Creado en: julio 15, 2024 a las 09:03 am.

“20 años”: Una gema de la animación cubana

Foto: Fotograma de 20 años. 

Aprovechamos el aniversario 15 del estreno de 20 años (Bárbaro Joel Ortiz, 2009) para hacer un justo recordatorio a este cortometraje de los Estudios de Animación del Icaic, el cual constituye una de las gemas de esta parcela fílmica en la Isla.

Esta pequeña gran película –filmada exqui­sitamente en la veteranísima técnica de stop motion– hace de lo mínimo arte mayor, y sobresale en virtud de su poder comunicativo para transmitir, con el descarnado prisma de un Solondz, un Haynes o un Baumbach, los procesos de decadencia espiritual, desintereses vitales o desmotivaciones sentimentales de los seres humanos.

No hablemos ya únicamente del universo animado; en todo el cine cubano de ficción pocas veces se había abordado el tema del desamor con tanta hondura, en tan breve tiempo en pantalla (solo 12 minutos) y sin ninguna palabra, a pura imagen.

La desgarradora 20 años supone una inmersión a vacíos de emociones yertas, la exploración a esa angustia prolongada –revestida de resignación– que abre un bache de penas sin curas en medio del pecho. Crónica del olvido, del abatimiento sentimental surgido tras la brecha insalvable del alejamiento sistemático de dos personas casadas por el papel y separadas por el desdén, es documento locuaz de la atomización de una pareja.

Hay sagacidad, intuición y perspicacia al ilustrar, a través de sugerentes ademanes o actos, tal proceso de autodestrucción. Este pobre hombre, hastiado, de escasos recursos de todo género y consumido por la vejez y la rutina del alcohol y del beisbol, tiene a su esposa en un peldaño afectivo tan lejano, que ni siquiera procura un cruce de miradas. Es impagable la escena cuando se tira arriba de ella en el sillón, sin verla; como igual los fotogramas del plato de comida en el piso, la botella a mano alzada, el interés pendiente –solo y nada más– de cuanto pasa en el terreno de pelota…

Es 20 años un modelo de precisa caligrafía fílmica, cuya trama muestra preocupación por los mínimos detalles escenográficos que complementan, y de algún modo también explican, la indigencia vital de estos seres carcomidos en la insignificancia de una rutina mortal que los engulló en vida. El viejo ventilador, descompuesto y sin casi poder echar aire, sugiere un universo en desintegración, cuya única posible abertura radicaría en la inevitable disolución conyugal.

El consorcio de la trama con la apoyatura musical del tema homónimo de María Teresa Vera/Guillermina Aramburu, identificador del título del filme, y priorizado por el soundtrack de Harold López-Nussa, representa otra de las fortunas del proyecto.

Tan directa, pletórica de significantes y descarnada como esa naturaleza muerta que se deja ver en un cuadro de apertura, la premiada 20 años representa una obra adulta, dirigida a públicos adultos, de la cual el cine cubano puede enorgullecerse.

Su trabajo con el stop motion está al nivel de la escuela británica Aardman; o de títulos de Tim Burton, Wes Anderson, Charlie Kaufman, Guillermo del Toro y de Adam Elliot: el responsable de esa otra maravilla de 2009 que es la australiana Mary and Max.

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