Creado en: diciembre 2, 2021 a las 10:51 am.
Un soplo de vida para la flauta
Por: Ailén Castilla Padrón
“Este premio me ha alegrado muchísimo, sobre todo, por la calidad del jurado”, explicó Fernando de Jesús González García. Foto: Alejandro García
El joven avileño Jesús González García se alza con el premio en la categoría de 15 a 17 años en el concurso virtual internacional Lyrical Flute Legends
Cuando Fernando de Jesús González García se descubrió buscando en Internet partituras y libros, ya el concurso Lyrical Flute Legends le había entrado por los ojos y en el alma sin remedio, más cuando supo que James Galway, y su esposa Jeanne Galway, serían el jurado encargado de evaluar el trabajo.
No sólo se trata de uno de los mayores virtuosos del mundo en la interpretación de la flauta, sino uno de los pocos en recorrer con éxito una carrera en solitario, tanto que se le conoce como “el hombre de la flauta de oro”.
Aún más importante era que Fernando se dormía con los audífonos puestos escuchando una y otra vez la música de Galway, disfrutando de su “ángel” para este instrumento y soñando tocar como él.
Un día cualquiera su madre, Mirna García Mata, encontró la convocatoria y no dejaron pasar la oportunidad. La idea se cocinó en familia y, de una larga lista de opciones, Fernando eligió Cavatina, de Antonin Dvorak y Karen North, una pieza sin grandes complejidades técnicas, pero hermosa. El certamen pretendía evaluar, en primer lugar, la musicalidad y el ritmo logrados durante la ejecución. En cambio, él sólo quería acercarse de alguna manera a su ídolo.
Los participantes fueron desde los 10 hasta los 17 años, y de países tan diversos como Australia, Reino Unido, Polonia, Malasia, Alemania, Estados Unidos, Rusia y Filipinas. Incluso, según declararan los organizadores en la página oficial del evento, la demanda obligó a dejar una categoría abierta para quienes no clasificaran en estos rangos de edades.
Como patrocinadores aparecen las entidades Print Music Works, de Australia; FlutePlay, de Canadá; Suono, de Italia; y June Emerson Wind Music, de Inglaterra; y el único requisito era pagar para obtener la partitura. Lo hicieron.
Grabaron con métodos caseros, editaron y presentaron el video. La familia entera esperó con la emoción atorada en el cuello y la certeza de que, en cualquier caso, valían el aprendizaje y la oportunidad de rivalizar para crecer como instrumentista. A la larga acertaron.
La publicación de los resultados les devolvió el alma al cuerpo. Fernando se alzó con el premio en la categoría de 15 a 17 años y la cortesía de un mensaje de texto a su celular, firmado por Galway, terminó por sacarle los colores y las lágrimas.
La lista de premiados incluyó a participantes de diversos países
Un mes después todavía lo cuenta con la misma emoción y con los ojos grandes. De paso, se prepara para volver al Conservatorio de Música José White, de Camagüey, donde cursa el segundo año. A pesar de la COVID-19 y de un curso en pausa, no ha dejado de ensayar un día y esa ha sido la clave para triunfar y sentirse satisfecho.
Claro, al principio no sabía que sería flautista y llegó a la Escuela Elemental de Arte Ñola Sahig Saínz con la intención de ser percusionista. Sin embargo, salió de la prueba con una sonrisa inmensa porque tocaría el mismo instrumento que su mamá. De hecho, fue Mirna quien inauguró la línea de flauta en este centro docente y, luego, impartió clases por años. De algún modo las casualidades y la vocación los han puesto en el mismo camino.
Como maestra le exige el doble de lo que hizo con cualquiera de sus estudiantes anteriores, y puede regodearse en que Yenier Crespo, el padrastro que siempre ha estado a su lado, es el percusionista de la casa. También de que por sus venas corra la sangre de Federico Sariol, ese músico de talento reconocido en la ejecución de instrumentos de viento y metal, así como en la realización de arreglos y la composición de obras exquisitas.
Si se quiere, pudiera entenderse que esta familia ha heredado la pasión por la música hasta la quinta generación, por eso no ha sido necesario obligar o imponer. Fernando toca la flauta porque lo disfruta, aunque para lograrlo haya renunciado a las cosas comunes y corrientes que un muchacho de 17 años hace.
Se levanta temprano y combina el estudio con la ejecución de piezas variadas acordes a su nivel. En estos meses ha trabajado sin descanso en el programa de segundo año, que va desde el Estudio 23 para flauta, de Joseph Henri Altés, hasta Cantabile y presto, de George Enesco. No hay vacaciones porque no puede permitirse ningún retroceso de sus habilidades interpretativas.
A estas alturas saben que espacios alternativos similares al Lyrical Flute Legends, a través de las plataformas virtuales, han llegado para quedarse, y en la práctica son vías expeditas para promocionar y competir. Este ha sido el punto de partida para soñar en grande y sondear la Red de redes en busca de otras oportunidades, sobre todo, porque la flauta en Cuba no es de los instrumentos de mayor despliegue y es necesario, también, mirar hacia afuera.
Todavía Fernando no tiene un estilo terminado o influencias definidas, pero es un muchacho inteligente al que la sensibilidad y el virtuosismo le quedan a la medida. Que su premio sea un soplo de alegría en su incipiente carrera es, cuando menos, el anuncio de lo que viene.