Creado en: mayo 19, 2024 a las 08:06 am.
Visiones de Martí desde la pintura cubana
“Qué hermoso sería morir a caballo, peleando por la libertad de Cuba, junto a una palma”, diría José Martí con su vibrante oratoria a sus compatriotas, tabaqueros en Tampa, ya consagrado por entero a los preparativos para reiniciar la lucha por la independencia de su Patria. Y sus palabras fueron premonitorias.
Aquel 19 de mayo de 1895 no rehuiría el combate en Dos Ríos frente a una columna española. Tres balas atravesaron su cuerpo y lo derribaron del brioso caballo. Poco más de un mes hacía de su llegada a la tierra amada, en una noche tormentosa, a bordo de un bote que desembarcó en Playitas de Cajobabo. Entre los expedicionarios venía el Generalísimo Máximo Gómez, quien poco después -al pie del monte- nombraría a Martí Mayor General del Ejército Libertador.
La muerte del Delegado del Partido Revolucionario Cubano, el “presidente” -como lo llamaban ya los combatientes orientales-, el alma de la Revolución y de la anhelada república, fue un golpe demoledor. El triunfo de los mambises, otra vez quedaría postergado. Pero la enorme dimensión del legado martiano trascendió para todos los tiempos. Y en el arte, desde entonces, su figura ha sido eco recurrente como fuente de inspiración.
En 1918 el joven artista Esteban Valderrama viajó hasta el mismo escenario del aciago día en Dos Ríos, se le facilitó asesoría, quiso captar el ambiente, la luz del lugar para reflejar el momento de la caída en combate de Martí. Pintor académico, compuso un lienzo que muestra al Apóstol, con traje oscuro, cuando se lleva una mano al pecho, aún sosteniendo las riendas del caballo a galope pero a punto de caer. La crítica fue despiadada y la calificó de obra artificiosa. El artista la destruyó. Quedó su constancia porque había sido publicada en la prensa. Y aún ahora, sigue recordándose aquella pintura de Valderrama.
Otro pintor de la Academia, Armando García Menocal, declinó la propuesta de llevar al lienzo la tragedia de Dos Ríos, pues muy controvertido -por sus inexactitudes históricas- había sido su cuadro sobre la muerte del General Antonio Maceo. Pero ya en 1902 se había acercado a la figura de Martí, con un retrato sobrio, solemne.
Con un lenguaje poético y vanguardista, en 1939 Carlos Enríquez mostró su visión sobre la muerte de Martí. Con su habitual técnica de transparencias, en colores cobrizos, concibió un óleo pleno de movimiento en el cual -sobre un caballo encabritado- se reconoce el rostro del Apóstol y dos siluetas femeninas y ondulantes que abraza al prócer.
Muy conocido es también el retrato realizado en 1943 por Jorge Arche, quien lo presentó como un hombre fornido, de mirada intensa, ataviado con una guayabera, su mano derecha sobre el pecho, y a sus espaldas, el paisaje verdeazulado de Cuba.
En 1966 -ya con el proceso revolucionario en marcha- Raúl Martínez comienza a trabajar la iconografía martiana. Marca un hito con su obra “15 repeticiones de Martí”. Llama la atención la imagen multiplicada del Maestro, reflejada esta vez con elementos visuales del pop art y el expresionismo. Más de una vez volvería el artista a la recreación de la figura del héroe, con infinidad de rostros coloridos. Infinita sería una retrospectiva sobre el tratamiento de la imagen de Martí, y la hondura de su pensamiento, en la pintura cubana.
Cada creador asume esa recreación según sus códigos y estilos, para traerlo a estos tiempos, y sobre todo cuando más se le necesita. La presencia de nuestro Apóstol es constante en el arte contemporáneo cubano, con variantes de sus conocidos retratos o con otros símbolos, para plasmar inquietudes, sacudir conciencias, resignificar sus ideas. A veces como símbolos, a veces como metáforas. La mirada de los artistas nos entregan un Martí diverso, según los vaivenes de la propia sociedad. Puede vérsele en obras con sensaciones sutiles, pero también en otras irreverentes y hasta desconcertantes, aunque desde el respeto a la grandeza del cubano universal.
Con sus estilos característicos, Roberto Fabelo, Ernesto Rancaño, Vicente Rodríguez Bonachea, Pedro Pablo Oliva, Ernesto García Peña, Eduardo Roca “Choco”, Eduardo Abela, Alicia Leal, Kamyl Bullaudy, Adigio Benítez, y Carlos Guzmán son apenas algunos de los pintores cubanos que han hallado inspiración en Martí y su trascendencia.
Vale recordar que fue además un hombre admirador de la belleza y del arte en todas sus expresiones. Así lo dijo: “¿Qué es el arte, sino el modo más corto de llegar al triunfo de la verdad, y de ponerla a la vez, de manera que perdure y centelee en las mentes y en los corazones”.
Con pasión amorosa y creativa varias generaciones de artistas retribuyen en sus obras las tantas lecciones de vida que nos dejó el poeta, ensayista, cronista, político, pero sobre todo el patriota, savia permanente en la cultura de Cuba.