Creado en: agosto 2, 2024 a las 12:51 pm.

María de los Ángeles y de Cuba

La entrañable artista María de los Ángeles Santana. Foto: Tomada de BNJM.cu

No siempre confluyen en un ser humano talento, vocación, conocimiento, belleza e integridad. Cuando la coincidencia se da y el entorno en que se vive propicia el crecimiento interior, entonces nace una estrella.

En el firmamento cubano abundan los reflejos. Hizo este 1 de agosto 110 años que nació, para beneplácito de la escena cubana e internacional, y para los diversos públicos que le ofrendaron su aplauso, una vedette que anduvo plenamente por la vida, una vida de fructífero provecho, a juzgar por el disfrute de su sostenido trabajo, y también por la elegancia de su alma ejemplar, poderoso resorte para conducir con altura la existencia que nos ha sido dada.

María de los Ángeles Santana (1914–2011) ganó por su versatilidad la ovación, y mereció reconocimientos tales como el Premio Nacional de Teatro, el de Televisión y el de Humorismo. Refulgente desde siempre, irradió luces por igual en el cine, las tablas, la radio, el teatro lírico y la pequeña pantalla.

«El artista debe estar ampliamente comprometido con su mundo. Si el arte no sirve para cumplir esa función, deja de ser arte. Al enfrentar una obra (…) me he preocupado siempre, extraordinariamente, qué quiere decir, qué va a recibir el público de ella». Con ese sentido de la responsabilidad, María integró el reparto de filmes cubanos (Sucedió en La Habana, El romance del Palmar, Cancionero cubano, Mi tía de América), y posteriormente la gran pantalla mexicana la aclamaría, y allí entablaría excelentes relaciones con importantes figuras del medio.

Fueron María de los Ángeles y la orquesta de los hermanos Palau los artistas que por primera vez fueron vistos en la pequeña pantalla, en el Television Show. «Fuimos los primeros en traer la televisión a nuestra Patria», aseguraba la actriz en alusión a su esposo, el actor Julio Vega. Refiriéndose a estas transmisiones, María recordó, en declaraciones ofrecidas al escritor Ramón Fajardo Estrada, autor del libro Yo seré la tentación, María de los Ángeles Santana: «La primera de ellas causó un gran revuelo en La Habana; al público le sucedió igual que a mí en Nueva York, cuando vi mi imagen proyectada a través de una cámara. Ese día se dieron cita en el improvisado estudio de El Vedado personalidades del Gobierno, del cuerpo diplomático, y periodistas deseosos de saber qué era la televisión».

El teatro lírico fue otra de sus pasiones. En este apartado fue especialmente sólido el desempeño de la actriz. A la llegada, en 1951, de María y Julio a Madrid, ya la prensa la anunciaba como «famosa estrella en todo el continente americano»; contratada por la Empresa g.e.m.a., allí había sido recibida con todos los honores, cuando horas antes en el Teatro Martí se le despedía con un hermosísimo homenaje.

En España, María debutaría con la revista Tentación, que alcanzaría cerca de 3 000 representaciones. Cuenta una crónica escrita por el periodista cubano José Sánchez Arcilla, y enviada desde España al diario Avance, que cuando la artista «apareció espectacularmente en lo alto de una fantástica escalera (…) estalló una ovación única y delirante, unánime y prolongada, y las exclamaciones de admiración se confundieron con los aplausos».

Sánchez Arcilla cuenta en el texto, recogido en el citado libro, que fue al escenario a felicitar a María, quien le ofreció un clavel tomado de la cesta enviada por la Colonia Cubana en Madrid, «encintada con los colores nacionales. ¡Cómo brillaba ante mis ojos, en aquel momento, la estrella sola sobre el triángulo escarlata de nuestra bandera! María de los Ángeles lo comprendió, y abrazándome de nuevo, susurró a mi oído: –¡Viva Cuba! ¡Viva Cuba!

Amiga incondicional del maestro Ernesto Lecuona, otras obras la tendrían también en el protagónico, tales como las revistas Tropicana y ¡Conquístame!

«Nunca estuve ajena de lo que sucedía en mi patria», asevera, y en palabras propias, describió su emoción en uno de los regresos a la Isla, «al detectar mis ojos en lontananza el espléndido panorama que brindan El Morro, La Cabaña y ese Malecón asociado a tantos recuerdos de mi vida».

Al triunfar la Revolución, María y Julio, que estaban en España, retornan pronto a Cuba. La vedette se incorpora a la construcción de la nueva sociedad, y particularmente, integra los cuerpos auxiliares de la Policía Nacional Revolucionaria.

En la nueva Cuba, volverá al teatro, al cine, a la televisión. El espacio Teatro icrt contará con ella; en obras como Tía Meim y Una Casa Colonial estará María disfrutando las delicias de la actuación en las tablas.

Resultan inolvidables sus personajes televisivos, en el espacio Aventuras, y en telenovelas como La peña del León; o el humorístico Los abuelos se rebelan. Pero sin dudas, es la alcaldesa Remigia, en el programa San Nicolás del Peladero, por el que mayormente se le recuerda; una mujer a la que consideraba su antítesis, y que, sin embargo, la intuición la incitó, según dijo, a aceptar la oferta que le hiciera Carballido Rey, guionista del programa.

Grande es el orgullo que se siente al repasar la vida de esta monumental figura de la cultura cubana, alguien que se estremeció al defender con su mérito el prestigio de Cuba, y quien vibró cuando pronunció la palabra Patria.

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