Creado en: septiembre 21, 2024 a las 03:00 pm.

Ivette Cepeda, un país en su garganta

Ivette Cepeda regala amor con su canto. Foto: Dunia Álvarez Palacios

Por Laura Ortega Gámez

Descubrir qué es tu país, conectar con los recuerdos, la familia, el primer amor, encontrar la esencia de esa raíz que nos define como cubanos, desentrañar el misterio de haber nacido en esta Isla… De esto trata la nueva producción discográfica de Ivette Cepeda, que tuvo su presentación mediante dos conciertos especiales celebrados esta semana en el Museo Nacional de Bellas Artes, y en los que el público, más allá del disfrute de un espectáculo de lujo, vivió una experiencia de introspección y búsqueda colectiva de esa realidad común.

País es el resultado de 12 canciones, algunas de ellas conocidas, como Cosas del corazón, que formara parte de la banda sonora de la telenovela Latidos compartidos; o Alcé mi voz, «himno» que popularizó la cantante hace más de una década. Sin embargo, otras nuevas se sumaron para completar el disco que se grabó el pasado año, bajo la producción de los estudios pty, de Panamá, y Abdala, de Cuba.

Con la bandera cubana a sus espaldas, y la voz temblorosa, Cepeda explicó a los presentes que la decisión tardía de juntar estas canciones en un compendio se debe al dolor que representan para ella sus letras, pues contienen temas de profunda cercanía con la Cuba de hoy, lo cual deviene una mezcla de sentimientos muy fuerte, tanto para quien lo recibe como para quien lo interpreta.

Acompañada por la Camerata del Son, bajo la dirección del maestro Rafael Guedes, Ivette interpretó temas como Ausencias, Esta caída y El canto me despeja. 

Ya sabes, país, fértil espacio divino / necesito volver a tu amor / yo preciso volver a este amor que construimos, son versos del tema que lleva el mismo nombre de la producción discográfica; sin embargo, funcionan como síntesis de todo aquello que transmiten los más de 50 minutos de música que nos regala la cantante en este disco.

Entre aplausos, gritos de elogio y lágrimas, la intérprete espirituana recordaba cada anécdota que escondían las canciones que estaba a punto de entonar. Rememoró la historia de aquella niña sin hogar que, en un pueblo panameño, le mostró su tesoro, que no eran más que dibujos; niña que, años más tarde, sería la inspiración de Luna de papel.

Como si viajara en el tiempo, mirando entre las butacas del acogedor teatro, Ivette contó que, en aquel mismo lugar, hace 16 años, le dedicó a su madre la canción más hermosa que había cantado jamás, y que fue esa la única vez que ella asistió a un concierto suyo. Préstame tu color resonó nuevamente en la sala, esta vez, dedicada, según la artista, a todas las madres y mujeres de Cuba.

En el público, diversas personalidades se reunieron para disfrutar de su talento, y con la simpatía que la caracteriza, no tardó en detener por unos minutos el espectáculo y caminar entre ellos saludando a sus amigos, algunos, grandes músicos de reconocimiento internacional, otros, simplemente vecinos, o a la que fuera su profesora de Matemática.

Cada uno fue presentado y abrazado mientras la artista dejaba un mensaje muy claro: «las amistades no son para desecharse, son para tenerlos siempre cerca, y que duren muchos años. Tenemos que apoyarnos, querernos y unirnos para hacer de este mundo un lugar más lindo».

Ivette Cepeda es un sol en días no siempre felices, no solo por la voz imponente que desprende su garganta y llega a erizarnos la piel, sino por todo aquello que provoca en quien la escucha, por esa semilla que siembra en las conciencias cuando, al terminar de cantar, regala amor con sus palabras.

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