Creado en: abril 18, 2024 a las 09:02 am.
Ramona de Saá: “No hay gloria mayor que la del Maestro”
“Fidel fue como padre para el ballet cubano. Sin él y la Revolución no habríamos tenido una compañía como el Ballet Nacional. Él ideó y fundó la Escuela Nacional de Arte y, cuando aquella escuela creció y se multiplicó, su presencia fue decisiva para que el ballet tuviera esa hermosa escuela que hoy lleva el nombre de Fernando, justamente, el primer director que tuvimos en la ENA. Hizo todo por la cultura cubana, por el ballet cubano, por los artistas y maestros de arte. Todavía tenía muchos proyectos e ideas que nos quedan por cumplir y que, sin dudarlo, se cumplirán. Es el encargo que nos deja, junto con el gran dolor de su partida”.
Así había expresado en una breve nota publicada en La Jiribilla, unos días después de la partida del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, Ramona Elcira de Saá Bello, Cheri, como era conocida entre sus alumnos y amigos, Premio Nacional de Enseñanza Artística (2002) y Premio Nacional de Danza (2006), nacida en La Habana el 23 de julio de 1939, ciudad donde falleció en la madrugada de este miércoles a la edad de 85 años, tras dejar una extraordinaria hoja de servicios a la cultura cubana y al sistema educacional de la danza en Cuba.
“Triste noticia el fallecimiento de la gran bailarina cubana, Ramona de Saá, quien dedicó buena parte de su vida al magisterio y su obra se multiplica hoy en cada uno de sus alumnos. Enviamos un fuerte abrazo a su familia, amigos, compañeros y discípulos”, expresó en su cuenta de X, el Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la República.
Siempre profesó admiración y gratitud por el máximo líder de la Revolución Cubana
Apasionada amante de la danza desde su niñez, a los once años de edad recibió una beca, junto con su hermana Margarita, para estudiar ballet clásico en la Academia Alicia Alonso, donde tuvo el privilegio de ser alumna de Fernando y Alicia Alonso, Magda González, Mary Skeaping, Ana Ivanova y Jose Parés.
Ramona, quien llegó a ser una de las principales figuras solistas del Ballet Nacional de Cuba, junto con Loipa Araujo, Mirta Plá, Josefina Méndez, Aurora Bosch y Margarita de Saa, siempre profesó admiración y gratitud por el máximo líder de la Revolución Cubana y la política cultural promovida por este luego del Primero de Enero de 1959, cuando el arte y la cultura fueron reivindicados como una gran conquista del pueblo.
De tal forma, niños y jóvenes provenientes de todas las esferas de la sociedad —para dejar de ser una oportunidad reservada a la élite de la burguesía— a partir del año 1962 pudieron ingresar en la Escuela Nacional de Arte, creada y dirigida por Fernando Alonso, de la que ella también fue fundadora, y en 1965 pasó a ser directora de la Escuela Nacional de Ballet. Asimismo, en 1977 fue seleccionada, por sus sólidos méritos artísticos, como Asesora Nacional de la División de Enseñanza de las Artes (hoy Centro Nacional de Escuelas de Artes, CNEART). Durante muchos años fue directora de la Escuela Nacional de Ballet Fernando Alonso.
“Cada vez que imparto una clase aprendo”
Miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) y también promotora y fundadora de la Carrera de Arte Danzario del Instituto Superior de Arte (actualmente Universidad de las Artes), además de dirigir la elaboración de los primeros planes y programas de estudio del perfil de Ballet, expresión artística de la que igualmente fue la primera profesora de la Metodología de su enseñanza; de Saá Bello fue pilar insustituible en la formación de la mayoría de los principales bailarines y bailarinas que han hecho historia en el Ballet Nacional de Cuba y el Ballet de Camagüey, entre otras compañías danzarías.
En tal sentido había afirmado que “la experiencia en el aula la he mantenido siempre, asuma la responsabilidad que asuma, porque noto que cada vez que imparto una clase aprendo. En cada una trato de pedirle algo nuevo a mis estudiantes e intento trabajar con sus individualidades para que cada uno ponga de manifiesto las características que forman parte su carácter en el baile”.
Llegó a ser una de las más prestigiosas profesoras de la enseñanza de la danza a nivel internacional, distinción avalada, además, por su papel como diseñadora del sistema de enseñanza de danza clásica y miembro de la Comisión de Carrera de Arte Danzario y de su Consejo Científico. Su labor sobresalió como una de las más sobresalientes continuadoras de las ideas y técnicas de Alicia y Fernando Alonso.
Ramona mantuvo la enseñanza virtual del ballet en medio de la pandemia de la Covid-19
“La función del maestro de ballet en las diferentes escuelas dancísticas data desde los inicios de este arte y es constatable a través de la historia de la danza. Reconocer a un buen bailarín es tener presente el trabajo del profesor que le acompaña. Así se desarrollaron todas las grandes escuelas del mundo, con maestros como Marius Petipa, Augusto Bournonville, Enrico Cecchetti, Agripina Vagánova y Fernando Alonso, entre otros”, había expresado en un artículo que, bajo el título de Reto de entrenar Ballet desde lo virtual sin suplantar a nuestros maestros, publicó en La Jiribilla en la edición del 10 de junio de 2020, en medio del azote de la pandemia de la Covid-19, cuando fue abanderada del entrenamiento diario de los estudiantes y bailarines profesionales a partir de las plataformas virtuales.
