Creado en: septiembre 1, 2024 a las 12:47 pm.

Gozos supremos de quien ilumina

Sincera, locuaz, entrañable, la prestigiosa intelectual ha demostrado con su obra una irrebatible erudición. / Leyva Benítez

Por Sahily Tabares

La vida le suele llenar los ojos de infinitos asombros devenidos luciérnagas. Sin prisas, mediante andares ligeros motiva su avidez escrutadora de afanes indagatorios. Mujer culta, sensible, ha recorrido una amplia y diversa cartografía de saberes en dinámico desarrollo. Observadora sagaz, inteligente, Nancy Morejón, poeta, ensayista, crítica literaria y traductora, festeja tantos caminos andados durante 80 años como lo hacen los grandes intelectuales de Cuba reconocidos internacionalmente. Su huella perdura en una obra monumental; es referente para generaciones.

Imposible revisitar tantas facetas de la prolífera autora. Recibió el Premio Nacional de Literatura 2001, numerosos galardones y homenajes. Inspira a cantores y bardos; un maestro genial, Roberto Fernández Retamar, la llamó: “muchacha de sorprendente tiempo que ilumina”. Este don la acompaña; estimula cada día el interés investigativo y nuevas luces en beneficio del conocimiento esclarecedor.

En diferentes escenarios, textos y diálogos sienta pautas esenciales. Sabia, persistente, expresa urgencias, las puntualiza de forma certera. “Necesitamos oídos aguzados y conciencias despiertas para reconocernos”; incluso revela itinerarios desconocidos: “el no saber constituye un peligro”. Escuchemos su lenguaje volcado en la tradición oral, pues, ¿quién lo duda?, lo dicho no basta dejarlo por escrito, debe viajar de voz en voz. Entrañable, fuerte, cálida, dice: “Afroamérica no es solo el batey, el ingenio, el cepo y los azotes, el quitrín y el calesero. Afroamérica no es solo Changó y Ochún crepitando de sensualidad en el monte. Afroamérica no solo es el machete redentor de la manigua libertadora. Afroamérica es la continua pregunta, el perdurable enigma entre las aguas de a dónde vamos, quiénes somos, de dónde hemos llegado. Afroamérica es una encrucijada de dolor que concierne a todo el continente, a todas sus capas, a todos sus sectores, a sus fuerzas vivas. Raza y clase se han mantenido arrasando muchos de nuestros mejores valores. Negros y negras de América Latina, de Hispanoamérica, deberán encontrar su justo lugar, ejerciendo la identidad ingente de su historia, alertas ante las trampas de la enajenación criollista que niega sus orígenes en nombre del progreso, la sofisticación tecnológica y muchos cantos de sirena”.

Erudita despierta, resignifica los aportes de Nicolás Guillén, el Poeta Nacional de Cuba, fundador de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, y presidente de la organización hasta su muerte. Lo ha estudiado en profundidad. Nancy desgrana emociones al comentar: “La apropiación del son por Guillén es una conquista socio-étnica. Representa la identidad en lo musical, al tener en su génesis de Europa y de África. Él lo lleva a la poesía escrita con el mismo carácter. Destaca el valor de la verdadera transculturación y manifiesta confianza al considerar: ‘Por lo pronto, el espíritu nuestro es mestizo. Y del espíritu hacia la piel nos vendrá el color definitivo. Algún día se dirá: color cubano”’.

Junto al inolvidable maestro Rogelio Martínez Furé, juglar de honduras infinitas. / Leyva Benítez

La estudiosa es consciente de que proliferan narrativas; en este campo la comunicación no es un movimiento exterior, cerrado, excluyente; al contrario, sirve de apertura a culturas influyentes en la propia.

“Somos un emblema de lo real maravilloso”. Advierte:“ Cuba presenta una africanía profunda, no se muerde la cola por ella misma, sino que alumbra nuestro camino hacia un futuro abierto al mundo, al entrecruzamiento natural y no impuesto, nuestra cultura pertenece a los vaivenes de un universo marcado por la justicia social y la impostergable liberación de nuestra alma, profundamente cubana, nueva, diversa y, sobre todo, como quiso el poeta de Sóngoro Cosongo: libre como el aire”.

Siempre prefiere hablar de los otros, reconocerlos. Disfruta validar legados y a figuras imperecederas. El sabio Rogelio Martínez Furé es el juglar o griot nunca olvidado. “Hombre raigal, perdurable. Nunca pensemos en su partida física, él brinda sol de aurora”.

Sonríe plácida, despacio. Volvemos a la poética de Retamar en su decir inmenso: “Solo tú, mujer negra hecha de amor y de dolor, de risa y de tristeza. Solo tú, hija grande. Solo tú, Nancy Morejón”.

Tomado de Revista Bohemia

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