Creado en: septiembre 7, 2024 a las 08:54 am.

Expo antológica de Mendive en Bellas Artes y su universo lleno de fuerza y significados

Hasta los primeros días de octubre es posible visitar “Pan con guayaba, una vida feliz”./ Foto: Yeilén Delgado Calvo

Colores, pieles, gestos, susurros, alaridos, formas y sentidos… todo en la obra de Manuel Mendive Hoyo, (La Habana, 1944), es raigal y, por esa manera suya de usar y expresar lo natural, cada una de las 130 piezas que conforman Pan con guayaba, una vida feliz, es capaz de transmitirnos tanto paz como desasosiego, según desde qué estado interior las miremos; pero siempre en contacto con la belleza y el optimismo.

Se trata de la primera exposición antológica en Cuba del artista, (Premio Nacional de Artes Plásticas, 2001), que abrió sus puertas el 17 de mayo último en el Edificio de Arte Cubano del Museo Nacional de Bellas Artes; prevista inicialmente hasta julio, es posible disfrutarla aún todo septiembre.

La exposición retrospectiva es monumental, no solo por la cantidad de piezas que implica, sino, además, por la profundidad emotiva del viaje que propone a través del quehacer de Mendive, quien ha fundido lo culto y lo popular, y develado cuánto de lo afrocubano nos atraviesa y define, como nación y como individuos.

Desde la entrada principal hasta la sala de exposiciones temporales del tercer nivel, las propuestas del maestro –que este diciembre cumplirá 80 años–, reflejan sus distintas etapas artísticas, y también dialogan con el legado de otros creadores: imposible no conmoverse con su silla frente a La silla de Wifredo Lam.

Con la muestra –fruto de la colaboración entre el Museo y Mendive Art Project–, las curadoras, Laura Arañó Arencibia y Darys J. Vázquez Aguiar han logrado plasmar el carácter inobjetable de Mendive, como referente del arte cubano contemporáneo.

Cada cual tendrá sus preferidas, pero en piezas como Rostros (2002), que formó parte del performance Las aguas, lo cotidiano y el pensamiento, desnudan la sencillez que marca su poética:

 «(…) El pan con guayaba despierta bellos recuerdos de mi infancia, pienso en el temple de acero de mi madre y en lo dulce de su sonrisa mientras hacía este alimento sencillo que gustaba a todos, muy popular en las familias tradicionales cubanas y en los hogares humildes de aquel tiempo», rememoró Mendive.

La originalidad de su discurso lo hace plenamente reconocible, independientemente de la técnica. Sus irreverentes performances parecen pinturas y esculturas que han echado a andar, aunque bien podría ser al revés; no en balde ha sentado cátedra en esa disciplina, así como en el body painting.

Según nota de las curadoras, él «estableció claves estéticas de las acciones interdisciplinarias, en las cuales se desdibujan los límites entre artes visuales, danza, teatro, pantomima, música clásica, mitología y cantos yorubas, bailes folclóricos y fiestas populares. Sus performances transitan, de manera natural, hacia el espacio público, allí donde los cuerpos pintados interactúan con el entorno y su gente, y se convierten en una expresión de vida».

Pan con guayaba… pletórica de preguntas y respuestas, fecunda y arriesgada como las criaturas de Mendive, ha permanecido en constante actividad desde su apertura, por medio de encuentros con estudiantes, visitas guiadas y conferencias.

La doctora Lazara Menéndez, quien disertó sobre el trabajo de Mendive, ha escrito que la muestra invita a volar, no solo para buscar la permanencia de la memoria en la espuma del tiempo y el espacio, sino también para descubrir lo que está oculto en la zona de los misterios, con el fin de mantener abierta la puerta al porvenir.

Si ha sido feliz la larga y ascendente trayectoria de Mendive en el arte, resulta igualmente satisfactoria la experiencia de adentrarse, de una sola vez, en el resultado esplendente de sus búsquedas conceptuales.

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