Creado en: julio 29, 2021 a las 07:14 am.
La generación de la Revolución (+Video)
La pintora y grabadora cubana Lesbia Vent Dumois es fundadora de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) desde que integró el primer ejecutivo de las Artes Plásticas en 1961. Fue merecedora del Premio Nacional de dicha manifestación artística, otorgado por el Ministerio de Cultura en 2019. Su obra ha formado parte de exposiciones colectivas realizadas en varios países de la región, como Venezuela, Chile, Brasil, Ecuador y Argentina.
Entre los galardones otorgados a su carrera se encuentran las medallas Alejo Carpentier, al Mérito Artístico y la Orden por la Cultura Nacional. Recibió, además, el Premio Nacional de Curaduría, en su intensa labor en la Casa de las Américas. Lesbia ha sido testigo de las políticas culturales de la Revolución cubana desde su génesis en Palabras a los Intelectuales.
¿Qué momentos fueron decisivos para la política cultural de la Revolución, tras Palabras a los Intelectuales?
Recuerdo en 1976 cuando se decidió crear un Ministerio de Cultura y la explosión de felicidad en el sector artístico al nombrarse a Armando Hart, que venía del sector político, porque era el ideólogo de la Revolución. Todo el mundo confió en que era un momento de rectificación, porque se trataba de una persona que merecía todos los homenajes.
Durante su período de trabajo en el Ministerio, se instauraron una serie de programas muy importantes para la cultura cubana. En el caso de las artes plásticas se creó el centro de desarrollo, se empezaron a crear fundaciones. También tomó auge el Teatro, el Ballet y hubo mucha apertura.
¿Cómo surge la UNEAC?
Ahora estamos en momentos difíciles, pero no podemos permitir que se decaiga la cultura. La UNEAC es resultado de Palabras a los Intelectuales, a partir del mismo concepto de unión que Fidel creó y de la necesidad de que los creadores se agruparan para que estuvieran representados todos los sectores de la cultura, surge nuestra organización.
Ese primer congreso de la UNEAC fue multitudinario. Recuerdo las palabras de Carlos Rafael Rodríguez que se habían publicado y todos las debatían y cómo se discutieron los estatutos. Al principio no existía una sección de Radio y Televisión ni representación de la UNEAC en las provincias. Todo eso surgió con el tiempo.
Cuando se ve cómo han variado los estatutos a lo largo del tiempo, se entiende cómo ha cambiado la creación y cómo se han incorporado a la organización otras manifestaciones y ramas del arte. Esa es la médula de esta organización: avalar la creación artística y literaria de nuestro país, agrupar lo mejor de esa creación y estar vinculados con la realidad.
¿Cuál ha sido el rol social de la organización?
La UNEAC ha sido una polea de transmisión entre los conflictos sociales y las instituciones. La Comisión Aponte es muestra de ello, problemas como la racialidad no han quedado afuera de la agenda de la organización. Desde hace años también, tenemos una lucha enorme con la comisión de cultura y turismo, hemos discutido sobre el mercado del arte. Hemos peleado bastante para que las instituciones creen sus propias comisiones de arte. Tenemos una excelente comisión de trabajo sobre la enseñanza, que no solo aborda la rama artística. Contamos, además, con una gran comisión de cultura y sociedad que aborda temas más globales y con otras comisiones igual de valiosas.
¿Qué significó para la cultura cubana Palabras a los Intelectuales?
Palabras a los Intelectuales es un material al que siempre tenemos que volver, porque hasta los propios creadores lo hemos limitado a la frase de “Con la Revolución todo y contra la Revolución nada” y ese discurso es más que eso. El que Fidel se reuniera con un grupo de artistas e intelectuales en ese momento fue un reto, porque acababa de suceder Playa Girón. Veníamos de una guerra, de hacer una campaña de alfabetización, de crear una serie de instituciones y de que se nos aplicara el bloqueo económico.
Reunir a intelectuales con diferentes formaciones y procedencias, ya fueran católicos, comunistas, vinieran del periódico Hoy o del Diario de la Marina es un reto enorme. Había intelectuales con diferentes pensamientos y bajo ese principio se discutieron dos temas fundamentales: la unidad y la libertad. Los creadores temían que se impusiera la tendencia del realismo socialista. Para mí lo más importante fue el principio que Fidel planteó de que la libertad no estaba condicionada en Cuba, porque es un acto que depende del creador.
Hay gente que se limita en la libertad que le otorgan y hay quienes no saben hasta dónde llega su libertad y se pasan. ¿Qué cosa es la libertad de creación? Allí se habló mucho de si iban a limitar la libertad de creación, si iban a revisar el trabajo de los intelectuales, ¿cómo se divulgaría y proyectaría? Fidel afirma que era una limitación pensar que la Revolución frenaría la libertad de creación, cuando esta es una fuente de derechos.
La unidad era fundamental porque se trataba de un conjunto de artistas en que cada uno tenía su propia manera de pensar y crear. Por eso el discurso se convirtió en la normativa de la responsabilidad cultural en el país, porque las instituciones que se habían creado tenían que trabajar desde el principio de la unidad, de no ser sectarias, abrirse y valorar todas las tendencias.
Fidel afirmó que allí estaba presente la generación de la Revolución, desde personas mayores hasta jóvenes. La idea era que todas las manifestaciones artísticas y pensamientos se consideraran el pensamiento de la Revolución. En estos momentos debemos tener en cuenta ¿cuál es la generación de la Revolución? ¿Los jóvenes que están surgiendo, a los que les corresponde y tienen que expresarse en su lenguaje o las generaciones intermedias que se han mantenido? Esa es la generación de la Revolución: todas las ideas, pensamientos y edades.