Creado en: noviembre 25, 2024 a las 09:00 am.
Desde el pensamiento de Fidel: UNEAC ayer y hoy, pilar de Cuba
Fueron días tensos. Muchas horas de diálogos a chaquetón quitado. De miradas con lupas a un contexto signado por muchas hostilidades. Nacía la Revolución cubana y con ella se necesitaban de otros muchos partos como sostenes para andar firme por un camino repleto de complejidades.
Convencido Fidel que la cultura es lo primero a salvar en un país hizo un alto entre tanto que hacer. Aunó a un grupo de artistas e intelectuales y durante varios días, ese gremio encontró la resonancia requerida para el establecimiento de un diálogo, donde nació la política cultural de la nación y, sobre todo, se escucharon todas las partes.
Reunidos en el teatro Cha¬plin, hoy Karl Marx, en La Habana, donde tuvo lugar el Primer Congreso Nacional de Escritores y Artistas Cubanos germinó la idea –que tiene sus antecedentes los días 16, 23 y 30 de junio de 1961, en la Biblioteca Nacional–. En los debates de esas jornadas, el Comandante en Jefe y sus asistentes impulsaron el surgimiento de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).
No podría ser otro el nombre. Aunar a ese grupo de firmas que había experimentado momentos, donde resultaba quimérico dedicarse a plenitud al arte era la palabra de orden. Entre esos hombres y mujeres, representantes de todas las creaciones: artes visuales, literatura, música… estaba parte de la fuerza que necesitaba el país para impulsar a la Revolución con olor a cascarón. Tuvo lugar un hecho sin precedentes hasta ese momento en Cuba.
«(…) les deseamos que siempre puedan mantener esa ejemplar unión, y que cada día sea más fraternal y más estrecha; les deseamos el mayor éxito como es¬critores, como artistas, es decir, como creadores, pero, sobre todo, como semillas de la Patria de ma¬ñana», expresó el artífice de la organización, que hoy toda Cuba recuerda a 8 años de su desaparición física.
Han transcurrido 63 años de esas palabras y no han perdido vigencia, como se demostró también en los debates intensos del X Congreso de la UNEAC, donde se palpó a una organización viva, oxigenada y en búsqueda constante de estrechar alianzas entre sus miembros y resto de la sociedad en la protección y defensa de lo mejor de la cultura cubana.
«Esa conjugación de responsabilidades y la diversidad de genios creativos conforman la historia de la Unión», nos ha contado igualmente Lesbia Vent Dumois, vicepresidenta de la organización, reconociendo lo válido que resulta que un músico piense en expresiones de la plástica y que un plástico hable de literatura.
«La existencia de la organización siempre estuvo ligada a un principio: la unidad de la diferencia –opina además Francisco López Sacha, escritor y crítico de arte–. Por tanto, una de sus virtudes está en su propio nombre, donde se van a transparentar los grandes intereses patrios, los de la nación, la sociedad, la lucha contra el racismo, la lucha antimperialista, la independencia cultural. Son intereses muy sagrados.
Con la UNEAC se abrió la idea, nos dice, de que «la cultura es un bien colectivo de todos los cubanos, y sin cultura no somos nada», de ahí la esencia fidelista que ante cualquier circunstancia debe de ser lo primero en salvarse.