Creado en: octubre 18, 2021 a las 12:12 pm.
Una organización como la AHS no envejece
Apasionados por la cultura, se congregaron por empatía, por una coincidencia de sensaciones, por identificación. Colaboraron a pesar de sus diferencias y al hacerlo crearon un sentimiento singular y maravilloso.
El tú se convirtió en nosotros, el ojalá en ahora. Los años fraguaron el espíritu ardiente y enseñaron a todos que el camino deseado era el de la promoción del talento de los asociados. Se luchaba por una estructura que permitiera imaginar, sentir, comprender ideas y comportamientos. Un núcleo que hiciera entender a desentendidos que el arte alternativo no siempre es marginal o superficial. Necesitaba luz y espacio. Apoyo y reconocimiento de las instituciones culturales.
La Asociación Hermanos Saíz (AHS) es un ser vivo que adquiere vitalidad de forma selectiva y voluntaria. Respira, dialoga y pretende mantenerse joven a través del espíritu de más de 3 600 artistas e intelectuales dispersos a lo largo y ancho del archipiélago.
En medio de las celebraciones por el aniversario 35 de la Asociación, su presidente, el poeta y dramaturgo Rafael González Muñoz, cede un espacio a las páginas de Juventud Rebelde para conversar, de manera crítica y necesaria, sobre esencias y batallas del arte joven cubano.
―La AHS es considerada la vanguardia joven creativa del país; sin embargo, existen otros jóvenes que no pertenecen a la organización y presentan una obra destacada en las artes. ¿Cómo conecta a la organización con este sector artístico que prefiere impulsar sus creaciones desde la gestión personal?
―Entre los miembros hemos trabajado para consolidar una obra artística, literaria, de promoción cultural o más enfocada hacia la investigación, alcanzando resultados que denotan cierta jerarquía. Desde la misma creación de la AHS, en octubre de 1986, fueron convocados para integrarla los creadores menores de 35 años que más sobresalían por manifestaciones. Así, los ya reunidos en las Brigadas Raúl Gómez García y Hermanos Saíz, como en el Movimiento de la Nueva Trova, o los recién egresados de las escuelas de arte, se unieron en una organización experimental, para algunos irreverente y contestataria, pero con jóvenes creadores que como dijera Fidel en su discurso del 12 de marzo de 1988, eran «los frutos dulces de la Revolución».
«Ese espíritu experimental no se ha perdido, como tampoco los imaginarios que subyacen alrededor de la AHS. Pero no toda la juventud creadora de vanguardia pertenece a la organización; eso no quiere decir que estén incómodos con ella o que la subvaloren; ni siquiera que los que estamos al frente guiando los procesos de crecimiento estemos haciendo mal nuestra gestión. Más bien resaltan dos principios por los que trabajamos, la voluntariedad y la selectividad. Una asociación de vanguardia debe cuidar su jerarquía y adoptar mecanismos para acompañar con seriedad la obra de sus miembros, así como posibilitar que el resto de los jóvenes creadores, aun cuando no sean asociados, puedan optar por las bondades de la organización. Con excepción de la beca El reino de este mundo, el resto de las becas y premios de la AHS son para todas y todos los jóvenes creadores de hasta 35 años, sean o no miembros de la AHS».
―La organización reconoce, potencia, divulga y acerca a sus integrantes a las instituciones culturales de la nación. ¿Cómo satisfacer las demandas personales del artista sin perder las premisas esenciales de la Asociación?
―La Asociación Hermanos Saíz, como todas las asociaciones radicadas en el país, cuenta con una institución gubernamental con la que se relaciona para cumplir con su gestión. El Ministerio de Cultura de Cuba y su sistema de instituciones tienen la responsabilidad de acompañar el buen desenvolvimiento de la AHS para que se desarrolle la obra cultural de los asociados. Algunas de esas instituciones con el tiempo se han anquilosado, han adoptado mecanismos burocráticos que más que impulsar la obra creativa, la ralentizan, creando descontento e insatisfacciones sobre todo en el gremio artístico y literario.
