Creado en: junio 2, 2021 a las 07:02 am.
Arte para la comunidad (+Video)
El percusionista y promotor cultural Eduardo Córdova Reyes es uno de los artistas que ha dedicado su vida a cambiar la realidad de los barrios habaneros. Cuando se graduó de la Escuela de Arte, comenzó a dar clases. Tiempo después, supo canalizar estas experiencias a favor de la comunidad.
Su proyecto Tambores Córdoba radica en el municipio habanero Diez de Octubre y desde sus inicios buscó rescatar los valores de la tradición afrocubana, enseñando a los niños a hacer instrumentos musicales como bongos, maracas o tumbadoras.
El trabajo que realiza la UNEAC con la comunidad es coordinado por la Oficina de Cultura Comunitaria, creada en 1994 con la misión de potenciar la participación de los artistas y escritores en las comunidades. En ese empeño, el Movimiento de Coordinadores de la organización fue la génesis para que desde la misma se extendiera el trabajo comunitario en la capital. La UNEAC cuenta con los Comités Provinciales, que contribuyen a este fin a través de la red “Arte y Comunidad”, en colaboración con Centro de Intercambio y Referencia- Iniciativa Comunitaria (CIERIC).
Según explica Juan Rogelio Rivero, actual Director de la oficina de Cultura Comunitaria de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, el Movimiento de Coordinadores surge a partir de una idea de Abel Prieto en medio del Periodo Especial y ha sido la contribución de un grupo de artistas para cambiar la realidad cultural de diferentes barrios de la capital.
“Este proceso ha contribuido a la preparación metodológica de esos actores sociales y ha brindado la posibilidad de evaluar el trabajo realizado. Desde esta estructura podemos ver cómo hemos logrado influir en estos lugares. Hemos logrado fortalecer el tejido social en muchos espacios y favorecer que muchos jóvenes con aptitudes fueran captados por la Enseñanza Artística”, comentó.
El proyecto impulsado por Eduardo Córdova Reyes ha llegado a involucrar a más de 200 niños, procedentes de barrios como Marianao y Luyanó, caracterizados por una enorme complejidad social. Este promotor cultural declara que muchos de sus estudiantes tenían situaciones difíciles en su entorno. “Logramos rescatarlos e integrar a los padres en el proyecto. Muchos de los padres incluso cantan en las funciones. Es muy grande lograr fortalecer la espiritualidad de estos estudiantes, uno los ve crecer y desarrollarse”, explicó.
Según dicho artista, la UNEAC ha sido fundamental en el desarrollo de estos espacios, pues les ha brindado la oportunidad de presentar el proyecto en la Feria Internacional del Libro y ha constituido una guía metodológica y de capacitación para facilitar el trabajo en la comunidad.
Gracias a Tambores Córdoba y a su posterior fusión con otros espacios, estos niños no solo se incentivaban en aprender a tocar el instrumento, sino que aprenden a crearlos. El proyecto se integró al espacio Danza y Percusión del municipio de Marianao, que rescata la influencia de la música tanto africana como española. “Las profesoras de la escuela que hemos creado son bailarinas de “Habana Compas Dance”, gracias a eso, los niños reciben clases de percusión, flamenco y danza contemporánea”, explicó.
Durante el aislamiento por la Covid-19, este espacio comunitario se ha mantenido dando clases gracias a las redes. “Es increíble cómo les mando una tarea y en poco tiempo me envían el video en que se pueden ver muchos avances. Estamos montando un espectáculo individual para cuando lleguemos a la normalidad que sabemos que será grandioso, porque todos han continuado superándose y creciendo en este tiempo”, agregó el coordinador.
El trabajo comunitario ha sido un acompañamiento importante a la Revolución cubana. Este tema se ha debatido siempre en los últimos Congresos de la UNEAC. Se discutió por primera vez en 1998, durante el VI Congreso. Allí, se constituyó una Comisión Permanente para debatir al respecto. La primera presidenta de esta Comisión, desde 1998 y hasta 2008, fue Teresita Segarra, le siguió Cecilio Avilés de 2008 hasta 2019 y finalmente Jesús Írsula, hasta la actualidad.
“Este trabajo no hubiera sido posible sin las relaciones que se han creado con el Ministerio de Cultura, con el Sistema Nacional de Casas de Cultura, con la Brigada José Martí, con las universidades y el Ministerio de Educación, con las organizaciones de masas y muchos otros organismos que han contribuido. Durante la pandemia hemos estado preparándonos y creando condiciones para cuando exista la posibilidad de continuar trabajando”, argumentó el Director de la oficina de Cultura Comunitaria de la UNEAC.
Los recursos para realizar estas experiencias comunitarias se facilitan gracias a la articulación con los diferentes actores de la comunidad. La organización busca nuevas fórmulas que permitan la sostenibilidad económica de estas experiencias, porque no cuenta con un presupuesto dedicado a ello. Es crucial en estos espacios el aporte de los propios artistas y la participación activa de la familia.