Creado en: noviembre 9, 2020 a las 08:45 am.

José Antonio Rodríguez Ferrer: aniversario 85 de su fallecimiento

José Antonio Rodríguez Ferrer, según datos que he conseguido, es uno de los más positivos valores musicales cubanos por la profundidad de su arte y la exuberancia de sus recursos artísticos.

Pertenece al siglo XIX, nace en La Habana, el 23 de agosto de 1864 y fallece el 22 de octubre de 1935, también en la misma ciudad. Ya han pasado 85 años de su desaparición y, muchos lo han olvidado.

Comienza sus estudios de música a los 8 años de edad, bajo la égida de su padre, que le enseña solfeo, flauta, clarinete, y los rudimentos de armonía y, bajo la eficiente dirección de Tomás de la Rosa, afamado profesor de la época, adquiere los conocimientos de violín.

El estudio de la composición, después de seis meses de instrucción en contrapunto con el maestro organista, compositor y director de banda, Felipe Palau, su padre, lo continúa solo, acudiendo a las fuentes de las escuelas española e italiana y guiado eficazmente por el extraordinario poder de su nativa musicalidad.

En sus composiciones se observa el procedimiento de combinar las prácticas armoniosas tradicionales con las tendencias de las nuevas escuelas y, muy singularmente un constante anhelo de desentrañar nuevas formas e insospechadas combinaciones sonoras dentro de los principios rítmico y tonal.

Desde los doce años de edad comienza a escribir diversas obras para orquesta y banda, las cuales, por mandato de su conciencia artística, destruye más tarde, al hallarse robustecido de mayores y más amplios conocimientos.

El 1884, marca con carácter endeble el primer triunfo artístico de este insigne compositor cubano, que entonces compone su primera obra contrapuntística –temática Marcha de Concierto, estrenada con extraordinario éxito por la famosa Banda de Música del Regimiento de Ingenieros de la Habana, en agosto de ese año.

Esta obra, encomiada por maestros de la talla de Antonio de La Rubia, Juan Brocchi, y Modesto Julián, le aporta, en aquel entonces gran reputación al novel compositor habanero. Años después de concebida, la pieza resiste airosamente la influencia de las creaciones de otros autores modernos de fama mundial que en 1928 figuran en la escena.

Entre sus mayores triunfos están el que alcanza en los Juegos Florales celebrados en mayo de 1908, ganando el único premio de música con su marcha militar para gran banda titulada «Martí» y el no menos sonado en el concurso de la Academia Nacional de Artes y Letras, en octubre de 1917, en que gloriosamente conquista dos premios, el primero con su «Preludio Temático» para orquesta sinfónica y el segundo por su «Fantasía en forma de Obertura»,para gran banda.

En su desempeño laboral ocupa los cargos de director de Orfeones provinciales españoles; profesor de música en la escuela oficial Luz y Caballero, profesor de solfeo y teoría en el Conservatorio Nacional del músico Hubert de Blanck, director de banda de la Casa de Beneficencia y Maternidad de La Habana y otros.

Como observamos en su obra, está muy presente el elemento patriótico del apóstol José Martí, el General Antonio Maceo, la bandera cubana y el Himno de Bayamo (Himno Nacional). Esos son méritos que hoy, a 85 años de su fallecimiento, tenemos que recordar con amor.

Relación de obras más destacadas:

«Ampliación y armonización» para orquesta y banda de la melodía del «Himno de Bayamo».

«Gran Marcha Triunfal» para gran banda, homenaje a la Bandera cubana.

«Martí», marcha militar para gran banda, homenaje a la memoria de José Martí.

«Maceo» marcha solemne para gran banda, en homenaje a la memoria del Lugarteniente General Antonio Maceo.

«Marcha Presidencial» para gran banda.

«La Estrella» marcha de concierto para gran banda.

«Preludio Temático», para gran orquesta.

«Fantasía en forma de Obertura» para gran orquesta y gran banda.

«Suite Elegíaca», para gran banda, en homenaje a la señora Ana Aguado de Tomás.

«Cubanas» Danzas de concierto, en compás tenorio para piano, empleándose el género fugado, forma y estilo original del autor.

«Gran Cantata a Colón», para tenor bajo, coros y orquesta.

Fuentes:

José Calero Martín, José y Valdés Quesada, Leopoldo. «Cuba Musical». Imprenta de Molina y Compañía. 1929.

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