Creado en: octubre 26, 2024 a las 02:16 pm.

En su centenario: Richard Egües y su flauta

Por: Leonardo Depestre Catony

En 1966, la entonces muy joven poetisa Nancy Morejón sorprendió a lectores y críticos con un cuaderno de sugestivo título y lectura absorbente: Richard trajo su flauta y otros argumentos, que le valió una mención en el Concurso de Poesía convocado por la Uneac de aquel año. Aquel “Richard” del título no era otro que el maestro Eduardo Richard Egües Martínez, quien para entonces era ya un virtuoso de la flauta y uno de los timbres distintivos en la sonoridad interpretativa de la Orquesta Aragón.

Todos pedíamos su presencia alrededor de la mesa caoba
el oro del hogar se derrumbó sobre sus hombros misteriosamente
maravilloso estar entre nosotros Richard
con esa flauta sola

Con Richard Egües en la flauta y Rafael Lay en el violín y la conducción, la Orquesta Aragón alcanzó su mayor esplendor y la celebridad nacional e internacional que hoy conserva. Ni uno ni otro ya están, pero el sello de su impronta permanece en la insigne agrupación de la música popular cubana. Que así sea, es prueba de que, como dice el refrán, lo bueno no pasa.

La Orquesta Aragón alcanzó su mayor esplendor y la celebridad nacional e internacional con Richard Egües en la flauta y Rafael Lay en el violín y la conducción.

De la relevancia artística del maestro Egües dan cuenta algunos hechos: es de los contados músicos a los cuales se impuso la Orden Félix Varela y uno de los más importantes compositores del chachachá. “El bodeguero”, de su autoría, en la voz de Nat King Cole, tuvo una difusión mundial. Súmense las condiciones del maestro como flautista sinfónico y se tendrá una mejor comprensión de la magnitud de su quehacer y de la trascendencia de su legado.

Antes de ser un Aragón

Nació en Cruces, hoy provincia de Cienfuegos, el 26 de octubre de 1924 y desde pequeño estuvo tocado por la musicalidad. Con su padre recibió las primeras lecciones y su facilidad parecía no tener límites, por sus manos pequeñas pasaron el clarinete, la guitarra, la flauta, el piano. También los platillos, el bombo y los timbales, y se asegura que su debut tuvo lugar en la adolescencia, tocando para la Banda Municipal de Ranchuelo, el vecino municipio al cual la familia se había mudado.

También resulta tempranera su presencia en diversas agrupaciones. Son pasos esenciales en la formación del músico y que él solía recordar. Como pianista o como clarinetista figura en las orquestas Monterrey, Ritmo y Alegría, la jazz band Hermanos García. Se afirma que es en la década del cuarenta cuando asume los estudios de flauta, momento en que su perspicaz oído y sentido musical lo encaminan definitivamente hacia la interpretación de este instrumento.

Ya un Aragón

En documentado trabajo del investigador Luis Rovira Martínez y que lleva por título Cienfuegos en la música cubana, se establece la fecha de 1954 como aquella de entrada del maestro Egües a la Orquesta Aragón, que poco antes había hecho sus primeras presentaciones en La Habana. Richard entra por Rolando Lozano, quien va de gira a México con otra orquesta.

El binomio Lay–Egües empasta formidablemente y la Aragón vive sus mejores momentos. Sus arreglos contribuyen a dar el timbre identitario a la agrupación. Con ella va Richard a extensas giras internacionales que abarcan prácticamente todo el mundo. De América: Colombia, Chile, Panamá, México, Venezuela, Guatemala, República Dominicana, Guayana, diversas ciudades de Estados Unidos; de Europa, se presentan en España, Francia (con el espectáculo Music Hall de Cuba, en el teatro Olimpia de París), Unión Soviética, Polonia, Rumania, Hungría, Bulgaria, Checoslovaquia, Alemania; de Asia, Japón (en la Expo 70 de Osaka), y estremecen al continente africano representado en los países de Egipto, Congo, Argelia, Tanzania, Malí, Guinea Bissau, Angola, Benin, Sierra Leona. Con la llamada charanga eterna, Lay, Egües y los Aragones devienen embajadores de la cultura y en especial de la música cubana.

Descuellan en aquellas interpretaciones —ya hoy clásicos de la música popular—, las improvisaciones de Richard Egües, su manera de comunicar con el público, la imitación con la flauta a alguno de los cantantes, la incitación a los bailadores con sus solos… Verlo y escucharlo se convierten en parte del espectáculo que es la Orquesta Aragón. Admirado, el estilo de Egües marca una época dentro de las orquestas típicas, al conseguir para la flauta un espacio esencial dentro de la estructura charanguera.

Tras la muerte en accidente automovilístico del maestro Rafael Lay, en agosto de 1982, Egües asumió la dirección de la Orquesta Aragón.

Después

Al maestro se le llamó en numerosas ocasiones para que ejercitara su virtuosismo. Integró la Orquesta Popular de Conciertos y a partir de 1984 creó su orquesta Ases del Ritmo, con la cual continuó su carrera de grabaciones. Sus interpretaciones y descargas fueron una contribución y ejemplo del trabajo de fusión entre el jazz y la música popular cubana.  

Como compositor su obra es extensa, e incluye danzones (“Gladys”, uno de los más conocidos, “Cero penas”, “Recreo estudiantil”, “Por eso hay cosas”), sones (“El son merengue”, “Aguardiente de caña”, “El trago”, “La cantina”, “Maloja”, “La muela”…), guajiras (“El cerquillo”, “Guajira para ti”, “La guachipupa”), boleros (“Bella muñequita”, “De ti solo quiero”, “Por esta adoración”, “Así es mejor”, “Solo de ti”…) y por supuesto chachachás como “El bodeguero”, “Bombón-cha”, “Los sabrosones”, “Amor se la comió”, “Por qué me tienes así”…

El artista murió el primero de septiembre de 2006, luego de prolongada enfermedad. Eso solo físicamente, puesto que existen suficientes pruebas de su magisterio para que su obra continúe viva, y en ella, él.

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