Creado en: diciembre 6, 2021 a las 09:16 am.
El brillo de su alma
“En la variedad está el gusto”.
Sigmund Freud
Es muy probable que una de las acciones humanas más extenuantes e intensas lo constituya El retorno. Me adentro (arriesgo con un libro que lo hace acomodándose en los intersticios recónditos de su propia historia (biografía, de la poeta y ensayista Caridad Atencio Mendoza (La Habana, 1963), su poemario El camino a casa (Selvi Ediciones, 2020, Colección Arco Tenso –primera entrega-, Valencia, España).
Lo primero que se debe acotar sobre este nuevo volumen es su ritmo, su percepción única, que juega con la filosofía –juego serio(sabio desde donde se (ad) mire. Con cierta disonancia, pues la poeta, y es mi opinión, ahora, que goza de otra condición existencial, quiere dejar un legado, hacernos depositarios de un testimonio(testamento profundo de su estirpe, representado por varios personajes –sobre todo mujeres excepcionales de su familia primigenia- tanto paternos como maternos: “Pero espera a que a que caiga la noche y regrese alguien que nos buscó en el mar”. Atencio realiza unos frisos, unos cuadros exactos y coloridos de su tribu original con mucha curiosidad y respeto .Escogería para ilustrar lo antes expresado el poema del folio 33 que es antecedido por un texto minimal, pero de un poder, una fuerza comunicante por su poder de síntesis, su sentido y sus significados: “Y la gente a mi madre: como te vas a casar con un hombre que le canta a los árboles”. O sea que lo poético –por línea paternal-, lo cantable, bucólico siempre, ha formado parte raigal del ADN de la escritora y es muy probable que se reproduzca( renazca(reaparezca en un 99,99 ( en sus futuros descendientes.
No es una noticia que estamos frente a un poemario redondo, el cual fue editado por un viejo zorro de estas lides: Roberto Manzano, y no constituye una isla en el mar, sino el producto lógico, bien pensado de esta primera entrega de la colección. Son volúmenes preciosos, austeros, de una sobriedad intelectual estimulante. pero regresemos a nuestro viaje por los versos secos, golpeantes, filosos como cuchillos y cortantes cual tijeras de El camino a casa.
A esta altura resulta obvio que prefiero la segunda sección que rótula el poemario. Es la poética-lirica de alguien que ha comprendido –en sus matices-
el verdadero fin de la vida: “La ignominia la bebemos como el agua”.
La memoria funciona cual diosa, la primera vez que leí Los poemas Desnudos (Ediciones Mucuglifo, Venezuela, 1995), me sorprendió el nivel de elaboración de un pensamiento concepto maternal con una concreción digamos que más fina(fija en ciertos detalles que potenciaban desde lo idílico los estudios de género. Luego vendría –lo expresé en su momento- La Sucesión (Letras Cubanas, 2005), textos donde la condición femenina ya no halla contención, aquellos fragmentos engarzados mostraban la fuerza tremenda, respetable de nuestras mujeres y sobre todo de las intelectuales. ¿Me sorprendo al entender cuánta reflexión poética, cuánta concreción mágica hay entre un prólogo y un epilogo?
Mientras escribo a nivel consciente me llegan la melodía y la letra del músico y actor pinareño Raúl Paz: “Nada es mejor que volver a casa, nada mejor que volver atrás…” De esos (re)inicios con uno mismo se trata, o tendré que argumentar con las frases letales del poeta ruso del siglo de plata, Ossip Mandelshtam (1891-1938), refiriéndose a su querida Anna Ajmátova (1889-1966): “Ella ha realizado dos bellísimas existencias, por favor, no le pidamos más”. Caridad ha imbricado el arte y la vida. Lectores, no los abrumo más, he aquí pujante, creativa e inesperada, una nueva obra de la poeta marianense Caridad Atencio Mendoza.