Creado en: julio 9, 2023 a las 07:11 am.
Calderón de la Barca en los orígenes del teatro en Cuba
Vamos a introducirnos en la presencia en Cuba colonial de uno los más grandes dramaturgos de todos los tiempos, Pedro Calderón de la Barca. Nacido en Madrid en 1600, de familia hidalga procedente de Cantabria, estudió derecho canónico para complacer a su padre, pero abandonó la carrera eclesiástica para dedicarse a la carrera militar, época en que se enamoró del teatro: entre campañas guerreras, su afición al juego y a las mujeres, estrenó su primera obra en 1623. Después de una vida algo tormentosa, se ordenó sacerdote en 1651. Fue en principio un estudioso de Lope de Vega; sus primeras obras revelan la intención de renovar la poética lopesca: disminuye el número de personajes, tiende más a lo espectacular, y se concentra en la complejidad trágica de los caracteres, incluso en algunas de sus comedias. Así se convirtió en el más cabal expositor de la estética barroca. Ya en la cuarta década del siglo es el dramaturgo favorito de la corte.
Entre sus discípulos y epígonos se cuentan en primer lugar, Agustín Moreto y Francisco de Rojas Zorrilla y luego la hornada que encabezan Juan Bautista Diamante, Cristóbal de Monroy, Álvaro Cubillo de Aragón, Juan de Matos Fragoso, Antonio de Solís y Francisco de Bances Candamo.
El impacto de la poética calderoniana entre los rígidos preceptores del neoclasicismo es tal, que sus obras sufren en menor medida que las de Lope y Tirso los males de la censura. Por ello será muy representado en el siglo XVIII, si bien en muchos casos es víctima de refundiciones no siempre felices.
Esta es su situación en la España dieciochesca y así sucederá en la Cuba colonial. Si aceptamos que Calderón, como él mismo aseguró, es el autor de ciento diez obras mayores, y unos ochenta breves y tenemos en cuenta que en Cuba, en los cincuenta años que he estudiado -1775-1825- se estrenaron al menos cincuenta y seis de sus obras mayores, tenemos que concluir que nuestro período neoclásico no anduvo totalmente desencaminado.
En las cuatro temporadas que inician la actividad teatral profesional en nuestra Isla, hasta la Cuaresma de 1780, suben a la escena del Coliseo habanero las tragedias La vida es sueño –estrenada el 4 de junio de 1776, cuatro funciones-, El mayor monstruo los celos -29 de diciembre de 1776, siete funciones-, El príncipe más constante y mártir de Portugal –siete funciones-, las dos partes de La hija del aire –siete funciones-; La cisma de Inglaterra –seis funciones-, y las comedias El monstruo de los jardines, estrenada el 16 de junio de 1776 -seis funciones-, y La dama duende– estrenada el 28 de abril de 1779, cuatro funciones-También, hasta donde la documentación disponible nos permite, entre una y tres funciones, las tragedias Los cabellos de Absalón, El médico de su honra. Lances de amor y fortuna, Dar tiempo al tiempo, Casa con dos puertas mala es de guardar, Afectos de odio y amor, El conde Lucanor, También hay duelo en las damas, Bien vengas mal si vienes solo, Agradecer y no amar, Cada uno para sí, Para vencer a amor querer vencerle, El galán fantasma, El mayor encanto amor, Los empeños de un acaso, Hado y divisa de Leónido y de Marfisa, El segundo Escipión, Troya abrasada, Las armas de la hermosura, El mágico prodigioso y Josef de las mujeres;la burlesca Céfalo y Pocris, la comedia en música Darlo todo y no dar nada. Apeles y Campaspe, así como elauto sacramental Los encantos de la culpa o El divino Jasón y dos en colaboración: La más hidalga hermosura –con Rojas Zorrilla y Juan de Zabaleta y El monstruo de la fortuna y lavandera de Nápoles-con Rojas Zorrilla y Juan Pérez de Montalbán, epígono de Lope-; esta última alcanzó veintinueve funciones en trece temporadas hasta 1825: treinta y tres de sus obras mayores en solo cuatro años; lo que revela que los vientos reformistas de la poética novoclásica aún no llegaban a la colonia.
En el próximo período documentado, a partir de la aparición del Papel Periódico de La Havana y los órganos de prensa posteriores, se restrenan muchas de estas obras y suben a escena por primera vez El escándalo de Grecia contra las santas imágenes, la tragedias A secreto agravio, secreta venganza -doce funciones en ocho temporadas- y La gran Cenobia y los prodigios de Palmira, así como las comedias El amante astrólogo o El astrólogo fingido, Los encantos de la culpa, De un castigo tres venganzas o Un castigo en tres venganzas, Gustos y disgustos son no más que imaginación, No hay burlas con el amor, Los prodigios de la magia y jardín de Falerina, El tejedor de Segovia, Nadie fíe su secreto y la zarzuela Fieras afemina amor,
Casi todas las obras mencionadas antes del feliz recurso de la prensa tuvieron presencia a lo largo del primer cuarto del siglo XIX, destacándose dos de sus obras que pertenecen al imaginario de la cultura universal: El mayor monstruo del mundo, con un total aproximado de veintiuna funciones en trece temporadas y La vida es sueño, que llegó a catorce funciones en once años cómicos. Como vemos, a pesar de las prohibiciones de la malhadada Junta de teatros de 1800, organizada a instancias de los más conspicuos ilustrados y fracasada antes de dos años, Calderón se mantuvo en las carteleras españolas y por supuesto en las de La Habana.