Creado en: agosto 7, 2024 a las 08:04 am.

Bella voz de la eternidad

Foto de Juvenal Balán/ Tomada del periódico Granma

Han pasado años y Alambre dulce llega con la fuerza de un manantial. La misma composición de Félix Chappottin que sonorizó a Los Sitios de su infancia, un folclórico barrio habanero. Allí se resguardan, también, el mejor color azul del mundo, las primeras frases de las mujeres de piel tostada, el sabor y olor a congrí oriental…, las esencias de lo que es hoy para Cuba y el mundo, Nancy Morejón.

Hay trazos de algunos de esos recuerdos –en la actualidad–, presente –ayer– en el cuaderno que, con solo nueve años de edad escribió. Fue ese su primer secuestro por la poesía. Un hecho que se repite, desde entonces, cada vez que la inspiración la perturba. Por tanto, se ha convertido en una necesidad, en una búsqueda constante de contar mediante la belleza el mundo que le rodea, siente y aspira a que florezca libre de toda expresión de discriminación.

Y es que Nancy Morejón no se ha escondido para alabar a sus raíces africanas, denunciar la esclavitud, la violación de los derechos humanos, la marginación que ha sufrido la mujer negra a lo largo de la historia. Pero, lo ha hecho con fidelidad, desde el compromiso con el proyecto político-social de este país, con el que ha crecido como cubana, escritora, periodista, traductora y crítica literaria y teatral.

Un evidente talento que se avivó durante sus primeros años en el hogar. Sus padres supieron esculpirlo. Los primeros frutos lo disfrutaron cuando con solo 15 primaveras, Nancy sostuvo en sus manos el título de profesora de inglés. Tres años después, nació su primer libro Mutismos, un espejo de los sentimientos, escenas e inquietudes propios de la edad: soledad, frustración, angustia… Mas, una rápida lectura confirma que la entonces novel firma daría de que hablar por los esmerados símbolos y metáforas ubicados en perfecta armonía.

Foto de Liesther Amador/ Tomada en la UNEAC

No demoró en volver a sorprender a los lectores. Sus trazos aparecieron en 1962 en la antología llamada Novísima poesía cubana, de Reinaldo Felipe y Ana María Simo. Publicación a publicación se hizo frecuente en libreros personales y colectivos. Subió a lo más alto del podio de la literatura nacional. Reconocimientos y premios legitiman una carrera con inicio en su primer cuaderno engavetado en su memoria: Premio Rubén Martínez Villena (1964), Premio Nacional de Ensayo Enrique José Varona(1980), Premio Mirta Aguirre (1983), Premio de la Crítica (1986), Premio Nacional de Literatura (2001), Premio Rafael Alberti Merello (2007), Premio Internacional de la Asociación de Escritores Gallegos (2008) …

Pero, el mayor de sus lauros está en el reconocimiento de sus lectores. Sabe cómo convertir lo individual en mayorías, lo doloroso en belleza, lo extraordinario en cotidiano, lo efímero en eterno. Y tiene que ver mucho por su insistencia de beber, refugiarse en lo más autóctono de la cubanía. Qué mejor referente que cada enseñanza de Nicolás Guillén, uno de los pilares esenciales en la literatura nacional y de quién aun no puede desprenderse.

Una calificación que resulta leitmotiv de su texto Nación y Mestizaje en Nicolás Guillén. Aprendió de él a amar con mayor conciencia la lengua española, a fundir en un mismo espacio tradición y cultura, a dignificar la negritud. Sus mejoras odas a ese recurrente tema en ambos escritores toman cuerpo en Mujer negra, NegroAmo a mi amo.

Y quizá sea ese vínculo que en la totalidad de sus páginas –donde afloran gran variedad de temas– se descubre a una Cuba llena de colores, sonidos, una identidad afincada en el mestizaje de las culturas españolas y africanas, en mujeres que intentan romper con estereotipos patriarcales históricos, en la defensa ultranza del nacionalismo, la revolución, la Cuba que despierta todos los días a pesar de las adversidades.

Sin dudas, una poética que ubican a Nancy Morejón, la habanera que cumple este siete de agosto 80 años como la poeta más famosa y traducida de la Cuba actual. Un calificativo que tiene su semilla en el sintético dibujo que le hizo el propio Nicolás Guillén: “Pienso que su poesía es negra como su piel cuando la tomamos en su esencia íntima y sonámbula. Es también cubana (por eso mismo) con la raíz enterrada muy hondo hasta salir por el otro lado del planeta, donde se le puede ver sólo en el instante en que la tierra se detiene para que la retraten los cosmonautas…”.

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