Creado en: octubre 29, 2024 a las 09:04 am.

Casas de Cultura: Transformar las comunidades desde la espiritualidad y el arte

“… nos hemos dado a la tarea también de divulgar mucho mejor lo que hacemos”, afirma Diango González Guerra, presidente del CNCC. Foto: Juan Carlos Borjas

Enfrascado en la tarea de acompañar la vida a través del arte en cada barrio y comunidad de la Isla, el Consejo Nacional de Casas de Cultura ha desarrollado las aristas de su labor social y cultural desde la promoción de valores y la defensa de las tradiciones y la identidad.

El desempeño de los profesores instructores de arte y de los promotores culturales, sumado a la impronta de los artistas aficionados y los grupos portadores, definen el rostro cultural más auténtico de nuestra nación; una fisonomía cada día más reconocible desde que el país situó en el centro de su atención la promoción, evolución y salvaguarda de las expresiones culturales en las comunidades. Una mirada a nuestra geografía y sus espacios más genuinos revela la existencia de 350 casas de cultura en activo, junto a la vigorosa presencia de 400 proyectos socioculturales; movimiento que ha experimentado un notable impulso en el último lustro, que tributa a la programación de los territorios y a ese movimiento cultural que singulariza a nuestras comunidades, incluyendo aquellas enfrascadas en una sustancial transformación, o asentadas en zonas distantes, de difícil acceso, montañosas, y hasta emplazadas en el Plan Turquino.

Sobre el devenir y las realidades del Consejo Nacional de Casas de Cultura, en vísperas de la celebración del X Congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, comenta a La Jiribilla su presidente, Diango González Guerra.

¿Cuáles han sido los principales desafíos que ha experimentado el Consejo Nacional de Casas de Cultura en los cinco años que nos separan del IX Congreso de la Uneac?

En estos últimos cinco años, etapa de muchas tensiones críticas en el país, tanto en el orden económico, político como social, marcado por el impacto del bloqueo, los efectos de la COVID-19, las guerras entre naciones, genocidios impulsados por la beligerancia de Estados Unidos y una feroz guerra cultural mediática ─efectos que se expresan duramente en la vida cotidiana de la población cubana─, el Consejo Nacional de Casas de Cultura (CNCC) en su rol rector de políticas en el Sistema de Casas de Cultura, ha tenido grandes desafíos para fortalecer el trabajo cultural comunitario desde nuestras instituciones y en todos los espacios comunitarios posibles hasta donde se pueda llegar, como parte del proceso de transformación de la sociedad cubana.

El CNCC ha estado inmerso en algunos temas que a nuestro juicio son necesarios para lograr mejores resultados en el trabajo cultural comunitario. El primero y primordial es el trabajo en el completamiento de nuestra fuerza técnica, dígase de profesores instructores de arte tanto para las casas de cultura, como para las escuelas y universidades, buscando algunas alternativas a corto plazo de conjunto con la Brigada José Martí, que ha consistido en llegar a esos profesionales que por algún motivo decidieron abandonar el programa y hoy podemos decir que se han logrado incorporar más de 500 en todo el país.

“El Consejo Nacional de Casas de Cultura (…) ha tenido grandes desafíos para fortalecer el trabajo cultural comunitario desde nuestras instituciones y en todos los espacios comunitarios posibles hasta donde se pueda llegar, como parte del proceso de transformación de la sociedad cubana”.

En segundo lugar, se logró la reapertura de la carrera de profesores instructores de arte, que aunque no ha sido posible abrirla en todo el país, ya ha comenzado a dar los primeros resultados con el egreso de más de 300 nuevos profesionales y se trabaja en el completamiento de los promotores culturales y la optimización de su labor comunitaria en integración permanente con los profesores instructores de arte y el resto de los actores locales claves para desarrollar un trabajo comunitario integral.

Se ha estado trabajando con el repertorio que deben utilizar los profesores instructores de arte con el Movimiento de Artistas Aficionados (MAA), como parte de una estrategia que hemos presentado al Ministerio de Cultura (Mincult) para fortalecer el trabajo de las casas de cultura y a su vez el trabajo cultural comunitario y que también responde al programa contra la colonización cultural.

