Creado en: febrero 10, 2022 a las 09:03 am.
El asunto de la palabra es infinito
“La esencia lingüística del hombre es nombrar las cosas”…
Walter Benjamín (1892-1940)
Recién había regresado de la Ex URSS, asistí en primera fila a la caída del Socialismo Real del Este. Ya en Cuba analice que mi formación de la resistencia pudo soportar el bombardeo indiscriminado a mi identidad, desde todos los puntos de vista, pude sobrevivir porque a pesar de lo joven de mi cultura, –menos de 500 años de formación[1] -, sus variados y milenarios ríos subterráneos, llegados de España, África, China, India, Arabia y otros confines geográficos; supieron enfrentarse y afrontar los empujones de la ilustración eslava. En ese contexto tormentoso de los 90 me encontré con la literatura, la poesía de Ismael González Castañer (La Habana, 1961), pero en realidad me amurallé en sus crónicas[2], que reflejaban –sin cortapisas- lo sórdido, lo absurdo de la realidad cubana del momento, con un temple, una gracia, una sátira y un humor, dignos del mejor instante de los cuentos del ucraniano Nicolái Gógol (1809-1852)[3]. Ironía incisiva, hiriente y chispeante que te hace reflexionar sobre los asuntos de la existencia humana y más allá. Ismael resulta de los poetas que leía de su generación[4], el más abarcador, alguien que labora con muchos elementos del lenguaje y de su percepción –muy propia-tanto pictórica, como musical, es un constante laboratorio de experimentación/asociaciones sensoriales. Recuerdo su plaquette con ilustraciones de la artista plástica Sandra Ramos(1968): Las canciones del amante todavía persa(1992); allí ya se verifican poemas del calibre del: El de las amigas; o Entre la mujer blanca sí y la mujer negra no,[5] mostrando un enérgico cuestionamiento de hechos/actos discriminatorios, racistas, divisores, débiles y apremiantes de nuestra sociedad. El Isma, uno que utiliza en su poética –más que en su narrativa o prosa- la invención, la regeneración, o reciclaje cultural; o sea la creación de palabras, fonemas, giros idiomáticos constantes. emisor que no se detiene ante las dificultades que tal práctica le coloca al lector/receptor/decodificador común y corriente. Ismael –me reacomodo en esta idea- necesita de la complicidad de lectores activos, edificadores, del tipo de los que prefería Charles Baudelaire(1821-1867), para sus obras.
No olvido nuestras sustanciosas conversaciones, de carácter infinito, pues los dos trabajábamos de noche como serenos, o custodios en círculos infantiles que se hallaban situados a unas cuadras de distancia, el uno del otro, y a pesar de lo escaso del salario, por el enriquecimiento humano, fue el sitio donde tan bien estuvimos. Podíamos (re)visitarnos en la voz del poeta: “Noche. ¿Qué puedes en el camino inexorable hacia mi casa? Huyo de tus elementos.ʺ[6] Fijémonos en otra característica de su poesía, la constante apropiación de vocablos técnicos de la física, la matemática, la química, la mecánica, la informática, la automática y otros muchos espacios científicos verificables que, el bardo los enlaza mágicamente entre ellos.[7] Fusión increíble. Retornemos al círculo infantil de nuestros diálogos, polémicos, sobre los conceptos ideoestéticos, a veces realizábamos un enlace telefónico triple e incluíamos al poeta Rito Ramón Aroche (La Habana, 1961) que, al igual que nosotros cuidaba de noche una fundición, al otro extremo de la ciudad maravillosa. Más tarde esta pasión nos uniría en El Palenque, grupo de creación lirica vanguardista. Fuimos los dos palenqueros que en el 2015 nos reencontraríamos en Venezuela[8]. Ismael como cooperante-instructor de literatura, admirado por sus alumnos, de todas las clases y estatus sociales de la urbe petrolera -fui excepcional testigo de ello. Me invitaron a la Feria Internacional del Libro de Venezuela (FILVEN-2015), Caracas y fui feliz de la mano de Ismael mostrándome milagros caraqueños, y andinos. Allí en el piso 16 del hotel Venetur ALBA-Caracas, antiguo Hilton Caracas, en esas alturas escribí un poema[9], todavía inédito titulado: A mil, dedicado a nuestras madres, cuál no sería mi sorpresa cuando en el 2020 El Isma me regaló su libro: Palabras de Mumford (Selvi Ediciones, 2020, Colección Arco Tenso –primera entrega-, Valencia, España); dedicado en un poema a su madre/nuestras madres y tuvo la osadía de trazar con su mano: “A T. A. A. xq tuvimos madres similares”. El poema se rotula: Creo que hice feliz a mi madre. En la tranquilidad de mis reflexiones me dije que el arte posee senderos secretos de confluencias que nadie es capaz de explicarse.
