Creado en: junio 7, 2021 a las 06:11 am.

Artemisa, donde el tributo a los mártires es también un acto de belleza

Mausoleo a los Mártires de Artemisa, declarado Monumento Nacional.

Es la cultura el alma de los pueblos porque en ella se miran los hombres y mujeres y reconocen lo que tienen de virtuosos. Es la cultura también río por el que transita la identidad y desde sus márgenes se levantan raíces que sostienen el imaginario colectivo: lo nuestro.

Por eso no puede concebirse la cultura en Artemisa sin los matices rojinegros de la rebeldía. No puede obviarse en la vida de sus hijos el mítico pasillo de bronce donde el arte nos acerca a la historia, donde sentimos respirar el heroísmo en armonía con la naturaleza.

El Mausoleo a los Mártires de Artemisa, declarado Monumento Nacional, es una obra viva no solo porque la estructura tiene como diseño ser extensión del barrio La Matilde. No solo porque sus espacios reciben al visitante y la brisa se pasea por cada sitio de recordación o porque la lluvia moja la losa que protege la materia mortal. Hay vida y arte en el diseño de su guión museológico. Como leyenda se cuenta la proeza y no sabe el visitante si asiste a una visita guiada o es un poema lo que se declama ante él. Poema siempre distinto y aderezado con el sentimiento de un pecho artemiseño.

El Mausoleo se levanta para mostrar el maridaje de la historia y la cultura, de la vida y las raíces, de la belleza y la gratitud. No podía ser cualquiera la casa de los jóvenes valerosos que asaltaron el Moncada. Por eso conocer a esos jóvenes es aún una posibilidad cuando uno llega hasta los nichos y en las palabras de las museólogas artemiseñas siente que cada uno te extiende la mano. Logran estas artífices de un puente temporal hacia el pasado, que el visitante participe en la reunión a media luz en la Logia Evolución, que escuche el ruido de los autos que parten hacia Santiago, que sienta el sudor de los entrenamientos de tiro en la finca de Capellanías.    

El 26 inspira a los cantores, a los poetas, a quienes ponen a producir las musas por una región mambisa y nos dicen, en melodías nacidas del alma, el orgullo de la tierra roja abonando el pecho. El cubo de la victoria no es una forma fría sino un recinto para que el pueblo pase y haga la reverencia del tributo y goce con la hechura de esa leyenda apasionante que es la rebeldía de los artemiseños.

La contienda de julio vibra junto a las razones que parieron esa contienda. La historia se asoma a los balcones del Campoamor, discursa desde el Parque Libertad, nos obsequia con lecciones nuevas desde la Biblioteca Provincial con nombre de mártir.

Junto al recinto mortuorio, ateneo también de manifestaciones múltiples de lo mejor del hombre, los juglares levantan voces de cubanía. Danzan los cuerpos vigorosos el agasajo del triunfo y desde el retablo de un país nuevo saludan los personajes de la esperanza en una puesta por el futuro.

La cultura es el alma de los pueblos. La cultura en Artemisa aún pone lágrimas en la mejilla de quienes miran hacia Oriente. Eran unos muchachos los que hoy fecundan el talento de los artistas. Por eso viven entre el arte. Hoy colorean el paisaje y nutren el abanico cultural de los artemiseños de rebeldía.  

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