No por último y menos importante, todo lo contrario, está la labor y gestión de la comunicación, cómo comunicar mucho mejor el trabajo que hacemos desde los barrios, no solo con los instructores de arte, los promotores culturales, sino también los propios proyectos que se gestan en cada una de nuestras comunidades, que muchos de ellos incluso son liderados por artistas profesionales de nuestros catálogos, ya sea de la música, las artes plásticas, las artes escénicas.

En muchas ocasiones no siempre se promueve lo que hacemos desde las comunidades. Por eso en algunos lugares preguntaba qué pasa aquí, qué sucede en estas localidades, qué opciones tiene para la comunidad, y muchas veces la población no lo conocía.

En estos cinco años, a partir de un diseño, un plan y una estrategia de comunicación diseñada por el propio CNCC y su red de casas de cultura en el país, nos hemos dado a la tarea también de divulgar mucho mejor lo que hacemos, no solo en las plataformas digitales, sino que también hemos mirado a los medios tradicionales.

Tenemos un espacio en el Noticiero dominical donde se logra socializar con los televidentes lo que está sucediendo en las comunidades. Han sido muchos los proyectos, las acciones y actividades que se generan en ellas y se han podido compartir en el dominical. Igualmente, en Mediodía en TV, en la Revista de la Mañana. En la radio también hemos ganado muchos espacios.

Existe un estilo de trabajo en el Ministerio de Cultura (Mincult) que promueve que los eventos, festivales y concursos que se generan en el país tengan una expresión dentro de su diseño en los barrios. Por tanto, cuando hablamos de la Bienal de La Habana, del Festival Internacional de Teatro, del Festival Internacional Jazz Plaza, todos los eventos que se generan en nuestro país tienen una expresión a nivel local. Eso también nos ayuda a enaltecer mucho más el trabajo allí y a que todos se sientan partícipes de este gran proceso de transformaciones culturales que está sucediendo en las comunidades.

¿Cuáles han sido las principales fortalezas y debilidades del Sistema Nacional de Casas de Cultura en este período?

La principal fortaleza es el hecho de retomar con mayor empuje político y estratégico el trabajo cultural en las comunidades integrando a una mayor cantidad de actores institucionales, locales, y recolocar, visualizar esta labor en los principales medios, ya sea en las plataformas digitales, la prensa, las historias de vida que hemos logrado encontrar, los promocionales que se han hecho para evidenciar el trabajo que se hace en las comunidades e ilustrar lo que se hace desde las diferentes manifestaciones artísticas.

En estos cinco años se ha visto el vínculo de nuestros artistas y creadores con el trabajo comunitario. Existía una presencia de artistas que se ubicaban en ese ámbito, pero en este tiempo ha habido un incremento. Algunos como gestores de estos proyectos e iniciativas, otros acompañando al proceso con las donaciones de obras, con las presentaciones de sus grupos y proyectos artísticos en los barrios. Un total de 7318 artistas e intelectuales se han vinculado de forma sistemática al trabajo cultural comunitario, de ellos 669 son miembros de la Uneac.

Se ha fortalecido el trabajo interinstitucional de la cultura en la labor comunitaria, con la participación de nuestras unidades artísticas subvencionadas de la música y las artes escénicas en la programación cultural local y actividades de extensión cultural, de igual manera se han vinculado a este trabajo los artistas para sumar sus experiencias en los proyectos socioculturales, hoy en nuestro país existen más de 400 y de ellos más de 200 son liderados por artistas e intelectuales.

“En estos cinco años se ha visto el vínculo de nuestros artistas y creadores con el trabajo comunitario”. En la Expedición Cultural realizada en el municipio habanero de La Lisa, los poetas Nancy Morejón y Virgilio López Lemus comparten sus textos con la comunidad. Foto: Juan Carlos Borjas

En La Habana el Mincult designó a sus principales cuadros para acompañar el proceso de transformación cultural de los barrios en todos los municipios, convocado por la dirección del país; trabajo sistemático que ha centrado el CNCC desde entonces hasta hoy.

