mal o insuficiente trabajo que puedan hacer los medios y las instituciones responsabilizados con el cultivo y la defensa de la cultura revolucionaria, y de la política trazada con esos fines.” [31]
Las nuevas generaciones tienen la responsabilidad, no solo de defender la obra de la Revolución, sino de continuar su avance y desarrollo. La defensa, no solo armada, política y económica, sino también cultural. Todas ellas se abrazan y confluyen en el reclamo de ·#PensarComoPaís, en este precepto, los intereses nacionales y particulares no están divorciados, sino que se complementan. La defensa cultural de la nación es un frente estratégico y determinante para la sobrevivencia, el desarrollo de la nación y para la consolidación de la soberanía e independencia nacionales. Hay que trabajar por hacer ver a todos que la cultura es el blanco predilecto del imperialismo estadounidense para ir erosionando el cimiento más profundo y preciado de la Patria e ir creando condiciones para volver a tomar posesión de la Llave del Golfo.
* Investigador del Instituto de Filosofía. Doctor en ciencias filosóficas, Profesor e Investigador Titular
Referencias Bibliográficas
[1] Guanche Zaldívar, Julio César. Tensiones históricas del campo político-cultural: la polémica Alfredo Guevara-Blas Roca. Revista perfiles de la cultura cubana. Mayo- agosto, 2003. Disponible en: http://www.perfiles.cult.cu/articulos/3_tensiones%20historicas.pdf
[2] Rodríguez Rivera, Guillermo. Decirlo todo. (Políticas culturales (en la Revolución cubana) Editorial Ojalá. La Habana, Cuba, 2017.
[3] Castro Ruz, Fidel “Palabras a los intelectuales” en Política cultural de la revolución cubana. Documentos, Ed. Ciencias Sociales, 1977, p.17.y Disponible en: http://www.fidelcastro.cu/es/discursos/conclusion-de-las-reuniones-con-los-intelectuales-cubanos-efectuadas-en-la-biblioteca
[4] Castro Ruz, Fidel. Carta al VII Congreso de Escritores y Artistas de Cuba 1 de abril de 2008. Disponible en: http://www.cubadebate.cu/reflexiones-fidel/2008/04/01/carta-fidel-vii-congreso-uneac/
[5] Díaz-Canel Bermúdez, Miguel. Discurso en la clausura del IX Congreso de la Uneac. 30.06.2019. Disponible en: http://www.granma.cu/cuba/2019-06-30/diaz-canel-trabajen-por-hacer-realidad-todo-lo-que-entiendan-que-aportara-al-bien-de-la-nacion-a-su-espiritualidad-al-porvenir-que-quieren-negarnos-los-que-no-han-podido-destruirnos-30-06-2019-21-06-23
[6] Martí, José “Heredia”. El Avisador Cubano, Nueva York, 4 de julio de 1888. Martí, José. OC. Edición Crítica. Centro de Estudios Martianos, 2019. T. 29, pág.123. Disponible en https://www.clacso.org.ar/coleccion_jose_marti/
[7] Martí, José “2 Francisco Sellén. Un poeta. “Poemas de Francisco Sellen”. El Partido Liberal, México, 28 de septiembre de 1890. “. En 2da. Edición Digital de las Obras Completas de José Martí. Centro de Estudios Martianos. 2002. Volumen 5, pág. 181. http://www.josemarti.cu/utilidades/ Obras Completas.
[8] Martí, José. “Heredia”. “El Avisador Cubano”, Nueva York, 4 de julio de 1888. En Martí, José. OC. Edición Crítica. Centro de Estudios Martianos, 2019. T. 29, pág.122. Disponible en https://www.clacso.org.ar/coleccion_jose_marti/
[9] Martí, José. Cartas de Nueva York expresamente escritas para la Opinión Nacional. “Señor Director de la Opinión Nacional.” Nueva York, 15 de abril de 1882. En Martí, José. OC. Edición Crítica. Centro de Estudios Martianos. La Habana, 2007. T. 11, pág. 173. Disponible en https://www.clacso.org.ar/coleccion_jose_marti/
[10] Martí José “A José Joaquín Palma” Guatemala, 1878. En Martí, José. OC. Edición Crítica. Centro de Estudios Martianos, 2009. T.5, p.320 Disponible en https://www.clacso.org.ar/coleccion_jose_marti/
[11] Engels, F. Carta a Miss Harkness, abril de 1888. En Marx, C. y Engels, F. Sobre la literatura y el arte. Ed. Política. La Habana. 1965. pág. 314
[12] Engels, F. Karl Gruin: Sobre Goethe desde el punto de vista humano. En Marx, C. y Engels, F. Sobre la literatura y el arte. Ed. Política, La Habana 1965. pp. 162-163
[13] Engels, F. Carta a Miss Harkness. Abril de 1888. En Marx, C. y Engels, F. Colección Cit. pp. 313-314
