Creado en: marzo 11, 2024 a las 11:43 am.
Raphsody in Blue para Frank Fernández
Por Guille Vilar
Se cuenta que en la noche del estreno de Raphsody in Blue, en el Aeolian Hall de New York, el 12 de febrero del 1924 –con una banda de jazz dirigida por Paul Whiteman y el propio compositor, George Gershwin al piano–, la respuesta del público en el recinto fue la de una verdadera apoteosis de júbilo y entusiasmo.
Eran testigos del nacimiento de una manifestación sinfónica del jazz con elementos tomados tanto del blues como de los spirituals y del jazz, enriquecedora síntesis de las esencias culturales de la nación norteña. A cien años del histórico acontecimiento, como tributo a la celebración de los 80 de vida y 65 de carrera artística del pianista Frank Fernández, esta emblemática obra le fue obsequiada al maestro por la Metro Big Band, dirigida por Camp Kirkland, en un memorable concierto que tuvo lugar este sábado, en la Sala Avellaneda del Teatro Nacional.
Diferentes momentos de singular emotividad, que manifiestan la hermandad cultural de ambos pueblos, fueron vividos en la ocasión. Desde su primera aparición en la escena, Kirkland elogió a los cubanos y explicó que esta banda se formó solo para venir a presentarse en nuestro país. Dijo que nadie le ha tocado su corazón como lo hemos hecho nosotros, revelaciones del cariño y de una sincera admiración que fueron correspondidos con cálidos aplausos.
Por su parte, Frank tomó la mano a Kirkland para alzarla, en signo de respetuoso agradecimiento por el rango artístico del homenaje, concebido por estos músicos estadounidenses, el que se extendió también a la interpretación, por la orquesta, de diferentes clásicos del jazz. Tal fue el caso de Body and Soul, de John Green, o Someone to watch over me, de George e Ira Gershwin, en la cual la excelente cantante, Lindsey Bennedict, nos hizo percibir la imagen de estar con ella en un club neoyorkino.
Frank no perdió la oportunidad de acompañarla al piano, para hacer la versión del conocido estándar de Over The Rainbow, actuación que provocó cerrados aplausos. Pero fue por su protagonismo como pianista en Raphsody in Blue, que constatamos la apasionada altura que se desprende de las interpretaciones del artista, con esa destreza en el dominio técnico al que nos tiene acostumbrados.
Muchos homenajes recibirá por estos días este cubano que, desde las insospechadas fibras del lenguaje del arte, nos ha colmado el espíritu. Tengo la certeza de que tanto Whiteman como Gershwin se hubieran quedado gratamente conmovidos con esta interpretación de Raphsody in Blue con la Metro Big Band, a cargo del destacado pianista.