Hasta la fecha se aprecia un incremento de más del 60% de las actividades en comunidades con relación a las realizadas en el 2019. Desde el 2022 hasta el primer semestre del 2024 se han realizado y extendido 1740 eventos a las comunidades, y se realizan aproximadamente más de 50 mil actividades anuales, con las que se han beneficiado 1 millón 300 mil personas al año. Ha sido significativa la inserción de nuestro consejo técnico asesor, con su presidente, en el trabajo cultural comunitario.

Se destaca en esta etapa la realización el Festival Nacional de Artistas Aficionados, después de un receso de 20 años, lo que repercutió de forma significativa en la labor comunitaria al retomar la confrontación necesaria que los artistas aficionados, los aficionados al arte y sus públicos comunitarios requieren para que el arte y la cultura comunitaria, que consolida nuestro sentido de identidad como cubanos, se revitalice y consolide.

Es de señalar como un logro significativo la realización del Congreso Comunidad 2024, después igualmente de 20 años, espacio de reflexión, debate e intercambio científico obligado entre los investigadores, promotores culturales, profesores instructores de arte, especialistas de cultura popular tradicional, gestores culturales, líderes de proyectos comunitarios y otros importantes actores del sistema y de otras instituciones educativas y académicas para dibujar y desdibujar nuestra gestión cultural comunitaria en la Cuba de hoy, atravesada por las dificultades de nuestra cotidianidad.

“Un total de 7318 artistas e intelectuales se han vinculado de forma sistemática al trabajo cultural comunitario, de ellos 669 son miembros de la Uneac”.

Es de destacar en este período que en plena pandemia se realizó la grabación de 50 programas Aprender Aprendiendo, con talleres de las cinco manifestaciones artísticas que fueron promovidos y compartidos por la mayoría de los profesores instructores de arte, promotores culturales y metodólogos y especialistas del Sistema de Casas de Cultura, con gran impacto comunicacional por la cantidad de seguidores y visualizaciones obtenidas, lo que impidió el apagón cultural a pesar de los avatares de la COVID-19 y permitió la capacitación de nuestro capital humano en condiciones críticas. No se dejó de trabajar en, pos y para la cultura comunitaria, nos mantuvimos compartiendo y activos en el trabajo cultural, aunque no fuera presencial.

Vale señalar como un aporte a mejorar la programación cultural y sus opciones desde nuestras instituciones, la realización de la investigación “Estudios de Públicos y Casas de Cultura”, de conjunto con el Instituto Cubano de Investigación Cultural “Juan Marinello” sobre nuestros públicos asiduos y fluctuantes, lo que ha sido un paso esencial para acercarnos cada vez a lo que nuestra población desea, necesita y aspira compartir y consumir desde sus gustos y preferencias culturales y lo que nuestras instituciones públicas de la cultura son responsables de ofertar e intercambiar desde una política educativa y formadora de valores y un proyecto social emancipatorio que apuesta por la equidad y la justicia social.

Retos siempre vamos a tener a partir de las debilidades que todavía subsisten y en las que debemos trabajar todos los actores sociales implicados, entre ellas, puntualizamos que aún no se logra una concepción clara de la gestión cultural comunitaria tanto dentro como fuera del sistema de la cultura; aún es insuficiente el nivel de preparación de los actores sociales implicados en la labor comunitaria; no se retroalimentan las políticas y estrategias con los aprendizajes que aportan las prácticas comunitarias; no siempre las propuestas comunitarias se insertan en una estrategia coherente de desarrollo territorial y local; no se define con claridad la necesidad de que los sujetos asuman deberes y compromisos para implicarse con responsabilidad; todavía se aprecia falta de articulación desde los gobiernos locales con los actores comunitarios; aun es insuficiente el presupuesto de las instituciones culturales para cubrir las necesidades de la programación cultural comunitaria, cuando incluso en muchos lugares garantiza la vida cultural del territorio.

Durante los avatares de la COVID-19 no se dejó de trabajar en, pos y para la cultura comunitaria, nos mantuvimos compartiendo y activos en el trabajo cultural, aunque no fuera presencial.

Así también, aunque existen avances palpables en la visibilidad del trabajo cultural comunitario, en los medios y otras modalidades, es insuficiente la socialización de sus principales logros. Se necesita lograr una mayor presencia de los creadores y actores sociales para lograr un impacto real de transformación en los territorios; además se requiere fortalecer la gestión de los diagnósticos socioculturales pues aún es insuficiente su actualización y la aplicación de los resultados del mismo en el trabajo comunitario; así como se necesita mejorar la evaluación y los indicadores de avance o retroceso, en la implementación de los programas nacionales priorizados.