La Asociación, en pos de defender la obra de sus miembros, desempeña el rol de contrapartida de dichas instituciones, siempre teniendo claros los principios expresos en sus Estatutos y el Reglamento Interno. Mas es reconfortante ver cómo se encaminan proyectos de jóvenes creadores, impulsados por la AHS y bien acogidos por su instituto o consejo afín. Cómo hay jóvenes escritores premiados, con varios libros publicados por el Instituto Cubano del Libro, o músicos recién graduados con CD producidos por las más importantes disqueras cubanas, dígase Egrem, BisMusic o Colibrí; o los artistas visuales produciendo y exponiendo en circuitos de galerías del Centro Nacional de Artes Plásticas y sus empresas. Los artistas escénicos recibiendo apoyo del Consejo Nacional para producir una obra teatral o coreográfica y los realizadores audiovisuales concursando con fondos de fomento para hacer cine en medio de la compleja situación del país. Los más importantes festivales y eventos, díganse Feria del Libro, Cubadisco, Bienal de La Habana, Festival de Teatro, Festival del Nuevo Cine Latinoamericano… son espacios ganados para la participación de la juventud creadora, que es la propia AHS.
―Durante estos 35 años de existencia, ¿cuáles son los aportes fundamentales de la organización a las diversas ramas de la cultura cubana?
―La cultura cubana de los últimos 35 años no se puede resumir sin mencionar a la AHS. Solamente la aparición de la Asociación contribuyó a integrar en la sociedad a los llamados «grupos informales», agrupaciones de jóvenes que en su mayoría ni estudiaban, ni trabajaban y encontraron en la AHS motivaciones para participar en la vida sociocultural de su país.
«Fue en la Asociación donde se acogieron, en principio, los movimientos de rap y de rock, como después ocurriría con la música electrónica. Luego surgirían las agencias de rap y rock y el Laboratorio de música electroacústica. En la Asociación también se experimentaba en la elaboración de libros artesanales; por eso cuando se crea el Sistema de Ediciones Territoriales ya la AHS tenía sus propias editoriales y le publicaba libros a escritores cubanos y universales. En medio del período especial la AHS fundó en Holguín el Festival Mundial de Juventudes Artísticas, conocido como Romerías de Mayo, y rescató una tradición religiosa y una fiesta popular, sumándole un encuentro de jóvenes creadores de todo el mundo.
«Desde los primeros años de su creación en la AHS se hablaba de una sola tradición artística; el concepto de continuidad se manejaba con naturalidad y compromiso. Los congresos de la organización, aunque demoraron en realizarse, fueron pactos indiscutibles de los jóvenes creadores con los principales dirigentes de la Revolución por la salvaguarda de los principios de la política cultural del Estado».
—¿Cree que existen espacios suficientes para desarrollar todos los movimientos artísticos? ¿Hemos ganado o perdido respecto a épocas anteriores?
―La proliferación de tendencias estéticas dentro del arte, así como las políticas de formación de artistas y el talento natural de las cubanas y los cubanos, han posibilitado que existan tantos proyectos de creación como creadores egresados de las escuelas de arte. Ese fenómeno ocasiona que en algunos lugares, sobre todo en La Habana, sea mayor la demanda artística que la posibilidad de espacios para la creación, desde los primeros ensayos hasta la presentación y el consumo del producto artístico.
«No obstante, con la llegada al país de las plataformas digitales y las nuevas tecnologías, y a partir del crecimiento exponencial de internet, se han democratizado espacios virtuales y las posibilidades que se brindan son infinitas. Aunque por mucha tecnología que tengamos, en mi opinión, nada sustituirá la impresión de libros, o las presentaciones teatrales con presencia de público, o la inmensidad de la pantalla del cine… Creo, con relación a esto, que si se aprovecha todo, cada vez serán más las oportunidades, los espacios para la creación y la promoción, lo que condicionará el crecimiento cultural y el alcance más allá de nuestras fronteras».
―La AHS es una especie de hermana menor de la Uneac. Sin embargo, siempre han existido jóvenes que después deciden no ingresar a la Uneac. ¿En su consideración qué causas intervienen en esta decisión?
―Desde la fundación de la Uneac en agosto de 1961, a propuesta del escritor pinareño Aldo Martínez Malo, se creó un núcleo en el seno de la Unión llamado grupo Hermanos Saíz. Años más tarde ese grupo, con la guía de la Unión de Jóvenes Comunistas, se denominó Brigada Hermanos Saíz. Siempre ha existido un vínculo extraordinario entre la Uneac y la AHS, expresado en la militancia de los mismos creadores; por eso algunos somos miembros de ambas organizaciones.
«Muchos artistas terminan en la AHS y si no son miembros de la Uneac, hacen lo posible por pertenecer. Otros no, debido a causas muy subjetivas: bien pudiera ser que no necesitan estar en una organización porque su obra está muy bien posicionada institucionalmente, o se presentan al crecimiento y son desestimados, pues se supone que ingrese a la Uneac, un creador cuyo currículum vitae haya madurado y su obra se haya consolidado.
