Creado en: agosto 2, 2024 a las 12:08 pm.

Yarini ya está aquí: una conversación con Denys Ramos

Tomada de CubaSí

Por: Karla Flores

Cuando salió la telenovela cubana Aquí estamos, yo tenía apenas diez años, vivía en un pueblo de campo en Pinar del Río, y jamás pensé que, tiempo después, le haría una entrevista a quien interpretara el personaje de Shidhartha y del cual quedé “perdidamente enamorada”. Denys Alejandro Ramos Antúnez, como supe que se llamaba el actor, más conocido como Denys Ramos, de aquella fecha hasta hoy ha interpretado protagónicos televisivos como Pavel, en De amores y esperanzas, Fabián en El rostro de los días o el antagónico Cristóbal en Lucha contra bandidos, gozando así de popularidad en la pantalla chica.

Para acercarnos a su labor en las tablas y que nos cuente sobre el papel de Alejandro en la puesta más reciente de Teatro El Público, Réquiem por Yarini, he contactado con el actor.

Llevas trabajando con El Público alrededor de 15 años, tanto en obras grandes como en monólogos. ¿Cómo fue pasar del unipersonal Dudo, al protagónico Alejandro, que encarna al Yarini de la vida real en esta obra?

Mi primer trabajo con Carlos Díaz fue Noche de Reyes, de Shakespeare, en una versión de Norge Espinosa basada en La duodécima noche. Ahí hago el personaje de Orsino. Ese fue mi primer trabajo, que era una tesis de muchachos de la Escuela Nacional de Arte (ENA). Después, hago junto con él Sueño de una noche de verano, otra tesis de muchachos de la ENA y también una obra de William Shakespeare en versión de Norge Espinosa. De ahí pasamos a hacer Tango, de Slawomir Mrozek, una obra polaca de la década del sesenta. Luego hago Cabaret alemán y después no hice nada más con Carlos hasta el unipersonal Dudo, después de Dudo, Yarini.

Denys Ramos interpretando a Alejandro Yarini.

Entre Dudo y Yarini fueron ochenta y una funciones que había hecho de Dudo, cuando llegó la pandemia y estuve sin hacer teatro todo ese tiempo.

Carlos un día me llama, después de haber hecho una versión de Yarini con Teatro Universitario, de Rolando Boet, y me dice que iba a hacer su puesta de Yarini y que quería que yo estuviera en el elenco. No le voy a decir que no a Carlos, jamás. A partir de ahí empezamos el trabajo de mesa y luego el montaje de la obra.

En esta puesta de Réquiem por Yarini hay en escena muchísimos actores. Egresados de la ENA, estudiantes del Instituto Superior de Arte, actores consagrados del cine, la televisión, el teatro… ¿Cómo ha sido para ti esta experiencia con personas de tan variados orígenes?

He trabajado en obras multitudinarias desde que me gradué de la escuela. Creo que trabajar con muchos actores es gratificante, es muy bueno, se aprende mucho de todos. Sobre todo en los doblajes, uno aprende muchísimo, y con los jóvenes uno se va llenando de esa buena energía que tienen ellos y de cómo le entran al trabajo con mucha disposición y con muchos deseos de crear y de hacer cosas nuevas, de comerse el mundo. Es muy rico. Realmente, yo sé que es bastante trabajoso, y en estos momentos que estamos viviendo más, pero se siente bien saber que todavía hay jóvenes que se sacrifican por hacer teatro.

En este momento de tu vida en el que ya tienes una carrera reconocida como actor, ¿cómo ha sido afrontar el personaje de Alejandro?

Creo que uno no se enfrenta a un personaje, en realidad, uno explora el personaje. Realmente, mientras más va pasando el tiempo, uno se va poniendo más nervioso, le entran muchas más dudas de cómo va a asumir un rol. Lo que uno hace depende mucho del director. Por lo general, Carlos Díaz tiene muy bien pensado lo que quiere para su puesta, lo tiene bien estructurado. Nos da muchas libertades para explorar, para hacer, pero hay una partitura muy bien pensada, con muchos niveles de lectura. Y ver el personaje como él lo ve, tratar de demostrarlo como a él le gusta, como él lo quiere, es un trabajo difícil, complicado. Pero a la vez es un trabajo que te da diferentes puntos de vista y diferentes aristas para un personaje. Y más de este tipo, como ha sido Yarini, bastante representado en nuestro país por muchos y grandes actores.

