Creado en: junio 1, 2021 a las 01:46 pm.

Movimiento de Coordinadores de la UNEAC

Por: Cecilio Avilés Montalvo

Un destacamento quijotesco de románticos locos que han luchado contra molinos de viento en favor de la comunidad y que, a sus veinte años de creado, ha ido proyectando un pensamiento para sus acciones, inspirado en una consecuente política cultural y en sólidos principios filosóficos, ideológicos y martianos.

En 1994, en pleno Período Especial, y convocados por Esteban Lazo, en ese momento Primer Secretario del Partido en la capital, Abel Prieto, Presidente de la UNEAC y Armando Hart, Ministro de Cultura; un representativo grupo de artistas e intelectuales de la antigua provincia Ciudad de La Habana nos integramos y articulamos para constituir el Movimiento de Coordinadores de la UNEAC, con el objetivo de contribuir modestamente a aliviar en alguna medida las angustias que padecía gran parte de nuestra población.

Era la primera vez que nuestra institución se involucraba de manera directa y sistemática con las comunidades, particularmente en aquellas con mayores desventajas sociales.

El grupo de artistas e intelectuales convocados gozaban de prestigio y niveles de convocatoria gracias a su trayectoria cultural y profesional, y estaba armado de pensamientos humanísticos que, “haciendo camino al andar” fueron poco a poco socializando entre sí.

Desde su fundación, este movimiento tuvo claro que su misión y función no era la de replicar o crear acciones o actividades de un carácter elemental o primario. Siempre estuvo consciente del reto que, a la larga, mediante grandes esfuerzos de capacitación y otros medios de superación, tendría que enfrentar para participar activamente en un TCC, que no debía ni podía confundirse con los llamados proyectos comunitarios que surgen primariamente en una localidad, coordinados mayormente por artistas aficionados.

El desafío consistía en participar, desde nuestra dimensión, en un complejo y difícil proceso sociocultural donde debíamos interactuar armónicamente, activando resortes endógenos y sinérgicos, con más de quince actores de diferentes instituciones, para hacer tangible el encargo procurado a la UNEAC por la nación y el Estado cubano de contribuir, de conjunto con otras instancias y desde su propia perspectiva, al rescate y conservación de las mejores tradiciones patrimoniales de nuestra cultura popular.

Al hacer un alto en el camino, apreciamos que gran parte del esfuerzo realizado ha contribuido a impactar positivamente a miles y miles de personas en diferentes comunidades y localidades de la ciudad; y percibimos igualmente con cierta complacencia, como las múltiples experiencias acumuladas nos permitirán contar con insumos suficientes para enfrentar con una inteligente bitácora de pensamientos nuevas acciones en el controvertido y complejo contexto social cubano actual, donde navegan con agresividad la falta de valores éticos y morales, el irrespeto y la vulgaridad.

Esta aseveración se fundamenta y se sustenta al observar con detenimiento los siguientes aspectos que han abanderado nuestro actuar durante dos décadas:

Política cultural. Nuestro movimiento ha realizado sus acciones a partir de un presupuesto ideológico que propone una coherente política cultural, donde no prevalecen actitudes filantrópicas individualistas. Esta política es la que ha persuadido en gran medida a muchos para adoptar una vocación social, y que ha motivado, en algunas ocasiones, a subordinar nuestros intereses particulares en aras de ayudar a resolver las necesidades sociales expresadas en los diagnósticos de las localidades o comunidades donde hemos pretendido interactuar.

Dimensión artística. Aunque actuamos de una manera articulada con las instancias locales y nos integramos con los más de quince actores o agentes que intervienen en el TCC, sabemos con cuales principios debemos proceder. Luchamos por un mismo objetivo: mejorar la calidad de vida de la comunidad desde la cultura artística y literaria y no desde otros tipos de respuestas culturales que competen a otros actores.

El arte y la ciencia. Aunque en esta etapa contemporánea más que nunca se puede distinguir en algunas ocasiones una compleja y rica fusión entre las “verdades” del arte y las “verdades” de la ciencia, no se deben confundir los códigos semánticos y distintivos de ambas propuestas. El arte es polisémico, de ahí su sutileza y subjetividad, parte de un “todo” para dibujar lo “singular” y lo “típico”, (William Shakespeare, por ejemplo, partió de una referencia general para distinguir y tipificar al hombre celoso con Otelo, y al Mercader de Venecia con el usurero, etc.).

Por su parte, la ciencia, a diferencia del arte, parte de lo “objetivo” y lo “inductivo”; de lo “particular” y “sumatorio” hacia lo general.
Por tales razones, y como muchos fenómenos se pueden ver desde diferentes ángulos, siempre hemos defendido la necesidad de un trabajo colegiado pues nadie tiene en sus manos la verdad absoluta.