La Brigada de Instructores de Arte “José Martí” está cumpliendo sus primeros veinte años. ¿Qué huella han dejado sus miembros en el trabajo comunitario?

Indiscutiblemente el papel de la Brigada de Instructores de Arte “José Martí” en el trabajo cultural comunitario, sobre todo en estos últimos cinco años, ha sido verdaderamente una fortaleza no solo para el Sistema de Casas de Cultura, sino también para el sistema educativo cubano, porque la mayor cantidad de instructores de arte que tenemos en el país está en centros educacionales, y estos centros están en las comunidades; por lo que son un reflejo del trabajo cultural comunitario.

La escuela es la institución cultural más cercana, al igual que la casa de cultura, y allí el papel del instructor de arte es trascendental en la transformación de las comunidades, en ese valor, en esa promoción de lo que hacemos en las comunidades que también tiene mucho que ver con el papel de la brigada como organización, como movimiento que representa, aglutina y reconoce, el papel y la formación del instructor de arte.

Este es un movimiento que cumple 20 años de haber sido fundado por Fidel Castro y, como es lógico, ha ganado mucho más en madurez, en la concreción de algunos proyectos que a lo largo de los años se han venido construyendo, acompañando los procesos que se generan desde las casas de cultura, desde el sistema educacional, la Unión de Jóvenes Comunistas y el Mincult. Porque es un movimiento con el que se debe contar necesariamente para lograr cualquier propósito, cualquier idea que se quiera desarrollar en las comunidades en materia cultural, educativa, pedagógica. La brigada ha sido guía y protagonista de varias iniciativas como guerrillas culturales, concursos de creación como el Escaramujo, y espacios para socializar aquellas buenas prácticas de instructores y promotores culturales.

¿Cuáles son las estrategias y proyecciones del CNCC a partir de las experiencias en nuestro actual contexto?

En estos momentos estamos inmersos, de cara a esa proyección futura, en la formación de instructores de arte. Hoy necesitamos un mayor número de instructores a partir de todos los retos que tenemos en el país cuando hablamos de la concreción de los programas y las políticas aprobadas por el Estado.

En la comunidad se necesita mucho de ese profesional, tanto de los instructores de arte como de los promotores culturales porque desde las diferentes manifestaciones, desde los talleres que se desarrollan en las casas de cultura podemos aportar al empoderamiento de la mujer, al Programa de Adelanto de la Mujer, a la Política de Atención a la Niñez, la Adolescencia y la Juventud, y al Programa contra el Racismo y la Discriminación Racial, por citar algunos ejemplos. Es ahí, desde esas manifestaciones, donde verdaderamente acompañamos estos procesos gubernamentales desde el nivel institucional. Se necesita trabajar por un mayor conocimiento y valoración de las prácticas del trabajo cultural comunitario y debemos sistematizar los indicadores para su evaluación, fomentando la inclusión social en general.

En nuestras proyecciones obviamente está eso, seguir creciendo en nuestra fuerza técnica y aumentar el MAA, no solo en cantidad de unidades artísticas, sino en la calidad que han ido ganando nuestros instructores de arte y nuestros artistas aficionados en el montaje de las obras, de los repertorios con los que estamos trabajando. Debemos seguir insistiendo en un tema como ese, el del repertorio, que no siempre es el adecuado, pero que también se ha ido perfeccionando a lo largo de estos cinco años.

También hemos estado trabajando con una herramienta muy importante, un programa de fortalecimiento para el Sistema de Casas de Cultura que estará dirigido desde el propio Mincult y que va a dotar de mejores herramientas e instrumentos de trabajo y capacitación a nuestros profesores, instructores, promotores, a los directivos del Sistema de Casas de Cultura para lograr que nuestra gestión institucional, las ofertas culturales de la programación, actividades de extensión que se proyectan, lleguen, tengan la calidad requerida y respondan a esa cultura, tradición e identidad de cada comunidad, que es lo que nos hace sentirnos orgullosos de ser cubanos.

