Creado en: junio 6, 2022 a las 08:03 am.
¿Fascismo en democracia?
Tomado del Periódico Granma
¿Puede hablarse de la prevalencia de valores democráticos en una nación donde se asalta a una institución legalmente asentada con la anuencia de las fuerzas policiales? ¿Es lícito certificar la gobernabilidad democrática cuando por parte de las autoridades no hay, ni parece haber, el más mínimo pronunciamiento, no digamos siquiera acción penal ni repercusión en los grandes medios, de condena a los perpetradores de un acto bárbaro como lo fue el ataque a la sede neoyorquina de The People’s Forum (TPF)?
El pasado viernes 3 de junio, un grupo de elementos de extrema derecha irrumpió en el local de The People’s Forum, de la Calle 37, amparados por una docena de agentes del Departamento de Policía de Nueva York. Al dar a conocer el suceso, la dirección de la institución informó que los agentes policiales «permitieron que el intento de ocupación continuara durante más de una hora, mientras nuestro personal e invitados eran agredidos físicamente y acosados verbalmente». Entre los asaltantes se hallaba un grupúsculo que se autoproclama «coalición antivacunas», es decir, que se opone violentamente a toda campaña de promoción a favor de la vacunación contra la COVID-19, que tantas vidas ha cobrado en Estados Unidos y ha trenzado alianzas, con el TPF en la diana, con elementos anticubanos y antichavistas que operan con total impunidad en ese país.
El comunicado de la institución precisó cómo «hoy (viernes) esta coalición de extrema derecha fue expulsada del espacio por la fuerte postura y resistencia del personal del TPF», y confirmó que «continuaremos elevando nuestros valores socialistas y seremos un espacio acogedor para los trabajadores y todos aquellos que quieran transformar la sociedad para mejor».
Los agresores partieron de un cálculo perverso. Suponían que la sede estaría desprotegida, puesto que los activistas de tpf habían anunciado un receso a fin de garantizar el traslado y participación en la Cumbre de los Pueblos por la Democracia, paralela a la Cumbre de las Américas de Los Ángeles. A ese evento llevarán las voces que no quieren escuchar los círculos de poder en Estados Unidos y de las oligarquías que en varios países latinoamericanos le siguen la corriente, como para poner en solfa el modelo de gobernabilidad democrática que Washington pretende imponer. No hay ambigüedad alguna cuando en la convocatoria proclaman un llamado a «contrarrestar la IX Cumbre de las Américas» e «imaginar un mundo nuevo, que ponga la democracia popular en primer lugar».
Eso molesta, irrita y da pie a la barbarie. Cómo no emprenderla contra el TPF por ser una institución incubadora de movimientos para la clase trabajadora y las comunidades marginadas, y erigirse espacio educativo y cultural accesible que nutre a la próxima generación de visionarios y promotores de acciones colectivas para transformar el mundo. Cómo no atacar la sede de TPF con garantías de impunidad cuando se sabe que dos años después del asalto al Capitolio, de 700 encausados solo han sido sancionados 71, y la pena máxima apenas rebasa cinco años de prisión. Esto en un país que se presenta como campeón de la democracia y se atribuye el derecho de juzgar a los demás e incluir a quien le venga en gana en la lista de patrocinadores del terrorismo.
Como también molesta, irrita y da pie a la barbarie el hecho de que, en ocasión del pasado 1ro. de mayo, un contingente de jóvenes estadounidenses, pertenecientes a 23 agrupamientos de la sociedad civil contrahegemónica, haya viajado a Cuba, participado en el desfile por la efeméride proletaria y se haya entrevistado libremente con médicos, trabajadores, estudiantes, artistas, educadores, líderes de colectivos LGBTQ, activistas antirracistas, sindicalistas y líderes comunitarios y religiosos.
Al final de la visita emitieron un comunicado, publicado por TPF, en el que plantean: «Llamamos al fin del bloqueo ilegal e inhumano y de todas las formas de agresión de Estados Unidos contra Cuba. Trabajaremos por visibilizar la realidad cubana, sus logros y desafíos, para combatir la desinformación entre los jóvenes de América del Norte».