Creado en: septiembre 11, 2024 a las 10:21 am.

José Joaquín Palma: Cuba, su pasión

José Joaquin Palma, poeta, profesor, diplomático y periodista cubano, que escribió la letra del Himno Nacional de Guatemala. Foto: Cubadebate

Por: Mailenys Oliva Ferrales

Un monumento tallado en piedra preserva en Bayamo, desde 1951, los restos mortales de un hombre insigne de la nación. Allí, a la vera de ese obelisco erigido en el centro de un parque, suelen jugar niñas y niños que –lamentablemente– poco, o casi nada, saben de la grandeza de aquel poeta y patriota bayamés, cuya fecunda obra y existencia le ganaron un sitio sagrado en la historia de Cuba.

Deuda grande aún la de la historiografía nacional con José Joaquín Palma, de quien debería conocerse y hablarse más en nuestras aulas, centros culturales, y en la Isla toda. Sería esa una de las mejores maneras para honrar el legado del bardo heroico que hizo de su épica vida y de su pluma elocuente un amasijo indisoluble de amor a la Patria.

Nacido en Bayamo, el 11 de septiembre de 1884 –hace hoy 140 años–, Palma despuntó pronto en el ámbito de las artes y las letras, y fue esa una pasión que abrazaría hasta su muerte con la misma fuerza con la que se enrolaría en el movimiento independentista por la libertad de su país.

Tenía solo 24 años cuando la alborada luminosa de octubre de 1868, en La Demajagua, anunció el primer grito de guerra por la libertad de Cuba. Sin embargo, no lo dudó para involucrarse en la contienda emancipadora junto a Perucho Figueredo, Francisco Vicente Aguilera y Carlos Manuel de Céspedes de quien llegó a ser su Ayudante de Campo.

Pero aquel jovencito brillaría más. Fue él quien reclutó y dio grados a Máximo Gómez, El Generalísimo; fue él quien dirigió el primer periódico independentista, El Cubano Libre; y fue él –el histórico 12 de enero de 1869– uno de los primeros bayameses en encender una antorcha y prender fuego a su casa ante el riesgo de que los españoles reconquistaran la urbe que por más de 80 días había sido la primera ciudad libre de la República en Armas.

Frente a los peligros que lo acechaban por su actividad patriótica, no tuvo más opción que irse al exilio. Cuentan que, al despedirlo, el Padre de la Patria lo fundió en un abrazo, y años después –en un gesto sublime–, Palma escribió la primera biografía del Iniciador.

Lejos de la tierra amada, pero con ella en el pecho, el bardo bayamés desarrolló una encomiable labor ayudando a otros luchadores expatriados, como Gómez y Maceo, y hasta el mismo Martí, quien además de convertirse en su amigo, elogió la capacidad de Palma de haber sabido poner en sus versos toda la ternura de su corazón y el fuego inextinto de un patriotismo puro.

José Joaquín Palma llegó a erigirse como una personalidad de la política y la cultura en Centroamérica. Honduras y Guatemala fueron países que le acogieron con cariño. En el último de ellos fue director de la Biblioteca Nacional y autor de su Himno, aunque la modestia no le permitió confesar su autoría hasta poco antes de su muerte.

Por eso se dice que en dos patrias, Guatemala y Cuba, José Joaquín Palma merece el tributo perenne. En su Isla querida, donde pidió «un sauce y una tumba» en la orilla sagrada del río Bayamo, exclamó en rimas: «¡Salve, oh Cuba la opulenta! / Tú, mi pasión más querida / Y más alta; / Deja que mi alma sedienta / Beba en tu seno la vida / Que me falta».

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