[14] Lenin, V.I. León Tolstoi. Espejo de la Revolución rusa. En Lenin, V.I. La literatura y el arte. Inst. Cubano del Libro. Ed. Arte y Literatura. La Habana. 1974, p. 34
[15] Ver Toledo Sande, Luis: “Para una nueva lectura de Martí, El Apóstol”. En Mañach, Jorge. Martí, El Apóstol. Ed. Ciencias Sociales. La Habana, 1990
[16] Ver. López Oliva, Manuel. La libertad artística en Cuba. En Revista Unión No. 3-4 de 1986. pp. 5-6
[17] Ver en relación con el pop el artículo de Desiderio Navarro. “Pop-art-Inc. Elegía crítica con más de una moraleja”. En Navarro, D. Cultura y marxismo. Problemas y polémicas. Ed. Letras Cubanas. La Habana. 1986, pp. 178-207
[18] Rodríguez, Carlos Rafael. Palabras en los setenta. Ed. Ciencias Sociales. La Habana, 1984. pp. 172-173
[19] Castro Ruz, F. Los valores que defendemos. Discurso pronunciado el 24 de febrero de 1998, en la sección constitutiva de la Asamblea Nacional del Poder Popular en su Quinta legislatura. Ed. Política, s.f. p 12
[20] Castro Ruz, Fidel Discurso en la clausura de la Reunión del Consejo Nacional de la Asociación “Hermanos Saíz”, celebrada en el Palacio de las Convenciones, el 12 de marzo de 1988. Disponible en: http://www.fidelcastro.cu/es/discursos/discurso-pronunciado-en-la-clausura-de-la-reunion-del-consejo-nacional-de-la-asociacion
[21] Constitución de la República de Cuba. La Habana 2019. Gaceta Oficial No. 5. del 2019. Proclamada el 10 de abril de 2019. Disponible en https://www.gacetaoficial.gob.cu/sites/default/files/goc-2019-ex5.pdf
[22] Castro Ruz, Fidel “Palabras a los intelectuales” en Política cultural de la revolución cubana. Documentos, Ed. Ciencias Sociales, 1977, p.17.y Disponible en: http://www.fidelcastro.cu/es/discursos/conclusion-de-las-reuniones-con-los-intelectuales-cubanos-efectuadas-en-la-biblioteca
[23] Constitución de la República de Cuba. La Habana 2019. Gaceta Oficial No. 5. del 2019. Proclamada el 10 de abril de 2019. Disponible en https://www.gacetaoficial.gob.cu/sites/default/files/goc-2019-ex5.pdf
[24] Ibidem
[25] Castro Ruz, Fidel “Palabras a los intelectuales” en Política cultural de la revolución cubana. Documentos, Ed. Ciencias Sociales, 1977, p.17.y Disponible en: http://www.fidelcastro.cu/es/discursos/conclusion-de-las-reuniones-con-los-intelectuales-cubanos-efectuadas-en-la-biblioteca
[26] Dulles, Allen W “Doctrina Dulles” En Bobkov F.D. “Como se preparan los traidores: El Jefe de la contrainteligencia política demuestra…Ediciones Políticas. Moscú. 2011. Бобков В.Д. Как готовили предателей: Начальник политической контрразведки свидетельствует… Ver www.koob.ru Fragmentos divulgados por González, Arthur en http://heraldocubano.wordpress.com/2013/11/29/el-arte-de-la-inteligencia-de-allen-w-dulles/ consultado el 2 de marzo del 2014.
[27] Castro Ruz, Fidel. Discurso en la Tribuna Abierta celebrada en la Plaza de la Revolución «Comandante Ernesto Che Guevara», en conmemoración del Aniversario 47 del Asalto al Cuartel Moncada el 26 de julio de 1953. Villa Clara, 29 de julio del 2000. http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/2000/esp/f290700e.html
[28] Castro Ruz, Fidel. Intervención en el 3er Pleno ampliado del Comité Nacional de la UPEC, efectuado en el Palacio de Convenciones, UPEC. 15, 16 y 17 Julio 2000 Granma internacional. 23 de julio del 2000.
[29] Díaz-Canel Bermúdez, Miguel. Discurso en la clausura del IX Congreso de la Uneac. 30/06/ 2019 https://www.presidencia.gob.cu/es/presidencia/discurso-pronunciado-por-miguel-m-diaz-canel-bermudez-presidente-de-los-consejos-de-estado-y-de-ministros-en-la-clausura-del-ix-congreso-de-la-uneac-1/
[30] Díaz-Canel Bermúdez, Miguel. Discurso en la clausura del IV Periodo Ordinario de Sesiones de la ANPP en el Palacio de Convenciones, el 21 de diciembre de 2019 http://www.granma.cu/discursos-de-diaz-canel/2019-12-21/diaz-canel-al-pueblo-de-cuba-unidos-hemos-vencido-unidos-venceremos-21-12-2019-20-12-34
[31] Sande Toledo, Luís. Más allá y más acá de Palabras a los intelectuales. Cubarte 30 junio 2018. Disponible en: http://cubarte.cult.cu/artesa-en-este-tiempo/mas-alla-y-mas-aca-de-palabras-los-intelectuales/