Creado en: mayo 27, 2021 a las 12:13 pm.
Loipa Araújo, el cisne tiene algo de zalamero
A Loipa Araújo siempre le dijeron que era hija de Oshún. La diosa disfruta bailar, su cuerpo es como las aguas de un río, revuelto y sensual. Oshun ríe, sube las manos por encima de la cabeza y suena sus brazaletes. Loipa, sin embargo, se mueve grácil sobre la punta de sus pies, recuerda una corriente de agua calma antes de desembocar en el mar. La deidad se cubre de bisutería, corales y riquezas. La bailarina es una joya en sí misma. Ambas tienen en común la mirada orgullosa y picaresca, el cisne tiene algo de zalamero, como Cuba misma llena de contraste.
El periodista Yuris Nórido se preguntó si era posible reducir a palabras el arte de Loipa Araújo:
«Podríamos hacer la crónica de sus grandes personajes: cisne blanco que se pierde en la niebla, todo alas; cisne negro triunfante, belleza que tiende trampas; gitana hermosa que deslumbra al Jorobado, al pie de Notre Dame de París. Podríamos recordarla, aldeana joven, saliendo de su casita, buscando por todos lados a su amante; Swanilda pícara que se viste de muñeca y baila con una rosa en la mano; criatura feliz de bosques encantados; ser danzante, sin nombre ni historia, que sencillamente habita un universo de música, luz y movimiento», escribió para Cubasí.
Hija de un médico y una maestra que tocaba piano, se inició en el mundo del ballet desde 1948 en la Sociedad Pro Arte Musical, bajo la guía de León Fokine. Años más tarde, continuaría en la Academia Alicia Alonso donde haría su debut profesional. El ballet, como expresión artística, es para Loipa un relato danzario de la historia de la humanidad.
«Sucede lo mismo con la Mona Lisa y las esculturas al estilo de la Victoria alada de Samotracia o la Piedad de Miguel Ángel, convocan a miles de personas a quienes no les importa esperar horas con tal de apreciarlas (…) No únicamente cuenta la cultura que es reflejo de estos tiempos, también nos sigue sorprendiendo aquella que nos legaron nuestros antepasados y que todos debemos conocer… Disfrutarlas nos enriquece espiritualmente, nos llena de sensaciones; nos insufla vida, nos activa, nos invita a ser partícipes de este mundo que por momentos nos puede parecer terrible, por las guerras y las muertes, pero que debemos preservar para también salvar toda la belleza que existe en él», expresó en una entrevista con el periodista José Luis Estrada Betancourt.
La Premio Nacional de Danza deleitó no sólo al público cubano sino también al de distintas geografías: Bulgaria; Ucrania, Rusia; Yalta; el Ballet Real de Dinamarca; la Fundación de Estrellas de París; la Ópera de Marsella; el Ballet del Teatro de Bellas Artes de México; la Ópera de Niza; y el II Festival Mundial de Ballet de Japón.
Luego de su retiro como intérprete, a partir de 1997, se dedicó a la pedagogía, alcanzando los máximos reconocimientos en instituciones como el Ballet Real de Londres, La Scala de Milán, el Teatro San Carlo de Nápoles, la Ópera de Roma, el Ballet Bolshoi, de Moscú, y el Teatro Colón, de Buenos Aires.
Sobre ese papel del profesor en el crecimiento de los estudiantes comentó al cantautor Amaury Pérez, en su programa Con dos que se quieran:
«El maitre es la persona que es capaz de ir más allá del simple hecho de cómo enseñar un ejercicio. Explicar qué es lo que hace Odette. ¿Por qué Odette mueve la cabeza así? ¿Por qué mueve los brazos? ¿Qué es lo que siente?, las diferentes formas de hacer ese segundo acto, esa variación se puede hacer: de alegría, porque encontraste el ser amado que te va a sacar del encanto, o de tristeza, porque estás resignada a tu suerte y sabes que, aunque ha llegado Sigfrido, siempre volverás a ser cisne. Eso nada más lo puedes decir y extraer de los que están vírgenes, si tú lo has pasado por ti mismo y has tenido un proceso para llegar a un personaje».
A sus 80 años, Loipa Araújo continúa bailando, como un río a punto de desembocar en el mar. Lo hace a través de sus recuerdos, pero también de los jóvenes que aprendieron con ella a descifrar los secretos de un personaje. A diferencia de Oshún, Loipa guarda su bisutería especial en la memoria: la técnica, la interpretación y la sabiduría de ser una de las cuatro joyas del ballet cubano.