Esta razón convidó también al movimiento a repensar de manera integral su filosofía con el objetivo de esgrimir de una mejor manera nuestros planteamientos y verdades en aras de una mayor comprensión. Poco a poco, junto a la política cultural y determinadas bases conceptuales, organizativas y metodológicas se hicieron más tangibles y conscientes nuestras concepciones filosóficas. Esto nos ha permitido construir discursos apoyados en sólidos y entendibles argumentos que, a su vez, nos han agenciado mayores reconocimientos por parte de los diferentes actores que convergen de una manera u otra en el proceso del TCC.

Románticos. Lo somos por naturaleza, amamos lo individual pero también lo colectivo y como afirmara el pintor romántico francés Rousseau, “sentimos antes de pensar”. Pero no somos románticos al estilo de Las desventuras del joven Werther, de Goethe, con su recurso del suicidio, nuestro movimiento pondera los estandartes de Beethoven o Chopin, rebosantes de optimismo, fe y lucha por la transformación humana. Somos románticos como lo fue nuestro Héroe Nacional José Martí.

Ideario martiano. También somos defensores del pensamiento de José Martí que plantea: “Todo hombre al llegar a la tierra tiene el derecho a que se le eduque y después en cambio el deber de educar a los demás…”

Luchamos por cuatro de las categorías que en filosofía universal figuran entre las más importantes: la Educación, la Ética, la Estética y el Derecho.

Nos alumbra y orienta la ética y la moral de Martí, intelectual y artista que tuvo la sensibilidad de escribir su obra teatral Amor con amor se paga, estrenada en el Teatro Principal de Ciudad de México; de pintar, dibujar y realizar caricaturas (incluso estudió un corto tiempo en San Alejandro); ser de los primeros críticos de arte en el mundo en reconocer los aportes y valores de los pintores impresionistas; de refrendar las excelencias de José White y otros magníficos músicos patriotas, además de estar entre los poetas precursores del movimiento modernista.

Martí fue un activista social que desplegó tempranamente un amplio y profundo estudio de las diferentes comunidades y localidades indígenas de América, abogando por los derechos de los más desfavorecidos al acceso a la educación y la cultura integral: “Ser cultos para ser libres”.
Debilidades, barreras y amenazas. Se identifican como puntuales obstáculos para una mejor actuación sociocultural los insuficientes niveles de articulación e integración que imperan; la poca visión que aún tienen algunos al no vernos como aliados estratégicos y no comprender lo inteligente que resultaría la práctica de acciones endógenas y sinérgicas, entre otros aspectos.

Fortalezas. Podemos afirmar que nuestras mayores fortalezas son el amor, la sinceridad, la constancia y el resultado positivo alcanzado en favor de miles y miles de seres humanos a los que hemos ayudado mediante nuestras acciones a elevar sus sentidos de identidad, pertenencia y autoestima para el logro de una mejor calidad de vida emocional y espiritual.

Saldo. Más de noventa proyectos de relevancia en la ciudad, entre los que sobresalen, por solo nombrar algunos, los proyectos “José Fowler”, “13 de Marzo” y “Guayabo”, todos del municipio Arroyo; Centro de Arte de Boyeros, “Barco antillano” y “La Casona encantada”, del municipio Boyeros; “Tarde de boleros” y el Taller de Arturo Montoto, ambos de Guanabacoa; la cátedra y galería “14 de junio” y “Al compás flamenco”, pertenecientes a Centro Habana; “Con acento cubano” y “Entre voces amigas” del municipio Cerro; “Imagen 3” y “Eterna juventud”, en la Habana Vieja; la peña “Recordando” y “Por el este sale el sol”, de Guanabo y Habana del Este respectivamente; Orquesta de guitarras “Vocal-Clave de Sol”, de la Lisa y el proyecto de Fuster, la Casa Yeti y “Casineando”, todos de Playa; proyecto “Colibrí” y “Muraleando” de 10 de Octubre; Hospital Calixto García y el proyecto “Cintio Vitier”, correspondientes a Plaza, etc.

Todas estas propuestas, unidas a otras muchas que por falta de espacio no se mencionan, han contribuido en algún grado, como ya hemos señalado, a elevar los sentidos de identificación y pertenencia de miles de personas en diferentes comunidades de nuestra capital.

Apreciar que no hemos arado en el mar durante todos estos años nos estimula y explica que, “con tanto palos que nos ha dado la vida”, y a pesar que en muchas ocasiones hemos sido incomprendidos y hasta criticados por algunos, gran parte de los que respondimos con nuestro modesto concurso al llamamiento de Abel Prieto, Esteban Lazo y Armando Hart mantenemos el mismo espíritu que nos animó, hace veinte años a integrar el Movimiento de coordinadores de la UNEAC, un destacamento quijotesco de románticos locos que han luchado contra molinos de viento en favor de la comunidad.

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