Creado en: octubre 15, 2024 a las 09:59 am.
Hacer un camino por la cultura
A Karel Leyva Ferrer (Santiago de Cuba, 1975) escritor y promotor cultural, y presidente de la sección de Poesía de la Asociación de Escritores de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), se le pierde en el tiempo el momento exacto en que comenzó a vincularse con la organización.
Unos 15 o 20 años antes de su ingreso formal asistía, por vínculos familiares, a muchos de los espacios de la Uneac en su ciudad natal; ya en la capital, recuerda el privilegio de haber visto a figuras como Guillén o el Indio Naborí. Se fue creando así, en él, el sentimiento de estar allí como en casa.
A propósito del X Congreso de los escritores y artistas, que tendrá lugar los días 1ro. y 2 de noviembre venidero, el también coordinador general del Festival Internacional de Poesía de La Habana accedió a conversar con Granma acerca del compromiso social del arte, y la interrelación entre Patria y Cultura.
«Hemos tratado de trabajar, tanto en la obra propia como en la colectiva; en lo que, creo, falta un poco más de entendimiento. Somos una gran diversidad, pero esa suma de diversidades que coincidentemente ha decidido apostar por el país y estar en esta Unión debería proponerse una labor más abarcadora, de integración, y más allá de nuestras sedes.
«Si tenemos el privilegio de esos espacios, debe ser para proponer una manera de ver la historia, la memoria, el país, el latir cultural, en tiempos de banalidad, rapidez, y cambio de paradigmas, tanto en valores culturales como, incluso, políticos».
Hay propuestas tan ausentes de sustancia, tan ajenas a lo que se proyecta como Revolución y sociedad, explica, que «la unidad debe incidir sobre ella y proponer desde su arte y hacer. Se supone que si la vanguardia de pensamiento está en esta entidad, debe hacer las propuestas más contundentes, de más peso, que tracen, por lo menos, hacia dónde mirar para hacer un camino por la cultura del país».
–¿Cuán vital es el compromiso social del arte para Cuba hoy?
–El arte, si se entiende más allá del comercio, como estética, como vida, como una reinterpretación de la espiritualidad, y también como la propuesta de hacernos superiores a nosotros mismos a partir de la obra –que nunca va a ser personal, siempre va a necesitar del espectador (uno, cientos, millones)–; el arte, si no es para encumbrar a la persona en un espacio ciego de vanidades, será siempre revolucionario, propositivo, de búsqueda, romperá los moldes y conquistará lo más noble del ser humano.
«En lo que hoy se conoce como Palabras a los Intelectuales, Fidel decía: no podemos pedirles a los escritores que escriban lo que pensamos, sino que, por favor, cuenten también la historia del pueblo, comuniquen con él, porque se necesita como proceso social».
En la actualidad, añade, hay que pensar en lo que, lejos de solo destacar lo peor que somos o que proponga que esa es la senda, busque «posibilidades de apostar por la belleza».
Para Karel, el camino pasa por ir a las personas, que están esperando en las escuelas, en los barrios…, a veces seducidas por propuestas enajenantes, metidas en sus teléfonos, divorciadas de la realidad; sin embargo, «cuando uno llega, dialoga y propone se hace la maravilla en la mayoría de los casos; muchas esperan eso, y es nuestra responsabilidad como creadores lograrlo».