En el ahora lejano año de 1997 Ismael obtuvo el Premio David, y al fin puso los pies en las Editoriales, en este caso Unión con el compendio: Mercados Verdaderos (1998); Premio de la Crítica y cuyos versos rumeaban la mayoría de los habitantes de la ciudad letrada. Después vendría La misión (Letras Cubanas, 2005) y el anterior Disfuerzo (Letras Cubanas, 2012). En el que nos ocupa Palabras de… ahonda en sus juegos escriturales, fonéticos, sonoros –camino que había abierto en Mercados… y que profundiza, en Disfuerzo,le da voz a los colaboradores/promotores, entes, alter egos tan edificadores o más que el propio autor, arriesgándose, dándole existencia a palabras inventadas/encontradas[10] como los mensajes del náufrago en la botella y que se convierten -por fuerza propia- en los envíos de nosotros mismos. Escuchémoslas/paladeémoslas una vez más: cuasavar, marimar, divanda, hasaba, curvilo, estavilo, infraniño. Un momento -¿Hasta cuándo son los 15 de Jacquelín¡, es como una contaminación resonadora de buen gusto, pues uno quiere seguir oyendo frases así, que el autor es capaz de extraer de la comunicación social diaria y conferirle variados significados y significantes; evolución absoluta, que puede molestar/extrañar como todo lo único, como todo lo nuevo. Acuérdense de su propia acotación: “Espero que la palabra maravilla no llegue desprestigiada al lector”. Y no llegó, lo que si arribó son sus parole, parole, parole del sujeto musical que resulta Ismael González Castañer, por eso nos repite en este acto de gritar fuerte al viento: “Un libro por el aire/salve de aquí/toda una esfera. Antes cuando nacimos y crecimos de la tierra solo teníamos para conocer el aire, La misma tierra en promontorio natural y las aves, que a través de nuestra mente/ ofrecían el visor”. Creo que es el momento adecuado para dedicarle un párrafo al trabajo de edición de Roberto Manzano, de toda la colección, los 10 poemarios de esta primera entrega. Conozco más de un editor que por la dificultad que presenta el nuevo método versificador/rapeador/urbano del Ismaelillo, por considerar las editoriales, sus ediciones, su coto personal, le han cerrado las puertas a estos espacios.[11] Manzano no, Roberto Manzano se solaza en el jueguito del método ismaeliano, lo (re)crea y además, al ser él mismo un esteta se divierte, pues ha comprendido que la búsqueda de González Castañer, de hecho, resulta una de las posibles sendas futuras de la Lírica/Literatura cubana. Son frases, palabras, parole,[12] giros idiomáticos tomados para el goce de nuestras gentes, coloco un término robado a una de las artes, la arquitectura y la locución es resiliencia[13], porque no por azar se nace en el Cerro cerraó, un día de los 60 y se llega como en un juego a los 60 años, eso son Palabras de Mumford. Un libro en el aire, desde Valencia, un tomo para con sobriedad y acierto refugiarnos, hermano, con estas palabras diferentes, de todos, en tu corazón.
[1] Leer de Walterio Carbonell(1920-2008), Crítica, ¿Cómo se formó la cultura nacional?. Ediciones R. 1961.
[2] Algunas de sus crónicas aparecieron en la revista Extramuros, del Centro Provincial del Libro y la Literatura, donde Ismael fungió como editor y tomamos uno que otro curso de superación juntos.
[3] Me estoy refiriendo al Nicolái Gógol de las narraciones: El capote, La nariz, la comedia El Inspector y otros muchos.
[4] Tal vez el más antologado en la década de los 90.
[5] Versos que aparecen en su obra Mercados Verdaderos, 1998.
[6] El poema se titula Disfuerzo como su libro del 2012, por la Editorial Letras Cubanas y pertenece a su último libro: Palabras de Mumford, página 51. Pero se pueden verificar dentro del cuerpo varios acercamientos al término.
[7] Castañer estudió hasta 3er año Ingeniería mecánica en la CUJAE y luego fue profesor de dibujo técnico en la Escuela Secundaria “Paulita Concepción”, en el Cerro. Pero quiero pensar que entre los modelos matemáticos y los modelos intelectuales al final reciben idéntica o cercana recepción/aceptación.
[8] Conservó las fotografías de estas aventuras mágicas en los cerros caraqueños.
[9] En realidad allá escribí varios textos que forman parte de mi libro inédito: El sueño de los tártaros.
[10] Realiza un intento de explicación/esclarecimiento en el poema de la página 19, denominado: FUL, OL, OL, PULUL.
[11] No diré nombres, mi ética personal me lo impide, pero ellos, estén donde estén, saben. Pero qué dirían los vanguardistas de semejantes ejemplares.
[12] Pude escribir en ruso eslaba, o sea palabras.
[13]La resiliencia se refiere a la capacidad de cualquier organismo o sistema para afrontar impactos, recuperarse y continuar su desarrollo, aplicado a la comunicación social se asocia a la adaptación a los cambios que inevitablemente ocurrirán, y también como algunos autores aseguran, la necesidad de revertir esos cambios. La resiliencia en comunicación –como en otras actividades humanas- redundancia, flexibilidad, capacidad de autoorganización y de aprender- toma como referencia no a la máquina –invento humano-; sino a la célula, mundo vivo que desarrolla integralmente todas las funciones del organismo y se encuentra en constante intercambio con el medio.