Creado en: agosto 29, 2024 a las 10:42 am.

Teatro de las Estaciones, un retablo de Sol, Luna y corazón

Foto de la autora

Por: Aylin Herrera Reyes

Como una casa que acoge a todos sus hijos por igual, donde se es feliz y se alivian tristezas, a la que unos llegan y otros parten, pero en la que nunca dejan de latir corazones ni se dejan de construir sueños, así comienza la historia. 

Eso ha sido la compañía Teatro de Las Estaciones durante 30 años recién cumplidos en este agosto y a la que, en una fecha tan especial, Isabel Cristina López Hamze y Jorge Ricardo han regalado su documental “Retablo de Sol y Luna”, proyectado este martes en el Teatro del Museo Nacional de Bellas Artes. 

La pieza audiovisual de López y Ricardo es un canto a la ternura que en tres décadas ha repartido Las Estaciones, con la guía de Rubén Darío Salazar, Premio Nacional de Teatro. 

Inspirado en su maestro titiritero René Fernández, en los textos martianos y de Dora Alonso y en la sapiencia de Carucha y Pepe Camejo, Salazar y sus actores devenidos en hijos han llevado a las tablas cubanísimas puestas que sobre todo instan a redescubrir quiénes somos y a qué aspiramos.

No falta en la obra documental la oda a la meticulosidad y la belleza que habita en las manos del diseñador Zenén Calero, quien comparte con Salazar el Premio Nacional de Teatro y se encarga de la magia artística que envuelve a cada espectáculo de Las Estaciones. 

Rubén sueña y visualiza en su mente como será la presentación y Zenén la convierte en una realidad palpable, sobre los más diversos escenarios donde muñecos y títeres cobran vida propia ya sea entre La noche estrellada de Van Gogh o en un barrio barroco de la isla. 

En “Retablo de Sol y Luna” no se pretende hacer una cronología del trabajo de Las Estaciones, sino de mostrar cuáles son las rutinas y rituales antes de que se abra el telón, el motivo por el cual un movimiento que tiene que ser más perfecto aún y la necesidad de mejorar un parlamento para emocionar a los públicos. 

Dentro del audiovisual se rememoran también momentos especiales: Las Estaciones capaz de arropar la danza, la literatura y la música ya sea con la Orquesta Faílde,  William Vivanco o con la soprano Bárbara Llanes; los actores poniéndole voz a los textos de Federico García Lorca y también a los de Martí, en funciones inolvidables, de cuyas memorias gráficas, por fortuna, hay registro. 

Cada entrevistado tiene su obra favorita: la teatróloga Marilyn Garbey prefiere a “La niña que riega la albahaca y el príncipe preguntón”, el dramaturgo Norge Espinosa se decanta por “La virgencita de bronce”, el crítico Omar Valiño escoge a “Pelusín y los pájaros”, mientras que la teatróloga Vivian Martínez Tabares no duda en escoger a “El irrepresentable paseo de Buster Keaton”, porque en esa diversidad radica también la clave del éxito para permanecer 30 años sobre las tablas. 

Rubén Darío dice a inicios del documental que nunca pensó en formar una compañía, y es quizás por eso que se ha dejado su alma en cada puesta viendo primaveras, veranos, otoños e inviernos pasar, en tiempos mejores y otros no tan buenos.

En “Retablo de Sol y Luna” la compañía matancera y de toda Cuba crece, se renueva, cambia y se adapta a nuevos contextos sin perder su esencia hecha de familiaridad, sencillez y respeto a lo distinto. 

Que cada sucesión de los días y las noches traiga consigo el espíritu de Las Estaciones, las que en forma de teatro brotan desde la Ciudad de Los Puentes.

Aunque los árboles se llenen de flores o dejen caer sus hojas, si hace un sol fulminante o la frialdad se apodera de todos los rincones, siempre los títeres de esa casa llamada Teatro de Las Estaciones aguardarán para hacer felices a muchos corazones.

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