Creado en: noviembre 21, 2024 a las 07:53 am.
Martorell: de la sencillez y la gloria a la amistad entrañable por Cuba
Constituye un elemento de justicia reconocer en un intelectual su compromiso con la sociedad de su tiempo, que ha sido y es capaz de vincular estrechamente su creación como llamado de alerta ante las acciones que atenten contra la vida, la paz y la justicia, esa es la intención del Premio Internacional René Portocarrero de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, cumplir con ese precepto tan martiano que durante diferentes entregas se ha concretado, nos convoca hoy cuando nos honramos al reconocer con el galardón a quien durante años ha entregado sus saberes y destrezas en el arte y la vida a más de una generación de colegas, Antonio Martorell.
En esta ocasión, el reconocimiento a una obra de gran diversidad y fuerte eclecticismo se añade el regocijo de reafirmar admiración y respeto a un creador de brillante trayectoria que ha organizado numerosos eventos culturales comunitarios que evidencian su interés por la expresión humana y artística. Exhibe una obra de marcado carácter comunicacional, que más allá de hacer ofrecer un mensaje establece un vínculo acertado entre la obra realizada y el espectador que recibe el mensaje que ella trasmite de manera rotunda e inobjetable
La formación académica de este portorriqueño nacido en Santurce en 1939 domina ampliamente las artes plásticas en su totalidad, es profesor escritor, abarca desde el diplomado en Diplomacia, hasta diversos talleres de arte.
Desde el año 1968, año en que creo el taller escuela, de los primeros de gráfica independiente de Puerto Rico hasta 1971 en que se mantuvo dirigiendo el Taller Alacrán, el artista patentizó su abierto compromiso de mantenerse alerta frente a las irregularidades sociales y en temas tocantes con la mala política nacional imperante en el país, lo que le sitúo desde muy temprano del lado de la intransigencia abierta y militante.
Todo esto aparejado con la realización de su obra de excepcional calidad en la que destaca su marcada preferencia por el retrato y la figuración como posibilidad expresiva.
Martorell mantiene el desarrollo progresivo de la obra plástica junto al ejercicio de la docencia en el grabado a través de talleres en su país y otros de América. Se multiplica y crece en su vínculo con el teatro, para el que crea escenografías y vestuarios; performances e instalaciones se integran a su obra siempre ágil, contemporánea y vital.
Lugar muy especial en su vida y obra ocupa la relación con Cuba cultivada y sostenida durante décadas que lo ha llevado a reiteradas visitas y vinculación con prestigiosas instituciones cubanas entre la que se destacan la Bienal de La Habana (en más de una edición), la Casa de Las Américas siempre presta a recibir, proteger y promocionar el talento, el Museo Nacional de Bellas Artes, sus salas en más de una ocasión han presentado sus obras, incluyendo una abarcadora exposición en ocasión de un importante aniversario del artista; el Taller de Gráfica, del que Martorell es ya además de un decidido y entusiasta orientador, parte viva y activa de una prestigiosa comunidad de grabadores; el Festival de Cine y esta Unión, institución que una y otra vez lo abraza en su seno.
En Martorell tenemos esa especial conjunción de sencillez y gloria, el amigo entrañable con el académico laureado, el instrumental de la diplomacia se rinde al amigo conversador siempre esperado; su constante entrega e insaciable quehacer hace que su obra sea constantemente renovada y su vida revitalizada con la presencia en foros, talleres, conferencias e intercambios en diversos espacios del arte.
Reconocer hoy su entrega al arte y las causas más nobles, es obligada acción que nos enaltece.