Creado en: octubre 14, 2022 a las 02:25 pm.
El Che en combate…
El nueve de octubre de 1967, hace exactamente 55 años, fue vilmente asesinado por agentes de la estadounidense Agencia Central de Inteligencia (CIA), en la escuelita rural boliviana de «La Higuera», el comandanteErnesto Guevara de la Serna (1928-1967). A la memoria del mítico combatiente internacionalista cubano-argentino dedico la reseña que le hiciera al libro El Che en combate. La campañaguerrillera en Cuba Central, del doctor Antonio Núñez Jiménez (1923-1998), publicado por la Fundación de la Naturaleza y el Hombre.
En dicha joya de la literatura especializada, el científico, investigador, escritor, periodista, espeleólogo, geógrafo, combatiente y diplomático, imparte lecciones sobre la Historia de la Guerra de Liberación, y cómo se deben investigar los hechos socio-históricos.
Por otra parte, explica cómo buscar las fuentes idóneas, para encontrar la verdad. Nos enseña la cultura de la amabilidad como corresponde a toda personasensible.
No cabe duda alguna de que el ilustre intelectual cubano era un maestro, sobre todo por el significado enaltecedor que le otorgara a la palabra hablada y escrita.
En las páginas de ese volumen, invita a evocar la memoria del «Che» como hombre enérgico y tierno a la vez, ya que utiliza conceptos esenciales sobre los cuales se estructura la carismática personalidad del «Guerrillero Heroico». Desde el nacimiento del «Héroe de la Batalla de Santa Clara», en la ciudad de Rosario, Argentina, el tránsito por «Nuestra América» continental, hasta el triunfo de la Revolución Cubana.
En la narración, reseña la ética inmarcesible del legendario Comandante de América, pero no olvida la moral que observó en otros combatientes que participaron en esa gesta. La dignidad de las mujeres, jóvenes, niños y ancianos civiles que padecieron el drama de ser cruelmente bombardeados por los aviones de la dictadura batistiana.
Al respecto precisa el autor que, « […] para mí, haber escrito este libro es como pagar una deuda que adquirí en las mismas acciones combativas [en las que intervine] con el Che, quien desde entonces comprendió mi afición y amor [a] la historia de la Revolución cubana […]».1
Fiel intérprete del pensamiento de Fidel y el Che, el doctor Núñez Jiménez hizo aclaraciones oportunas acerca de conceptos de la Historia, no ajustados a la valoración objetivo-subjetiva realizada sobre la función desempeñada por la batalla de Santa Clara en la Guerra de Liberación.
« […] En muchas ocasiones, el Jefe de la Columna 8 insistió en que lo decisivo del derrumbe del régimen de Batista fueron las acciones militares en la Sierra Maestra». 2
Esa obra incluye acciones heroicas e históricas, acaecidas al mismo tiempo en diferentes frentes del Ejército Rebelde. Relato que le permite al lector visualizar el magno escenario de las proezas libradas en todo el país, así como la inteligencia global y emocional de la máxima dirección de la Revolución para lograr la entrada del Ejército Rebelde a Santiago de Cuba.
En ese volumen, se hace justicia a la participación de la mujer villaclareña, en la guerra. Entre ellas, Aleida March, Martha Lugioyo, Sobeida Rodríguez (Mimí), y Lupe Veliz, su compañera en la vida y en la lucha, quien cumplió varias misiones orientadas por el «Che».
Entre otras cosas, fundamenta la narración de los hechos en los testimonios, en los textos transcritos de la radio, tanto revolucionaria, como del enemigo, y en las imágenes captadas por él y otros combatientes para preservar la memoria de los acontecimientos que tuvieron lugar durante el fragor de los encuentros bélicos.
Es irrefutable que el cúmulo de la documentación se originó en la lucha guerrillera. El autor era un combatiente que observaba, anotaba, descubría, lo cual fue percibido por el «Che», y lo expresa en la dedicatoria que le hizo en el libro La Guerra de guerrillas. Compiló un tesoro en imágenes, como —por ejemplo— la del encuentro con el veterano del Ejército Libertador, en El Pedrero.
Valora la importancia de la Universidad Central «Martha Abreu» de las Villas para lograr las victorias, y resume el trabajo de depuración realizado en 1957 para convertirla en baluarte de la Revolución; hecho que facilitó la participación de los estudiantes y personal docente revolucionario en la lucha por la verdadera independencia.
Ese centro villareño de educación superior tuvo sus mártires y héroes. Su contribución fue estratégica, ya que aportó los mapas que necesitaba la columna 8, comandada por el «Che», para estudiar y decidir el camino o vía por el cual debían dirigirse hasta entrar a la ciudad de Santa Clara, sin ser detectados por el enemigo. Y recuerda el memorable día cuando el Che decidió establecer la Jefatura de su columna en el recinto universitario.
Los sentimientos brotan a través de las descripciones, realizadas por el autor o por los otros testimoniantes que participaron en los combates, o en la toma de las ciudades o cuarteles. Hay dolor y se presiente el angustioso andar de las familias evacuadas, y del hombre o mujer en las largas y tristes caravanas, «en las frías y húmedasnoches […]», como refiere el cronista.
En el difícil traslado a los enfermos, en los sufridos rostros de quienes han perdido sus hogares, a sus seres más queridos. En las madres que van con los hijos abrazados como si los protegieran de Tanatos (la muerte en el vocabulario psicoanalítico ortodoxo).
Por otro lado, recoge —además— los momentos alegres experimentados en los encuentros o conversaciones a través de la radio con la otra columna invasora: la del comandante Camilo Cienfuegos Gorriarán (1932-1959).
El libro constituye una fuente imprescindible para los historiadores, de gran valor para la Historiografía cubana y universal.
A través de sus obras, el científico, padre, esposo, capitán del Ejército Rebelde, profesor emérito, Cuarto descubridor de Cuba, sigue enseñándonos a desentrañar la verdad histórica de la Revolución Cubana.
Notas
[1]. Antonio Núñez Jiménez: El Che en Combate. La campaña guerrillera en Cuba Central. La Habana, Editorial Fundación de la Naturaleza y el Hombre, 2014: p. 12.
2. Ibídem: pp. 12-13.