Se precisa desde la gestión de los Institutos y Consejos del Mincult promover un mayor vínculo de los artistas y escritores con las comunidades, como parte de la programación del talento profesional; incentivar la participación de nuestros creadores en la formación de instructores de arte; perfeccionar la articulación de la labor comunitaria de las instituciones culturales con las escuelas, las universidades, y así proponernos incorporar a los estudiantes y profesores de las escuelas de arte al movimiento de aficionados del sector estudiantil a los planes de acción en las comunidades. Será necesario activar la Columna Cultural en comunidades de todo el país con la participación de artistas, escritores e intelectuales (miembros de la Uneac y la AHS), profesores instructores de arte, artistas aficionados, estudiantes y profesores de la enseñanza artística, así como promotores culturales.

Debemos trabajar mucho más en dotar de mejor manera a nuestras casas de cultura, no solo desde el punto de vista de infraestructura, constructivo, sino también de ese equipamiento técnico necesario para poder brindar un mejor servicio a la comunidad. Estamos hablando de un resultado palpable, concreto, del talento del MAA y su presencia en las provincias. Pero con esa mayor atención que pudiéramos tener, incluso de los propios gobiernos locales, podemos dotar a nuestras casas de cultura con el vestuario, la compra de instrumentos musicales o algunos accesorios, que ni siquiera demandan de una producción en el extranjero o de una importación de recursos, sino de los propios recursos que tenemos en el territorio.

Con nuestras propias fortalezas podemos lograr el trabajo de las casas de cultura. Eso se podrá traducir también en un mejor resultado, para ello se necesita sensibilizar a los gobiernos municipales, para que incluyan en sus presupuestos el apoyo necesario para las prácticas culturales comunitarias, así como la inserción de los mismos en sus estrategias de desarrollo local.

Seguir trabajando de manera integradora también es muy significativo. La cultura y el trabajo con ella no puede estar solo en las comunidades. Debemos seguir laborando de manera conjunta con el Instituto Nacional de Deportes (INDER), con el MINSAP, con los trabajadores sociales, con las universidades, con los centros de investigación, con las organizaciones sociales y de masas, para en ese trabajo intersectorial de día a día que debemos hacer, lograr que la comunidad se sienta acompañada por estas instituciones y organizaciones que logran de verdad enriquecer esta labor en cada uno de los territorios.

Decisivo en este empeño será desarrollar modalidades de trabajo con las instituciones culturales, educativas y sociales y todos los actores locales que aportan al diagnóstico sociocultural integral para que sea realmente un valioso y efectivo instrumento para la gestión cultural comunitaria. Tenemos que seguir trabajando mucho más en diagnósticos socioculturales más profundos de nuestros barrios y asentamientos, aun en los más alejados y en situaciones de vulnerabilidad, porque es ahí donde se recoge lo que realmente necesitan nuestros ciudadanos y ciudadanas, nuestros públicos, porque hablamos de cultura, tradiciones, identidad, hablamos de la riqueza y las potencialidades que tiene una comunidad y sobre dicha base debemos seguir avanzando en ese sentido.

“Tenemos que seguir trabajando mucho más en diagnósticos socioculturales más profundos de nuestros barrios y asentamientos, aun en los más alejados y en situaciones de vulnerabilidad”.

Y la cultura es un instrumento muy importante para ello. Es una herramienta muy importante para eso que nos ha pedido también el Presidente de la República, que es el trabajo desde la espiritualidad para ayudar a transformar las comunidades. Porque no trabajaremos en la mejora del asfaltado de las calles, el alumbrado, la construcción de viviendas, pero sí desde la cultura podemos apoyar mucho en la espiritualidad y eso la vida nos lo ha demostrado. Cuando pasamos algún huracán, una inclemencia del tiempo que nos pone en alguna contingencia, la cultura ha estado presente y ha ayudado también a que en medio de tanto dolor, cuando se han perdido cosas materiales, se oxigenen esos corazones, esas lágrimas que a veces brotan y que nosotros las convertimos después en felicidad, en alguna presentación de algún talento nuestro, ya sea profesional, ya sea aficionado, en cualquiera de los espacios.

Tomado de La Jiribilla

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