Creado en: diciembre 6, 2021 a las 11:51 am.
Regresa el Ballet Nacional de Cuba a los escenarios capitalinos
El Ballet Nacional de Cuba (BNC), Patrimonio Cultural de la Nación, jerarquizado por la primera bailarina Viengsay Valdés, llevó este fin de semana a las tablas de la Sala «Avellaneda» del Teatro Nacional, las obras Danza de amor que se fue y Próspera, de los coreógrafos ingleses Billy Cowie y Cathy Marston, respectivamente, como parte de las disímiles actividades incluidas en la «Semana de la Cultura Británica en la Isla».
Danza de amor que se fue se estructura a partir de poemas de Federico García Lorca (1898-1936), y en esa puesta interviene un elenco básicamente femenino, al que se incorpora un hombre, quien desempeña un papel singular, mientras que Próspera está inspirada en la obra de teatro La Tempestad, de William Shakespeare.
Próspera, dedicada a evocar la sagrada memoria de la prima ballerina assoluta Alicia Alonso (1920-2019), en el aniversario 101 de su natalicio, focalizó la atención y el interés del público nacional y extranjero, así como de los colegas de la prensa especializada que cubrieron esas funciones de lujo, desde que los bailarines aparecieron en el proscenio, ya que la escenografía desnuda, los personajes muy bien definidos y el lenguaje técnico (híper clásico con el uso de las puntas) hicieron vibrar de emoción al auditorio.
Los papeles protagónicos fueron desempeñados por las primeras figuras, solistas y miembros del cuerpo de baile; estos últimos —con la plasticidad y ductilidad que los caracteriza en escena— supieron adaptarse a las exigencias técnico-interpretativas y al estilo de las obras llevadas al proscenio del coliseo habanero.
Tanto los bailarines consagrados, como los más jóvenes, demostraron una vez más que no solo dominan —con elegancia y profesionalidad dignas del más cálido elogio— la técnica académica y la interpretación teatral, sino también que son capaces de intelectualizar y espiritualizar los movimientos corporales en que se estructura el arte danzario, y consecuentemente, convertir los indicadores físicos en estados subjetivos del yo que conmueven al espectador y le nutren la mente y el alma.
A propósito, mi archivo mnémico evoca las puntuales palabras del crítico Norge Cedeño, quien percibe la danza no solo como disciplina artística, sino también como «un universo de emociones y sensaciones, como si tuviera muchas pieles, muchas vidas y mutara a su antojo […]. ¡Algo fascinante!».
Los integrantes del BNC, con sus magistrales interpretaciones, colocaron — ¿cuándo no?— en un sitial de honor a la agrupación que representan, y que es orgullo de la danza y la cultura insulares en todo el orbe.