«No todas y todos los creadores trabajan para que su obra crezca; algunos se acomodan y descuidan el virtuosismo del arte. Esos no deberían ser miembros de la Uneac, ni siquiera por haber pertenecido a la AHS. Algunos creadores ingresan a la AHS con el mismo currículum vitae con que terminan su período en la Asociación; esos tampoco deberían ingresar a la Uneac. Desde su último congreso, la Uneac está empeñada en dinamizar sus estructuras y en crecer con la juventud creadora.
―Los jóvenes son bujía importante en este gran motor que llamamos Cuba. ¿Qué papel desempeña la AHS en el correcto funcionamiento de la política cultural de la nación? En tal propósito, ¿siente que la voz de la organización es respetada?
―Los jóvenes creadores expresan constantemente sus criterios a través de su obra y en los espacios de debate y pensamiento que han proliferado en los últimos años: Dialogar, dialogar, Pensamos Cuba, Pensar a la zurda y Memoria Nuestra, por solo citar unos pocos. La realización de los congresos de la AHS ha consolidado la voz colectiva de una generación. Los planteamientos de los asociados no solo han sido escuchados, son tenidos en cuenta por cada una de las instituciones que los representan. Así queda expresada la vigencia de una política cultural inclusiva, que le da espacio a la juventud, esa que es bujía, chispa que enciende los fuegos de la creación.
―¿Cuáles serían las mejores formas de renovarse en estos tiempos de pandemia y de dificultades socioeconómicas?
―En medio de la COVID-19 la AHS ha aprovechado todas las vías posibles para comunicar el quehacer de sus asociados. La experimentación ha sido, desde la génesis, una de sus características fundamentales; por eso ante la dificultad generada por el virus, gestar nuevos espacios y migrar a la vía online toda nuestra plataforma de Jornadas de Programación, ha sido un reto. También ha sido un desafío enfrentar las dificultades socioeconómicas que indiscutiblemente afectan a la creación artística, pero incluso en estos difíciles momentos en el país se erogan sumas considerables de presupuesto en función de proyectos de los creadores. Ejemplos de eso son las becas El reino de este mundo, con las cuales se generaron proyectos para la televisión como El Potaje, Una vez al año y Activos desde casa, entre otros, más toda una producción de cápsulas promocionales y videoclips.
―¿Qué buenas nuevas trae la AHS, en vísperas de su aniversario? ¿Han cambiado algunos de sus programas habituales, cuentan con nuevos espacios u oportunidades para los jóvenes creadores?
―Para celebrar los primeros 35 años de la AHS han sido muchas las iniciativas a lo largo y ancho de la Isla. Se han aprovechado espacios consolidados como el programa Paréntesis, que llegó a sus 15 años. Se lleva a cabo el programa de radio En clave, un viejo anhelo de la organización. Las filiales provinciales han demostrado que desde sus territorios es posible promocionar la obra de los artistas y escritores para Cuba y para el mundo. Ya a nadie se le ocurriría pensar, por ejemplo, en las próximas Romerías de Mayo o el Festival Mundial de Juventudes Artísticas, sin su versión para las redes sociales digitales o sin los conciertos que se trasmiten por la televisión.
―¿Cómo visualiza la organización en el futuro? ¿Qué necesitaría?
―La AHS del futuro es más inclusiva, aunque seguirá siendo voluntaria y selectiva. Una organización que digitaliza sus procesos de ingreso, el conocido crecimiento, que hoy es dos veces al año y al cual se presentan los creadores noveles que buscan encontrar mecanismos jerarquizadores y otros ya no tan jóvenes, que le aportan su propia jerarquía a la AHS. Tendrá que ser una asociación con filiales y células llenas de actividades e intercambios de experiencias, donde siga primando la obra colectiva a partir de las individualidades que la integren.
—¿Cómo lograr que una organización de 35 años de vida (edad límite en los criterios de inclusión) no entre en las primeras etapas de envejecimiento?
―Una organización como la AHS no envejece. Los 35 años representan para sus miembros la mayoría de edad. Si a los 35 te quedó algo por hacer en la AHS, no supiste aprovechar el tiempo o escogiste posiciones no tan fieles a la creación. Los miembros de la Dirección
Nacional aceptamos esa responsabilidad en medio del crecimiento de nuestras carreras, conscientes de que no podríamos optar por ninguno de los premios que la AHS convoca nacionalmente. La AHS vivirá porque en Cuba hay una política cultural que pondera la aparición de nuevos talentos, porque nuestro país es nicho de creadores autodidactas que nacen para cultivar el espíritu con enormes dotes artísticas. Porque la voluntad de la Revolución, como dijera Fidel hace 60 años, es enaltecer el arte y la cultura.