“Esta iniciativa —agregó— es apropiada sólo para la presente situación, la del aislamiento, y no es conveniente trasladarla a la vida cotidiana de nuestras escuelas de arte. Las condiciones de un domicilio no son favorables para el entrenamiento de un estudiante o bailarín. Por ejemplo, el salón con tabloncillo es fundamental, y en muchas ocasiones, por la falta de espacio, no es fácil crear una clase para cualquier nivel. No se pueden ejecutar los ejercicios de salto, ni utilizar zapatillas de punta. Las características de los tabloncillos de clases en salones profesionales impiden que los estudiantes se lastimen los tobillos y las tibias, pero en una superficie normal (mosaicos, cerámicas modernas, cemento o madera) resulta peligroso, y por tanto, no es aconsejable ejercitarse en esas condiciones”.
Tal era su pasión por la enseñanza, por el ambiente educacional de la danza: el tabloncillo y los ejercicios de salto imprescindibles en el adiestramiento de los bailarines, en tanto advertía sobre su temor por las prácticas sobre las inadecuadas superficies del hogar, porque como amaba y protegía al ballet de igual forma profesaba respeto y aprecio por los educandos.
“Es una idea defectuosa —afirmó entonces— hablar de concursos de ballet online, cuando el trabajo previo a una jornada competitiva de este tipo necesita del esfuerzo, no solo del bailarín, sino también del profesor, que lo forma; técnica, interpretativa y estilísticamente”. Tenía entonces 80 años y gozaba de una energía y vitalidad sorprendentes que trasmitió a aquel empeño por sostener activamente la enseñanza del ballet a través de las redes sociales.
Con 27 años de edad sufrió lesión que le exigió retirarse como bailarina
Con el Ballet Nacional de Cuba recorrió numerosos países, entre estos Argentina, Brasil, Chile, Ecuador, Venezuela, México, Alemania, Bulgaria, Rumania, Polonia, Checoslovaquia, China, Corea, Mongolia y la ex Unión Soviética. En el año 1966, con 27 años de edad y en plena madurez y brillo artísticos, sufrió una lesión que le exigió retirarse como bailarina tras 12 años de exitosas actuaciones en importante escenarios de todo el mundo.
Asimismo organizó concursos y festivales de danza, nacionales e internacionales, para estudiantes de ballet; y participó en importantes festivales mundiales en los integró el jurado; en tanto fue profesora en programas de asistencia técnica en diferentes países.
Ramona recibió, entre otros lauros, además, la más alta distinción de la cultura en Cuba, la Orden Félix Varela, otorgada por el Consejo de Estado; el Diploma al Mérito Pedagógico, del Ministerio de Cultura; el Diploma y la Medalla de Fundadora de la Escuela Nacional de Arte; la Medalla José Tey; la Medalla Jesús Menéndez, la Distinción por la Educación Cubana y la Distinción Por la Cultura Nacional; así como un Diploma del Ballet Nina Novak, de Caracas, Venezuela; el título de Ciudadano de Honor de la Ciudad de Torino, Italia; el Premio Vignale Danza, en Italia; el Premio a la Mejor Maestra del Festival Jeonville, en Brasil; El Gran Premio como Mejor Ama de Ballet Internacional en el Festival Regio Danza celebrado en Calabria, Italia. En el año 2000 le fue conferido el Título de Doctora Honoris Causa en Arte.
El 27 Encuentro Internacional de Academias para la Enseñanza del Ballet —celebrado en La Habana entre el 5 y el 10 de abril de 2022—, fue dedicado a esta gran meitre, admirada y querida por varias generaciones de bailarines en Cuba, que en sus 45 años de activo desempeño como profesora ilustre de la Escuela Cubana de Ballet, aprehendieron sus enseñanzas.
“He visto a tantos alumnos míos alcanzar el éxito”
Inmediatamente después de conocer su muerte, el prestigioso periodista, crítico de arte, fotógrafo artístico y profesor de la Universidad de las Artes, Yuris Nórido, también presidente de la sesión de crítica de la Asociación de Artistas Escénicos de la UNEAC y miembro no profesional de la presidencia de la Unión de Periodistas de Cuba, escribió en su cuenta de Facebook: “Un día le pregunté a Ramona de Saá si no extrañaba la gloria que le hubiera podido proporcionar su carrera de bailarina, interrumpida demasiado temprano. Sonrió y respondió, como acariciando las palabras: ‘He visto a tantos alumnos míos alcanzar el éxito, que no extraño nada. Estoy multiplicada. No hay gloria mayor que la del maestro’”.
En una nota del Ballet Nacional de Cuba, para dar a conocer su deceso, se apunta que “la inteligencia, la abnegación y el talento siempre la distinguieron. Esos dones, unido a una extraordinaria capacidad para el magisterio, la convirtieron en uno de los nombres imprescindibles en el ámbito de la enseñanza del ballet en Cuba e Iberoamérica”.
El legado de Ramona de Saá Bello trascenderá más allá del arte como ejemplo de entrega, pasión, compromiso, fortaleza moral y ética.