¿Qué le ha aportado Denys Ramos a Alejandro Yarini, y viceversa?

Yo creo que siempre uno le aporta al personaje el alma, el cuerpo, la voz, las cosas que tenemos, nuestros recursos, y la experiencia de Alejandro Yarini a Denys pues… es un texto muy rico, de Carlos Felipe, que tiene muchos matices, muchas cosas interesantes a trabajar. Tiene mucha música, tiene una musicalidad hermosa que te hace sentir muchos deseos de actuar. Me ha aportado… —ríe nervioso— miedos, experiencias sensoriales interesantes. En el proceso de trabajo llevé el personaje por muchísimas aristas, cambié mucho la forma en que lo iba llevando, la forma en la que lo iba conduciendo. Hasta que Carlos nos fue guiando a todos los Yarinis a tener unos mismos puntos de encuentros, aunque al final cada uno de nosotros le puso lo de cada cual.

Me gustaría decir que me motivó a estudiar un poco más de la época y de la vida de Yarini. También del escritor de la obra, Carlos Felipe. Aprendí bastante sobre las costumbres y el momento histórico que se estaba viviendo allá a finales del siglo XIX, principios del XX. Esas son cosas que también nos enriquecen a nosotros como actores y como seres humanos.

Si bien el teatro, buscando una multiplicidad de actuaciones en un mismo personaje, suele conformar varios elencos, ¿cómo ha sido para ti trabajar con otros actores que también interpretan a Alejandro?

Las experiencias son muy ricas. Es muy interesante ver cómo cada actor va viendo cosas del personaje que uno no ve, y uno, a su vez, le va poniendo cosas al personaje que otros actores desechan porque no les interesa. Era muy interesante porque, lo mismo con Fernando Ramírez, con Roberto Romero, que con Carlos Migueles —los otros tres que interpretan Yarini—, en los ensayos siempre nos observábamos y escuchábamos las notas de Carlos al final. Las notas que le daba a uno les servían muchísimo a los otros también, y así íbamos creando el personaje. Por supuesto, Carlos es un mismo director que tiene una visión específica de la puesta general, también de cada uno de los personajes. Teníamos que seguir las pautas.

Réquiem por Yarini es una de esas obras en las que una multitud de actores invade el escenario.

Seguir las pautas no quiere decir que uno se quede amarrado ni que uno sea un títere, porque, al final, como ya iba diciendo anteriormente, tenemos personalidades diferentes, formas diferentes de ver la vida y también, por supuesto, el personaje. Pero el personaje es uno solo, tiene una sola historia. Lo único que uno puede ponerle, de más o de menos, son las propias características que tiene. Uno puede ponerle un poquitico más de esto o quitarle un poco de aquello y así ir matizando. Pero tiene una sola línea, porque va por un solo camino. Igual, a nivel de puesta, tiene una trayectoria.

Por muy diferente que quieras hacerlo, siempre los puntos en contacto son bien específicos y bien difíciles de llevar por otros lugares. Y, realmente, trabajar con todos estos actores que también interpretan a Yarini es muy rico porque todos son muy talentosos. Uno le puede aportar muchísimo más a la creación cuando los demás actores son creativos, están interesados en el proyecto y, además, le ponen todo su empeño y dedicación al trabajo.

Eres un actor con una amplia gama de actuaciones en distintos escenarios, el teatro, el cine, la televisión. El público te admira y respeta por el talentosísimo actor que eres. A futuro, ¿dónde podremos verte después de las cien funciones de Réquiem por Yarini?

Ahora mismo estoy en un proyecto a mediano plazo, del cual no puedo hablar, pero… Me estoy dedicando cien por cien al teatro, a la puesta de Yarini. Ahora que va a estar un tiempo de descanso, pues también me voy a tomar ese tiempo, porque realmente lo necesito. Haré mis cien funciones y lo que aparezca de trabajo, lo haré. Me gusta trabajar. Mucho.

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