Creado en: marzo 12, 2024 a las 11:21 am.
Miguel Iglesias: “todos los días son un pretexto para trabajar”
Por Samali Benítez Guerrero y Víctor Cabrera Soriano
Danza Contemporánea de Cuba (DCC) es considerada por muchos el máximo referente de la danza moderna y contemporánea en la isla, tal vez se debe a 64 años que marcan historia desde su creación por el maestro Ramiro Guerra en septiembre de 1959, bajo el nombre Conjunto Nacional de Danza Moderna. La compañía inaugura este género danzario en Cuba en un momento donde el nombre de Alicia Alonso era un fuerte referente.
El pasado mes de febrero y para iniciar las celebraciones por su aniversario 65, DCC repuso en la sala Avellaneda del Teatro Nacional de Cuba las obras Coil, de Julio Cesar Iglesias (2017), y Mambo 3XXI, de George Céspedes (2009).
Miguel Iglesias Ferrer, director de la compañía desde 1985, asegura que para su colectivo «todos los días son un pretexto para trabajar”. Abordado en el propio lobby de la Avellaneda, el Premio Nacional de Danza 2018 respondió sobre la temporada que inició el año.
¿Por qué se escogen Coil y Mambo 3XXI para la primera función de 2024?
Según mi criterio son creaciones de dos de los mejores coreógrafos que tiene Danza Contemporánea de Cuba. Ellos se complementan, son totalmente diferentes. Julio es más visceral, Coil quiere decir bobina, es un ritual muy real y vitalicio que te va contagiando.
En cambio, Mambo 3XXI surge porque necesitaba a alguien que buscara un ritmo del pasado y lo llevara a la escena con la visión de un joven del siglo XXI, y George es un maestro que agota al máximo los diseños espaciales.
Miguel Iglesias hizo referencia también a resultados que trajo la creación de Mambo 3XXI para la compañía:
El Dance Consortium comisionó Mambo 3XXI, querían una obra con música cubana. Cuando la presentamos en el Theatre Award, en Londres, tuvimos una nominación a los Premios TMA en la categoría de danza. En esta esta ocasión los críticos presentes dedicaron unas líneas: «A Danza Contemporánea de Cuba por su vibrante actuación y en especial a Mambo 3XXI”.
¿Cómo ha resultado el trabajo con un elenco tan joven?
Es difícil porque la experiencia no se enseña en ninguna escuela. Este elenco es muy joven, pero con disciplina se logra el trabajo. Hay una frase del emperador romano Marco Aurelio que utilizo con frecuencia: Confío más en la disciplina que en la motivación.
En este momento en Cuba hay un éxodo fuerte de bailarines, pero reitero lo dicho en una ocasión frente al Consejo Nacional de la UNEAC y en presencia del presidente de la República: mientras que exista la enseñanza artística, “yo tengo más en mi casa».
Sin duda alguna, el elenco actual de la compañía nacional se enfrenta a un gran reto, no es tarea fácil mantener un prestigio después de tantas generaciones. Para la mayoría de sus integrantes DCC es una escuela, son bailarines jóvenes que aún maduran en la escena; pero, en los últimos años, esos intérpretes noveles son los rostros de la danza cubana por varios países: México, Francia, Suiza, Alemania y Rusia.
¿Qué otras acciones prepara la compañía para la jornada de celebraciones por el aniversario 65?
Estamos enfrascados en remontar Sulkary, ahora mismo estoy confiando en el maestro Yoerlis Brunet que bailó la coreografía de Eduardo Rivero. Es una tarea complicada, el reto está en hacer bailar al elenco como el 13 de mayo de 1971, día de su estreno, en ese momento se bailaba danza moderna en la clase y en el escenario; decir el «y» daba sentido y comienzo a un movimiento lógico; ahora, en la danza contemporánea, los movimientos «engañan» buscando el factor sorpresa. También estamos en preparativos para volver a Rusia en abril próximo, todo depende de la agilidad de las gestiones.
Para Danza Contemporánea de Cuba, las funciones de febrero tuvieron una connotación especial, fueron el inicio de los festejos por el aniversario 65 de la compañía, que tendrán lugar en septiembre de 2024. El domingo 18, la función estuvo dedicada al primer espectáculo que ofreció al público el entonces Conjunto Nacional de Danza Moderna. Este hecho sucedió el 19 de febrero de 1960, con las obras Mambí y Mulato, en las instalaciones del Teatro Nacional de Cuba.
A pesar de que teníamos un tiempo limitado para realizar la entrevista, logramos un intercambio ameno con Miguel Iglesias, un hombre de carácter fuerte, inquieto, de fácil conversación; que, en aquellos días de funciones en la Avellaneda, esperaba al público en la puerta de la sala. Miguel ha transitado por casi todas las etapas de Danza Contemporánea de Cuba, una agrupación que se reinventa a cada momento. Hoy lo hace con un elenco joven, demasiado joven para asumir obras de gran responsabilidad. Moldearlo y ponerlo sobre el escenario, con las exigencias profesionales que implica dirigir una compañía nacional, es su obligación y su máxima responsabilidad.