Creado en: junio 16, 2024 a las 05:00 am.
Linnet González Li, danzando y enseñando siempre desde el corazón
Conozco a Linnet desde hace más de 3 décadas, cuando estaba recién egresada de la Escuela Nacional de Ballet «Fernando Alonso» y por aquel entonces tuvo la gran oportunidad de perfeccionar también en Europa los conocimientos adquiridos en tan prestigiosa institución de la enseñanza artística cubana.
Regresaría después para incorporarse al Ballet Nacional de Cuba (BNC), Patrimonio Cultural de la Nación, donde alcanzó la categoría artística de Primera Solista, y con posterioridad, Maître Primer Nivel, avales más que suficientes para acogerla igualmente dentro de la Asociación de Artes Escénicas de la UNEAC, donde se le otorgara, en fecha reciente, el Premio Especial «Lorna Burdsall» por su entrega y consagración al «arte de las puntas».
Conversar con ella se torna siempre un privilegio y más si media en el intercambio la emoción por tan distinguido reconocimiento.
“Lo recibí con orgullo y satisfacción no solo por ser conferido por la UNEAC, organización emblemática en materia de cultura y creación en nuestro país; sino por lo que significa en el universo danzario ya que Lorna Burdsall (1928-2010) fue una gran bailarina, maestra y coreógrafa, símbolo de toda una historia para respetar y aprender”.
¿Ayudó a reforzar la emoción el hecho de que el reconocimiento le fuera entregado por su padre, el coreógrafo Francisco “Pancho” González, en función también de liderar la Asociación que preside?
Ese momento hizo crecer más mi compromiso y entrega con el Ballet y la cultura cubana, sobre todo porque mi padre ha sido en gran medida el motor impulsor de mi carrera.
Linnet González Li, premio especial Lorna Burdsall 2024 por el conjunto de su obra artística y aportes a la cultura cubana, reconoce en sus comienzos la forja de una notable trayectoria y el renacer constante ante los retos y obstáculos que le reservó la vida.
“Realmente como bailarina tuve una gran carrera, llegué a ser Primera Solista del BNC, que -en aquella época- no era nada fácil alcanzar esa categoría, además pude bailar en muchísimos escenarios del orbe y estuve cinco años de mi carrera en el Royal Ballet de Flandes, en Bélgica, donde aprendí muchísimo, sobre todo en otras esferas de la danza como la contemporánea y la neoclásica, y fue allí donde con 20 años pude bailar por primera vez el protagónico del ballet Giselle en repetidas ocasiones. Luego, cuando ocurre mi problema en la espalda y tengo que llegar al quirófano para recibir tratamiento quirúrgico, la vida me cambió y fue el momento de dejar los escenarios para convertirme por petición de nuestra querida e inolvidable prima ballerina assoluta Alicia Alonso en maître de una de las mejores agrupaciones danzaras del planeta”.
¿Cuáles son sus perspectivas en relación con la actividad docente- educativa que desarrolla en el seno de una de las mejores compañías danzarias del orbe?
Me encanta enseñar, trasmitirles a los bailarines mis experiencias, ayudarlos a entender que ese arte se tiene que sentir desde el corazón, que no basta con tener condiciones físicas, y si no llegas al corazón del público no has logrado tu objetivo como bailarina. Por otra parte, es una carrera muy sacrificada, pero que vale la pena cuando acaba la función y recibes ese aplauso y reconocimiento del público que está allí para verte y disfrutarte. Los tiempos son difíciles y hay muchos problemas docentes, pero trato que cuando llegan a la compañía puedan mejorar su forma de bailar y cambiar sus concepciones y su manera de ver la vida desde nuestra especialidad.
Cuando tuve que dejar de bailar, encontré un amor indescriptible en enseñar y ayudar a los bailarines para que lleguen al escenario seguros y confiados de poder entregar su arte a nuestro público, sobe todo el cubano que es muy exigente.
El Premio Lorna Burdsall recibido por gente de danza que hoy construyen y modelan la pluralidad de nuestros modos expresivos de ser, es en principio -como dijera el crítico Noel Bonilla-Chongo-, merecimiento para celebrar las enseñanzas directas o indirectas, bebidas de la maestra.
De ahí entonces que Linnet González, al sostener el peso simbólico y gran responsabilidad que implica tenerlo, lo sienta principalmente como inspiración para continuar protagonizando procesos educativos dentro del Ballet Nacional de Cuba, sin presumir de glorias y enseñando siempre desde el corazón.