Creado en: febrero 8, 2024 a las 01:43 am.
A las puertas de un magno evento
Por Magaly Cabrales
Considerado el acontecimiento cultural más importante y abarcador de las letras cubanas, la Feria Internacional del Libro abrirá sus puertas al público capitalino el próximo 15 de febrero y dedica esta, su edición 32, a los reconocidos intelectuales cubanos Isabel Monal y Francisco López Sacha.
Los primeros intentos de una Feria del Libro en Cuba se remontan al año 1937 cuando el director de la Oficina del Historiador, el doctor Emilio Roig de Leuchesenrig, realizara un evento de carácter provincial en la antigua cárcel de La Habana, convertida ya por aquellos tiempos en solemne monumento gracias a la gestión del mismo Roig. En esa instalación la Oficina del Historiador exhibió su incipiente aunque trascendente producción bibliográfica, la cual consistía en los libros de historia habanera y varios cuadernos donde se conservaban las Actas Capitulares, estos últimos inscritos en el Patrimonio Documental de la Humanidad.
Sostenida desde sus propios orígenes en la premisa martiana de que “Leer es crecer”, la Feria Internacional del Libro es la mayor fiesta de las letras cubanas.
Después de una larga espera por un nuevo encuentro masivo con los libros, en la década de los 80 Cuba retomó la cita literaria y lo hizo en grande, al menos para aquella época, al conseguir la participación extranjera con la presencia de un grupo bastante numeroso de escritores y personalidades del universo literario.
Sin embargo, la celebración de este evento que ya venía alcanzando popularidad, se limitó solamente a la capital cubana. Y no fue hasta los inicios del presente siglo que se hizo extensivo a todo el país. Millones de ejemplares viajaron entonces por toda la Isla, de oriente a occidente. Junto a ellos decenas de escritores nacionales y foráneos, quienes acompañados de la realización de tertulias, encuentros literarios, conciertos y fiestas callejeras, hicieron de la Feria Internacional del Libro una cita multicultural y un lugar de encuentro para toda la familia cubana.
Sostenida desde sus propios orígenes en la premisa martiana de que “Leer es crecer”, la Feria Internacional del Libro convoca a escritores, editores, promotores y críticos literarios de todo el mundo y a la vez en nuestra nación, a los más diversos sectores de la población. Ello la convierte en uno de los eventos más concurridos de nuestra cultura y en la mayor fiesta de las letras cubanas.
Su edición 32 tiene como país invitado de honor a la República Federativa de Brasil y se desarrollará en La Habana desde el 15 y hasta el 25 de febrero. Inmediatamente, iniciará su habitual recorrido llegando primero al centro del país y después a la región oriental, para concluir en Santiago de Cuba, donde tendrá lugar su clausura el 24 de marzo.
Como en sus anteriores ediciones, la Feria Internacional del Libro contará con un amplio y variado programa de actividades, cuyo escenario principal será la fortaleza de San Carlos de la Cabaña. De manera relevante destacan las presentaciones y ventas de libros en formato impreso y digital, la entrega de reconocimientos a creadores y editoriales destacadas, el Encuentro Internacional del Librero, encuentros dirigidos a la promoción de la lectura y los encuentros de editores y traductores.
Asimismo, la programación de conciertos a cargo de populares solistas y agrupaciones y una de sus actividades tan antigua como esperada por niños y adolescentes volverá a su acostumbrada sede del Pabellón Infantil Tesoro de Papel, donde se efectuarán talleres diversos, además de un atractivo programa artístico, el encuentro teórico de niños, autores y libros y, por supuesto, presentaciones de títulos de literatura infantil y juvenil.
“Los libros salvan, consuelan, preparan, reviven y enriquecen”, al decir del Apóstol.
El mayor certamen de las letras en Cuba es esperado, igualmente, en barrios y comunidades, en escuelas y universidades y en centros de trabajo, en los cuales los escritores, editores y en general, los profesionales del mundo literario y editorial encontrarán ese momento único que propicia la feria para compartir con colegas y lectores y mostrar su trabajo en una cita que ya ostenta carácter multitudinario.
Lógicamente y sobre todo en las actuales circunstancias que vive el país, detrás de la celebración de este encuentro multicultural hay un esfuerzo inmenso, extraordinario y no faltan quienes opinan que promover la lectura, propósito esencial de la feria, es un derroche de recursos y de tiempo. Pero para los que estamos convencidos, que por suerte constituimos mayoría, de que “los libros salvan, consuelan, preparan, reviven y enriquecen”, al decir del Apóstol, la Feria Internacional del Libro es una necesidad, una inversión para el futuro, aun cuando haya que perfilar todavía algunas de sus acciones y estrategias, las cuales deben tener siempre como cimiento que este evento es, ante todo, un movimiento cultural.