Creado en: septiembre 17, 2022 a las 10:15 am.
Frank Fernández y la buena música
Quienes asistimos el pasado 8 de septiembre a la sala Avellaneda del Teatro Nacional, para disfrutar del concierto ofrecido por el maestro Frank Fernández, en homenaje al aniversario 35 del Centro de Inmunoensayo, fuimos testigos de un espectáculo que desbordó el entorno puramente musical.
Este prestigioso pianista cubano, aclamado en exclusivos escenarios de todo el planeta, cuenta con habilidades adicionales que se nos aparecen cuando las circunstancias lo ameritan. Nos estamos refiriendo a la capacidad de Frank para hacerles sentir a las multitudes presentes en sus conciertos, que están en la intimidad de su hogar, donde tanto familiares como amigos cercanos, celebran determinada festividad y cada cual aporta lo suyo.
En ocasiones anteriores hemos resaltado esta singular percepción de familiaridad en sus conciertos, pero el de la noche referida no podía haber sido de otra manera. Hace nueve meses, el pianista sufrió una caída en su propio estudio de grabación, accidente que le provocó no solo una luxación de hombro, sino, además, una fractura cuádruple del húmero. Si bien el maestro cumple rigurosamente con la terapia prescrita, todavía no está en condiciones óptimas para asumir un concierto con el nivel de exigencia al que nos tiene acostumbrados.
Ahora que damos a conocer estos detalles acerca de su estado de salud, se le agradece mucho más a Frank Fernández el esfuerzo que lo enaltece por no dejar de cumplir con el compromiso para regalarnos un variado programa, no solo con sentidas interpretaciones de clásicos de Sindo Garay, Federico Chopin, Ernesto Lecuona y Silvio Rodríguez, o cuando acompaña a su amigo Julio César Frandín, para interpretar el popular tema Pensamiento, de Teofilito.
A tiempo completo frente al piano, acompaña a la chelista Alina Neira, su pareja en la vida, quien junto a la violinista Lisbet Sevila interpretaron conocidas piezas antológicas, como Tema del amor, del recordado serial La gran rebelión. Tampoco abandona la escena cuando comparte con su hija, la pianista Liana María, tres danzas de Ignacio Cervantes, piezas de compleja ejecución, en específico la titulada Los muñecos.
Con la naturalidad coloquial del diálogo que Frank ha sostenido con el público durante todo el espectáculo, llegó a escena a la virtuosa flautista Niurka González, con quien arranca exclamaciones de ¡Bravo!, salidas de un público francamente emocionado ante el talento desplegado.
Antes del cierre, con una versión de Quiéreme mucho, de Gonzalo Roig, a cargo de todos los participantes, Frank se reserva la sorpresa de introducir la actuación del formidable violinistaiicubano-americano Jaime Jorge, con quien su acercamiento a María la O, de Ernesto Lecuona, y Las Cazardas, de Monti, significan el anticipo de prometedoras colaboraciones en un futuro cercano.
Al comienzo del singular concierto, Frank Fernández aclaró que se trataba de un encuentro con la buena música, esa con la que desaparecen todo tipo de barreras. Y así resultó: un espacio para acrecentar la infinita admiración al maestro, por afianzar la cubanidad con una obra plenamente insertada en el pensamiento de nuestra cultura.
(Tomado de Granma)